Todo a una carta

Desde que Luis Tudanca decidió ponerse en manos de Pedro Sánchez, los destinos de ambos dirigentes, mal que le pese a esta Comunidad y al PSCyL, van irremisiblemente unidos. Es cierto que al secretario de los socialistas castellano y leoneses no le quedaba otra si quería aspirar al cargo que ahora ostenta; o mejor sí, haberse presentado a «pecho descubierto», para medir el apoyo real de las bases. Prefirió el atajo y ahora vive en un poco inteligente sinvivir. Si su mentor sigue el 27-J, albricias; si no lo consigue, serán dos más los que engrosarán la lista del paro. Las postelecciones no pintan bien si Sánchez continúa con sus líneas rojas, porque al final de esta legislatura fallida lo que el votante recuerda es a uno que intentó buscar trabajo de presidente, pero con un excluyente cordón sanitario contra millones de ciudadanos, lo que significaba desprecio para muchos españoles, y la imagen de un iluso, que no sabe sumar.

En Castilla y León, lo malo de Tudanca no es el dedazo de su designación, sino su insignificancia y la de su partido en este casi año de legislatura. El grupo parlamentario en Cortes ni está ni se le espera en las escasas propuestas de la Junta, aunque ante la inactividad del Gobierno regional, su grupo podría tener iniciativas. El partido sigue hecho un asco y sin despertar ilusión entre los votantes. Las federaciones en pie de guerra contenido o mostrando el rechazo hacia su gestión, como en Palencia. Contra Villarrubia además ha tenido la poca personalidad de no hacer suyo el criterio de no cambiar las listas o, dicho de otra manera, se cobija en el burladero de Ferraz para no salir al ruedo y poner orden. Palencia tragará, pero todos toman nota de que su único aval se llama Sánchez.