Joan Carles Valero - Letras expectativas

¿Quo vadis, banca?

La caja que fundó Francesc de Moragas se cimenta también en una obra social que se ha convertido en la tercera fundación del mundo por volumen de activos

El actual sistema financiero se basa en los depósitos de los clientes y en una gestión extremadamente regulada e intervenida por el poder político. El dinero público digital, conocido en argot financiero como CBDC por el acrónimo inglés de Moneda Digital de Banco Central, supone para el ex gobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández Ordóñez, autor del libro «Adiós a los bancos» (Taurus), una vacuna anticrisis y una liberalización de los servicios de pago. El dinero público digital ya lo están estudiando los bancos centrales y las demás entidades frente a la irrupción de titanes como Facebook y su proyecto Libra, con el que quiere facilitar servicios de pago a 170 millones de personas que tienen celular pero no cuenta bancaria.

MAFO, acrónimo del ex gobernador, considera que con el dinero público digital se podrá combatir la economía sumergida y los ciudadanos se librarán de los bancos, que al tiempo dejarán de estar cautivos de una regulación «pseudocomunista». Pero a nadie se le escapa que iríamos a caer en manos de las multinacionales tecnológicas, titanes sin rostro humano a las que no podríamos contar nuestras ambiciones o sueños, como hacemos, por ejemplo, en las oficinas de CaixaBank.

Isidro Fainé, presidente de la Fundación Bancaria la Caixa, dijo ayer a Salvador Sostres en su última contraportada veraniega, que en la entidad de la estrella mironiana trabajan para acabar con la pobreza infantil, crear empleo para personas excluidas o con discapacidad, cuidar de los mayores y ayudar a que los enfermos terminales puedan morir acompañados y en paz. A estos objetivos, la caja que fundó Francesc de Moragas hace 116 años para que las personas pudieran tener ahorros en la vejez, se cimenta también en una obra social que perdura hasta nuestros días de la mano de Fainé y que se ha convertido en la tercera fundación del mundo por volumen de activos: 500 millones de euros anuales.

Un dinero que la obra social ha destinado este año a becas e investigación y, entre otros programas, a ayudar a que 6.400 empresas contraten personas en riesgo de exclusión social a través de Incorpora en un tiempo especialmente marcado por la crisis del covid. También ha dedicado 2,7 millones a la lucha contra la pobreza infantil y la exclusión social como consecuencia de la pandemia y ha formado financieramente a más de 10.000 personas. ¿El dinero digital público tendrá alma?

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