Sergi Doria - Spectator in Barcino

Más aniversarios de 2022

Este año es el aniversario del nacimiento de Gabriel Ferrater y cincuentenario de su muerte. La conmemoración será sesgada si corre a cargo de politicastros como los que padecemos

El consejero de Educación catalán, Josep Gonzàlez-Cambray, junto al presidente del Govern, Pere Aragonès EP

Sergi Doria

Estas fechas navideñas he leído varios artículos acerca de los aniversarios que trufan un 2022 que el optimismo –este cronista incluido– quiere ver como el guarismo terminal de la pandemia. Andreu Jaume anticipa desde 'The Objective' un inventario de efemérides de lujo. Como documenta el editor, la década de los veinte, como la de los treinta, fue aciaga en lo social y feraz en lo literario. 1922 es el año del 'Ulises' de Joyce, la muerte de Proust culminada la Recherche, el primer cuento publicado de Franz Kafka ('Un artista del hambre'), las 'Elegías de Duino' de Rilke, 'El cuarto de Jacob' de Virginia Woolf… Sin olvidar el aniversario del nacimiento de Gabriel Ferrater y cincuentenario de su muerte. El CLAC (Centro Libre. Arte y Cultura) le dedica un ciclo de conferencias a partir de este martes 10: 'Gabriel Ferrater. El exceso de la inteligencia'.

Ferrater encarna la libertad de pensamiento que brinda una formación excepcional. A los poemarios reunidos en 'Les dones i els dies' (1968), reeditados en 2002 por Seix Barral ('Mujeres y días' con prólogo de Arthur Terry) añadamos los informes literarios de 'Noticias de libros' (Península) y el rescate por Jordi Cornudella del 'Curs de literatura catalana contemporània' (Empúries) que Ferrater impartió en la Universidad de Barcelona entre 1965 y 1967. El catalanismo, advertía, era el enemigo de la cultura catalana: «En nuestra literatura, ha habido una inflación de las mediocridades y una deflación de las verdaderas excelencias. Por el simple hecho de escribir en catalán, los escritores han obtenido una prima de estimación». Las plúmbeas lecturas escolares lo atestiguan.

La conmemoración será sesgada si corre a cargo de politicastros como los que padecemos: esperen a que se despliegue el centenario de Joan Fuster , apóstol de los «països catalans» e icono del oxímoron denominado izquierda nacionalista y verán en qué consiste la simplificación al servicio de la propaganda.

Convocar tiempos pretéritos no supone divinizar el verso manriqueño de « cualquier tiempo pasado fue mejor ». La conmemoración es, también, un buen pretexto para el examen de conciencia y la constatación del aserto de Swift según el cual nada es mejor ni peor sino por comparación.

Suscribo, por tanto, la observación de Jaume sobre el ocaso de las humanidades: « La civilización del logos parece estar desapareciendo o transformándose en algo que no podemos sino llamar, de momento, postcultura , basada en el espectáculo de masas, en la extinción del sentido de la trascendencia y en una deprimente simplificación de todas las cuestiones».

De los tres componentes de esa postcultura los dos primeros ya asomaron hace un siglo. Los años veinte abrieron las puertas a los totalitarismos (leninismo y estalinismo en la URSS/ fascismo italiano/ putsch hitleriano y escritura de 'Mein Kampf'), mal parieron al hombre masa que Ortega diseccionó en los artículos de El Sol que conformaron 'La rebelión de las masas' en 1930; el mismo año de 'El malestar en la cultura' de Freud: el hombre es un dios sostenido por la ortopedia de la técnica, diagnostica el padre del psicoanálisis.

El tercer componente, «la deprimente simplificación de las cuestiones», dio alas a los totalitarismos y constituye el extracto seco de la violencia. La Cataluña separatista ilustra, ad nauseam, lo tóxico de la simplificación que desemboca en fractura social .

Pensar desde la complejidad exige demasiado esfuerzo a esta sociedad infantilizada que solo deglute cuentos de buenos y malos. Como observó Simone Weil en la Barcelona del 36 el desconocimiento del significado de cada palabra y su reiteración en mayúsculas desde la política las convierte en cáscaras vacías . Cuando las masas no confirman aquello que la palabra parecía designar, según les hicieron creer los aprendices de brujo populistas, sobreviene la frustración violenta.

Por el contrario, señala la filósofa francesa, si definimos un concepto y rescatamos su etimología –de ahí la importancia del latín y el griego en la educación– «no podrá servir de bandera», ni ser instrumentalizado como consigna. Por desgracia, al perderse los matices, «nuestro universo político está poblado de mitos y de monstruos; sólo hallamos entidades, absolutos… Nuestra época denominada técnica, concluye Weil en alegoría quijotesca, «solo sabe batirse contra los molinos de viento».

Aludíamos a las conmemoraciones de la literatura, pero concluiremos esta crónica con aniversarios de la historia del rock. David Bowie se fue el 10 de enero de 2016 y en 2022 se cumple medio siglo de una obra maestra de título brechtiano : 'La ascensión y caída de Ziggy Stardust y las Arañas de Marte'.

Escribo y escucho aquellas canciones inmarcesibles. Bowie era tan genial que aquel año también tuvo tiempo de producir el 'Transformer' de Lou Reed (¡'Walk on the wild side'!). 1972, el año de 'El padrino'… ¡No sigamos! Las comparaciones con el mediocre presente son, más que nunca, odiosas.

Resuena la batería de 'Five years': la cuenta atrás en nuestra decadencia.

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