José García Domínguez - Punto de fuga

El asesino de Bultó

Hace unos días, la periodista Mònica Terribas decidió ofrecer los micrófonos de la radio pública catalana a un asesino convicto y confeso

José García Domínguez
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Hace unos días, la periodista Mònica Terribas decidió ofrecer los micrófonos de la radio pública catalana al sucesor de su propio padre, el sindicalista Jaume Terribas, en la dirección de cierto sindicato local proclive a la causa del separatismo, el que en su día respondió por S.O.C, más tarde rebautizado Intersindical. Asunto que no hubiese tenido mayor trascendencia si en la persona del individuo en cuestión no concurriese la circunstancia añadida de tratarse de un asesino convicto y confeso. Por más señas, hablamos del asesino del señor José María Bultó, un anciano al que el futuro sustituto de Terribas de nada conocía y a quien únicamente ansiaba robar dinero, que no otro resultó ser el móvil de su crimen, tal como el propio verdugo admitiría tras cometer salvajada tan inhumana.

Recuérdese que el luego continuador de la obra sindical de Terribas descuartizó en mil pedazos el cuerpo del señor Bultó por el sádico procedimiento de adosarle con esparadrapo una bomba a la altura del corazón. Y recuérdese también que, tras la explosión, los bomberos del Ayuntamiento de Barcelona tuvieron que emplear una jornada entera a fin de poder extraer todos los fragmentos del cadáver del señor Bultó que habían quedado incrustados en las paredes y techo de la sala. No obstante lo cual, Terribas (la hija) considera que el valor periodístico de las opiniones políticas actuales del carnicero es completamente ajeno al precedente de aquella atrocidad. Como si el sucesor de Terribas (padre) hubiese hecho algo más destacable a lo largo de su miserable existencia que matar con ensañamiento animal a un septuagenario. Como si su sórdida estampa tuviese otro interés. Porque ese pobre imbécil que segó la vida de un ser humano para nada, pues en nada cambió la Historia por su simiesca barbarie, no ha disfrutado ahora de sus cinco minutos de gloria mediática pese a haber matado a un hombre, sino gracias a haber matado a un hombre. Y es que no es un asesino cualquiera, es “su” asesino.

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