San Carlos de la Rápita, el pueblo catalán que no quiere tener nombre de rey

Este población de Tarragona vota hoy una propuesta del ayuntamiento para desterrar el guiño real de su topónimo

El Rey Carlos III impulsó en el siglo XVIII la creación de la localidad como puerto con América

La plaza de Carlos III de la localidad LA RÀPITA TURISME

Miquel Vera

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Este martes 12 de octubre los vecinos de San Carlos de la Rápita (Tarragona) están llamados a votar para borrar la mitad del nombre del pueblo y dejarlo, simplemente, en ‘la Rápita’. Detrás de esta iniciativa está el gobierno municipal, de ERC, que pretende desterrar la huella ‘real’ de la toponimia de una localidad fundada en el siglo XVIII sobre un asentamiento de raíces musulmanas.

No es la primera vez que se impulsa un movimiento para cambiar un topónimo que, en su origen, buscó honrar al santo que dio nombre al rey Carlos III , quien reinó entre 1759 y 1788 e impulsó la creación de la localidad con la intención de hacer de ella un núcleo portuario de inspiración renacentista. De esa época queda todavía la plaza en honor al monarca, la iglesia nueva y el poderío marítimo de esta apacible población de 14.000 habitantes hoy convertida en enclave turístico de referencia para muchos aragoneses y algunos vecinos de Barcelona.

Los cambios de nombre del lugar vienen de lejos. Conocido primitivamente como ‘la Rápita , expresión de raíces musulmanas que hacía referencia a la zona, se le sumó el ‘San Carlos’, cuando el lugar se convirtió en pueblo. Asimismo, durante la Segunda República la localidad ya perdió la primera parte del nombre, llamándose momentáneamente ‘La Rápita dels Alfacs’, en referencia a las tierras pantanosas que rodeaban este emplazamiento en pleno delta del Ebro. Esta opción no se contempla ahora en la consulta identitaria que el consistorio ha organizado de la mano de Junts, el PSC y una formación local.

«Es una oportunidad histórica que los ‘rapitencs’ debemos aprovechar para dar respuesta al debate identitario que hace muchas décadas que existe», defendió este mes de septiembre el alcalde de la localidad, Josep Caparrós, al presentar la campaña municipal para promover la consulta. No obstante, la iniciativa no convence a todos en el pueblo . Entre los vecinos, las opiniones están divididas. Mientras unos consideran apropiado dejar atrás el 'San Carlos', bien sea por motivos prácticos -es más corto y mucha gente ya llama al pueblo directamente ‘la Rápita’- o políticos, otros, por el contrario, ven en el asunto un debate sin sentido generado artificialmente por el alcalde, quien se ha posicionado abiertamente en favor del cambio.

«A mí me parece bien. Si quieren cambiar el nombre, que lo cambien, yo votaré que sí, pero en mi casa la cosa está dividida », explicaba ayer Lucas, el estanquero del pueblo, por teléfono a ABC. Martí García, carnicero, se mostraba también a favor del cambio. «Me siento ‘rapitenc’ no de San Carlos, no veo trasfondo político en esto, yo votaré a favor y ya está», apuntaba el comerciante sin demasiadas ganas de justificar su posición.

Entre los contrarios al cambio, dominan dos posiciones: la indiferencia ante la consulta o el enfado por la pérdida de tiempo y dinero que muchos ven en la polémica del nombre. «Me da igual una cosa que la otra, soy de fuera aunque viva aquí desde hace 16 años y tenga la residencia y dos tiendas. Igualmente, no me quiero meter, es una decisión del pueblo, de hecho, yo no votaré », reconocía Mariana Paca, nacida en Rumanía, tras mostrar cierto desinterés por el asunto. Con más contundencia Antonio Bienvenido, un empresario de la zona, destacaba que el pueblo tiene hoy necesidades más urgentes que cambiarse de nombre. «¿No tienen más iniciativas? ¿Cuánto dinero se han gastado en todo esto?» , lamentaba molesto tras enumerar el ahogo que sufren los negocios de la zona o los problemas de limpieza que hay en el pueblo. «Esto es una idea fantasiosa de un alcalde y un consistorio que se han metido en camisa de once varas. Nos da igual que se llame San Pepito o San Carlos, que arreglen las cosas, esto es difícil de explicar para cualquier persona con un poco de inteligencia», advertía algo enfadado.

Podemos dibujar billetes

Para algunos expertos en la historia del pueblo, querer apuntarse un tanto político mudando el nombre para desligarlo de Carlos III -el monarca que trajo el ‘despotismo ilustrado’ a España- no tiene ningún sentido. «Si cambiar el nombre del pueblo nos hace más republicanos, podemos dibujar billetes a ver si somos más ricos », ironizaba recientemente Àngel Pascual, técnico del Museo del Mar de San Carlos, en la publicación local «Aguaita».

Hoy, coincidiendo irónicamente con el Día de la Hispanidad , los habitantes del pueblo votarán si dar la espalda a sus lazos con un rey, Carlos III, que quiso convertir el lugar en puerto de referencia para el comercio con América. Tal y como explicaba recientemente el historiador Josep Pitarch, en agradecimiento, los antepasados de los electores de este martes fueron más allá del nombre y autodenominaron su pueblo «Nueva y Real población» . Tres siglos después, sus herederos ya no quieren tener nombre de rey.

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