Antonio Piedra - No somos nadie

Nos vamos al garete

«El conservador Cameron, que Dios confunda muchos años, pasará a la historia como el tonto de capirote que jugaba con el populismo como si fuera Sansón»

Antonio Piedra
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Milagroso. Con el Brexit, se acabó de golpe la campaña electoral en Castilla y León y en la España invertebrada. Y ello por una pregunta de cajón: ¿Qué harán los soldados cuando el capitán juega a los dados? Pues qué van a hacer, doparse con los naipes. El conservador Cameron, que Dios confunda muchos años, pasará a la historia como el tonto de capirote que jugaba con el populismo como si fuera Sansón. Al final, quién se lo diría a él hace poco menos de un año, le ha ocurrido un imposible que ya se cuenta en el Quijote, «aquí morirá Sansón con todos los filisteos». Y claro, ha muerto Sansón con todos los europeístas del Reino Unido.

No le hacía falta al señor Cameron leer el Quijote, que está en castellano antiguo, para darse cuenta en su propio idioma del desastre.

Ya Shakespeare, en Macbeth concretamente, se lo advertía en un fabuloso diálogo entre el atormentado Macbeth y su amada e intrigante esposa. Ahí mismo, lady Macbeth le incita al magnicidio, y su marido le responde algo que el primer ministro Cameron debería saber puesto que, entre otras razones, estudió en Oxford: «Si todo quedara hecho una vez hecho…» Genialidad suprema pues, efectivamente, no todo está concluido una vez realizado un acto tan capital como un magnicidio o un referéndum.

¿Y por qué? Por el desastre que se origina cuando el capitán juega con tanta simpleza a las cartas. Macbeth, como buen inglés, intuía las consecuencias de su acto -matar a su señor y rey legítimo-, pero a su mujer, en cambio, eso le producía morbo. Apostaba por el cambio cruento y a ver qué pasa, so cobarde. Capital desastre. Cameron, como la mujer de Macbeth, apostó a los dados sabiendo que jugaba con fuego. Le han ganado por escaso margen, y ha sucumbido. Y con él todos los filisteos. Dentro de muy poco -un año según vaticinan economistas y sociólogos-, veremos las consecuencias del Brexit para británicos, europeos, españoles y para los castellanos y leoneses.

Para los españoles en general y para los castellano y leoneses en particular, las consecuencias del Brexit han empezado hoy mismo con unas votaciones que se plantean con la misma frivolidad que Cameron: o nos vamos con los antieuropeos de lady Macbeth y la España de Hamelín -fuera el euro y todo lo que venga de Europa, vetos fascistoides de entrada porque yo soy más guapo y decido quién es demócrata y quién no, nacionalismos a la carta, o la simpleza de que vengan cuanto antes Venezuela y Grecia para ver qué nos pasa-, o nos vamos al garete con la conciencia atribulada y dubitativa de Macbeth deshojando la margarita: nos vamos, nos quedamos. Esta noche saldremos de dudas. Pero dará igual. Nuestros políticos son tan inteligentes como Cameron y nuestra sociedad tan consecuente como la inglesa. La razón es filológica: ya no se entiende el inglés ni el español clásico o moderno.

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