Antonio Robles - Tribuna Abierta

«Ho tornarem a fer»

Nunca fue tan adecuado afirmar que «la patria es el último refugio de los canallas»

«Ho tornarem a fer», no sólo es una frase, ni una campaña carísima de la ANC, ni un exabrupto de cualquier honorable nacionalista, ni siquiera un brindis al sol de cuatro bocazas de barra de bar, es ante todo un comportamiento. Miles de funcionarios lo apuntalan cada día desde sus puestos de trabajo, utilizando el espacio público para exaltar a los golpistas, para boicotear a los disidentes y primar a la manada, para eliminar símbolos de España, o simplemente para obstaculizar una instancia a tal o cual organización cívica no nacionalista. Todo lo que haga falta para ganar adeptos, facilitar la vida a los partidarios y obstaculizar a la Cataluña constitucionalista. No importa con qué métodos ni legalidad. Todo en nombre de la patria. Una manera de justificar conductas supremacistas, egoístas, de legitimar el odio y la exclusión, de darle al despotismo y a los derechos históricos un halo de dignidad.

Nunca fue tan adecuado afirmar que «la patria es el último refugio de los canallas». En su nombre se han envenenado a generaciones enteras de catalanes. Y se les ha convertido en carne de secta de una democracia fascista sin siquiera percatarse de ello. La perversión del lenguaje ha convertido la intolerancia en democracia, el acoso y el chantaje emocional en libertad, y el desprecio al diferente en la revolución de las sonrisas. Nunca nadie antes había vomitado tanta mierda en la tumba de la filosofía de la no violencia.

Han pervertido el orden de las cosas. Lo vean o no, frente al mal, el diálogo, la equidistancia y la piedad son cómplices del delito. Lo vean o no (los nacionalistas), el Estado de Derecho ha de reducir a estos falsos dioses al reconocimiento público de sus crímenes, porque crímenes han sido cada uno de los pasos que dieron desde Jordi Pujol para hacer creer a media Cataluña que son superiores a la otra media, que tienen derecho a odiar porque son víctimas de un Estado opresor y ladrón; y que para liberarse han de moldear a todos los catalanes a una lengua, una identidad y una nación.

«Lo volveremos a hacer» es una amenaza delictiva, aunque les ampare la libertad de expresión y no esté penada. Previo a las acciones para lograr un fin, existe un proyecto, ideas que concreten algún objetivo, y, sobre todo, la voluntad para llevarlo a cabo. Con ella empieza la agresión. Para el ordenamiento jurídico, puede que la mera voluntad no sea causa suficiente para procesar a un violador bocazas que anuncie un delito futuro, pero para el Estado debe ser suficiente para tomar medidas. ¿O qué otra cosa es la prevención del delito?

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