CULTURA

Jaume Sisa: «Los catalanes han confundido la política con el recital de un cantautor»

El artista barcelonés reúne letras de canciones, poemas, escritos y rumiaciones en la antología «Els llibres galàctics 1966-2018»

Jaume Sisa, fotografiado en Barcelona

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Cantautor galáctico por excelencia y entrañable vocero de la música dispersa, Jaume Sisa (Barcelona, 1948) reaparece tres años después de «Malalts de cel», su casi-que-seguro-último-disco, para vaciar cajoneras y reunir letras de canciones, poemas, rumiaciones y textos variados en «Els llibres galàctics 1966-2018» (Anagrama). El otro noi del Poble Sec , en versión antológica y concentrado en dos volúmenes, siete libros en total, que reúnen la práctica totalidad de lo que ha escrito en los últimos cincuenta años. «No sabía que había escrito tantas cosas y tan diversas», relativiza.

«La mayoría de artistas hablan de mundos en los que no viven, y yo he intentado vivir las vidas que he creado»

–¿Qué imagen de Sisa ofrecen estos «libros galácticos»? ¿Es un autorretrato o algo diferente?

–Podría ser un autorretrato en el sentido de que yo me retrato. O me dejo retratar desde diferentes ángulos. La idea básica nace de las ganas de publicar un libro de canciones, que es lo que hacen todos los cantautores, pero empecé a encontrar más material y se complicó la cosa hasta llegar a esta suerte de panorama galáctico completo.

–«He visto bien claro que estoy perdiendo el don para hacer música y las ganas de decir cosas», escribe en un diario fechado en 1990.

–Cuando te confiesas expresas el estado de ánimo de ese momento intentando no engañarte a ti mismo. Después todo puede cambiar. Es lo normal. El flujo de la vida es así: un día te levantas y te quieres suicidar y otro estás tan eufórico que te lo comerías todo. Así vamos pasando los años.

–En el prólogo se habla de la vida cantada, la soñada, la pensada, la vivida, la prestada, la escondida, la reencarnada... Muchas vidas parecen.

–Es que yo nunca he sabido muy bien quién soy, así que me he estado buscando siguiendo el precepto griego de «conócete a tí mismo». Yo salí a caminar de bien joven para ver quién era y así han ido saliendo los discos, la poesía, los escritos… Esto también es propio de la visión galáctica, donde la vida es vivida, soñada, usurpada, reencarnada… Se vive en muchos momentos y todo está dentro de uno mismo. La diferencia es que hay quién lo expresa y quién no. Al final, la necesidad de expresarse artísticamente obedece al intento de encontrar alguna respuesta. Y yo lo que he encontrado han sido respuestas provisionales que me han servido para un momento pero siempre te vuelves a encontrar delante de la incógnita.

–¿De ahí también esa necesidad de desdoblarse en otras personalidades artísticas como Ricardo Solfa o El Viajante?

–Normalmente la mayoría de artistas hablan de mundos en los que no viven, y yo he intentado vivir alguna de las vidas que he creado y hacerlo dentro de la realidad ordinaria. Pessoa se pasó toda la vida escribiendo en un café, peror vivir no vivió mucho.

–«No me considero un cantautor protesta, ni social ni espantaburgueses», escribío hace años en una carta a «El Correo Catalán» que recupera aquí. ¿Siempre se ha visto así?

–Nunca me ha interesado la canción social ni reivindicativa ni la crónica política. Es un género que considero menor e irrelevante. Pertenece al ámbito peridístico, no a la creación poética. Tampoco me interesa la crónica costumbrista. Hay gente que cultiva estos géneros y lo hace muy bien, pero a mí no me sale. Nunca me ha interesado.

–Llama la atención la gran cantidad de poesía que recogen los libros. ¿Los considera poemas por sí mismos o nacieron con vocación de canción?

–A veces no sabes si lo que te sale es una canción o un poema. Hay palabras y versos que te conducen a la música y otras que no. Sabes que viene algo, sí, pero no qué forma tendrá. Lo que siempre he procurado es que la letra de una canción tuviese la mínima calidad poética para ser entendida como un poema. Es como una prueba del nueve. Escribo y luego la guitarra se enamora de las palabras.

–¿Sigue componiendo?

-No. Ahora no hago nada. Lo que no quiere decir que no vaya a volver a hacerlo.

–Colabora en el nuevo disco de Manel.

–Sí, pero eso es como un vermú, no la comida completa.

–En cualquier caso, ¿qué signifca para usted que artistas más jóvenes reclamen sus servicios?

–Me siento como un vampiro chupando la sangre a los que son más jóvenes. Y espero que ellos, cuando lleguen a una determinada edad, hagan lo mismo. Es la ley de la vida.

–Sus opiniones sobre el «procés» y lo que está ocurriendo en Cataluña suelen ser un tanto singulares.

–Lo que está pasando es que los catalanes quieren comprar duros a cuatro pesetas pero no se atreven. Esto ya le pasó a Santiago Rusiñol, que puso una parada en La Rambla vendiendo duros a cuatro pesetas y no vendió ni uno. ¡Y eso que eran buenos! Pues ahora han comprado el «procés», que es un duro a cuatro pesetas. Pero no se lo acaban de creer;intuyen que hay gato encerrado porque saben que el precio es muy alto. Así que los catalanes, muchos catalanes, quieren la independencia pero no pagar su precio. Y así estaremos hasta que no recuperen la coherencia y entiendan que nadie vende euros a ochenta céntimos.

–¿Cómo encaja esto con la filosofía galáctica?

–Encaja perfectamente. Son sueños, fantasía. Es una cosa muy humana. Los cantautores lo entendemos, porque vendemos sueños y fantasías, no realidades, y los catalanes han confundido la política con el recital de un cantautor. Cosa rara, porque los catalanes son muy pragmáticos.

–¿Han faltado más voces críticas?

–Es que cuando te abandonas en manos de la poesía la crítica desaparece. Los catalanes han ido a un recital de un cantautor y saben que sólo son canciones, pero hacen ver como que no.

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