Lluís Llort: «Soy más de género negro que de policiaco»

Premio Paco Camarasa 2020, por su novela «Herencias colaterales», el escritor presenta ahora «Temps mort»

Lluís Llort JUANMA RAMOS

Sergi Doria

El próximo domingo Lluís Llort (Barcelona, 1966) recogerá el premio Paco Camarasa, el librero que nos hizo descubrir, como el título de sus memorias, «sangre en los estantes». Creado por La Semana Negra de Gijón, BCNegra, Getafe Negro, el Congreso de Novela y Cine Negro de Salamanca, Pamplona Negra, Valencia Negra, Las Casas Ahorcadas de Cuenca, Aragón Negro y Granada Noir, el galardón se dirige a autores menores de 45 años o que publican su primera novela en castellano; es el caso de Llort: «Herencias colaterales» (2019) vio la luz en catalán en 2014.

El autor recuerda un encuentro con el librero de la Negra y Criminal; aquellos memorables mejillones al vapor regados con vino blanco: «Camarasa recomendó a RBA mi novela. Cuando reciba el premio con su nombre recordaré aquella circunstancia y expresaré mi agradecimiento», explica.

Con trece títulos en su bibliografía, Llort tendía al thriller clásico hasta que coescribió para Llibres del Delicte «La reina de diamants» con Sebastià Bennasar, Salvador Macip y Marc Moreno: «Soy más de género negro que de policíaco. La trama clásica con el detective y el comisario clásico no me atrae, lo mío es situar a gente corriente en situaciones límite, ver cómo reaccionan al pisar las líneas rojas de la normalidad», apunta.

De eso va «Herencias colaterales» (Alrevés). Un magnífico piso cerca del paseo de Gracia. Un abogado que paga una renta vitalicia a la anciana que lo habita, pero que no acaba de morirse nunca… «La anécdota surgió de un teletipo», comenta el autor: «Un abogado quiso hacerse así con el piso de una anciana en París: él murió y ella pasó de los cien años».

En sus novelas Llort esquiva los protocolos académicos y las expresiones más trilladas del género. En «Temps mort» (Alrevés) la herencia de una tía de América llevará al protagonista, treintañero fracasado, hasta Nueva Orleans: allí experimentará el terror psicológico, la mitomanía cinéfila, la ciencia ficción, la distopía política, el gore…

El objetivo, advierte Llort, es que el lector disfrute tanto de la novela como él al escribirla: «Para que un libro no caiga de las manos, no hemos de olvidar nunca la función lúdica de la literatura».

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