Riadas de compradores y optimismo en el centro de Barcelona

«Desde el principio de la pandemia no veíamos tanta gente», resaltan los comerciantes del corazón de Barcelona

Las colas de hasta una hora en muchas tiendas y la acumulación de paseantes impiden asegurar la distancia social

Una multitud de clientes en el Portal del Ángel de Barcelona EFE

Miquel Vera

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Tras meses de tiendas vacías, bares cerrados y turistas a la fuga, el centro de Barcelona necesitaba con urgencia un momento de inflexión que le devolviese la vitalidad diluida por diez meses de pandemia. Este «milagro» se ha hecho presente durante todo el puente de la Constitución y la Purísima, que acaba hoy, en forma de riadas de compradores dispuestos a hacer hasta una hora de fila para cumplir con sus primeras adquisiciones navideñas .

«Me esperaba colas, pero no tantas, yo intento comprar online por la pandemia, pero me ha tocado venir al centro a cambiar una cosa que me trajeron. Hacía tiempo que no venía y he alucinado, creo que hay un poco de inconsciencia de la gente que ha venido aquí a pasar el rato. Yo haré el cambio y me iré», contaba a Valeria Dalchiele , mientras esperaba, junto a su hija Sofía , su turno para entrar a una tienda de moda. Junto a ellas, cientos personas esperaban también pacientemente su turno bajo el frío.

Cola de clientes en una tienda de moda EFE

A escasos metros, la feria de artesanías que colinda con la delegación del Banco de España trataba de pescar algún cliente entre las riadas de compradores. «Llevo dos días y más veo gente, pero me esperaba más aún. Espero que este fin de semana, y el siguiente, todo vaya a más. Damos por hecho que la venta bajará respecto a otros años, todos tenemos incertidumbre y no hay oportunidad de redondear este año, pero lo que no venda ahora, lo venderé el próximo por internet», explicaba con cierto entusiasmo Mariano , artista joyero. Cabe señalar que las grandes aglomeraciones se formaron ante las grandes superficies de moda «low cost», que concentraron el grueso de la actividad de estos días y dejaron a los comercios más pequeños observando desde sus mostradores como muchos compradores pasaban de largo.

Volver a contratar

«Sabemos que este será un año de Covid, con menos gente y con crisis económica», explicaba a su vez María Planelles , de la tradicional turronería que exhibe su apellido desde 1850. «Tenemos que aceptar este 2020 como ha venido, un año para aguantar. Desde el principio de la pandemia no veíamos tanta gente en el centro y eso me agrada», añadía -sin dejar de empaquetar dulces- mientras resaltaba que el casco histórico de la Ciudad Condal conserva su capacidad para atraer compradores a pesar de la crisis sanitaria. Su negocio, que cuenta con cuatro tiendas en Ciutat Vella, hará un esfuerzo y contratará este año a las mismas personas que en las navidades pasadas.

Las multitudes que se han arremolinado estos últimos días en Paseo de Gracia, La Rambla y la Plaza de la Catedral obligaron a los comerciantes a tomar todo tipo de medidas con tal de cumplir con las limitaciones de aforo aplicadas en grandes superficies. Así, en algunas tiendas optaron por establecer controles en la puerta mientras otras dividieron sus espacios para controlar mejor las aglomeraciones. Por su parte, la emblemática Fira de Santa Llúcia estableció un perímetro con control de acceso, una estampa inédita que no espantó a las familias que siguieron un año más con la tradición de comprar el árbol y ampliar su pesebre en este punto a los pies de la Catedral con olor a abeto y eucalipto.

Lotería en La Rambla

«La esperanza la tenemos cada año, pero si toca este 2020 tan raro, mejor que mejor, a ver si me da un empujón y me jubilo», explicaba Luis a las puertas de otro negocio que ha hecho estos días su particular «agosto» a pesar de la crisis: la popular administración de lotería Valdés . En su puerta, situada en plena Rambla, se ha consolidado estos días una cola perenne de clientes que ha devuelto, por unos días, el latido habitual de una arteria que la epidemia, la ausencia de turistas y el cierre de los teatros y terrazas dejó tiritando durante los meses más duros del virus y que este puente ha asomado, momentáneamente, a su vieja normalidad.

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