Los trazos ocultos de Pablo Picasso

Un estudio de obras tempranas del artista revela la existencia de pinturas subyacentes

BARCELONA Actualizado: Guardar
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Un estudio de los materiales usados por Pablo Picasso en seis retratos de su primera época ha permitido aflorar obras ocultas y pinturas subyacentes y caracterizar los materiales estas obras primerizas, fechadas entre 1895 y 1900. En las piezas estudiadas también se intuyen otras obras que no se pueden ver porque están tapadas con blanco de plomo. El estudio, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Barcelona y del Museo Picasso, también concluye que la influencia del padre de Picasso, también pintor, fue mayor de lo que se creía.

Los cuadros analizados han sido «Viejo», «Hombre con Boina», «Retrato de Josep Cardona i Furró», «Hombre al estilo de El Greco», «Retrato de Carles Casagemas» y «Autorretrato con peluca».

El primero de ellos, pintado en La Coruña, es una obra simple y aparentemente sencilla, tiene unas manchas que podrían indicar algún resto de composición, mientras que «Hombre con Boina», de 1895, es más complicada y sólida y en ella se ve que Picasso tiene una conexión enorme con la obra de su padre.

De hecho, debajo de la gorra han aparecido dos palomas, una constante en su progenitor y maestro, que podrían ser las primeras que se le conocen de esta temática. Según la responsable del Departamento de Conservación Preventiva del Museo, Reyes Jiménez, se podría decir que la afición por pintar palomas de Picasso fue una herencia de su padre.

En «Autorretrato con peluca», la obra central y eje del proyecto, se ve como la vitalidad creadora del maestro se manifiesta en un juego de superposición de imágenes que son el preámbulo del proceso de metamorfosis que le acompañará toda la vida.

El estudio ha contribuido a conocer mejor el proceso de transición creativa del artista desde sus primeros años en A Coruña hasta sus primeras visitas a Paris -donde viajó por primera vez en septiembre de 1900-, pasando por su relación con los inquietos ambientes culturales de la Barcelona finisecular.

Más allá de lo visible, se ha profundizado en las diferentes estructuras pictóricas atravesando la epidermis de las telas», han destacado los responsables del estudio, que también han podido constatar que Picasso cortaba trozos de tela y los reutilizaba,.

 

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