Mateo Díez y Merino, entre los asistentes al congreso que les han dedicado las universidades de Alcalá y Saint Louis
Mateo Díez y Merino, entre los asistentes al congreso que les han dedicado las universidades de Alcalá y Saint Louis - ISABEL PERMUY
Artes&Letras

Literatura y amistad

Luis Mateo Díez y José María Merino han reunido a expertos de universidades de medio mundo en torno a su obra en un congreso internacional celebrado en Madrid

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

A rrancaba la década de los setenta del siglo pasado cuando la literatura unió a Luis Mateo Díez y a José María Merino. Lo cuenta este último en el libro Claraboya y sus amigos (Eolas, 2014), que conmemora los cincuenta años de la revista poética leonesa: «Fue al intentar publicar mi primer libro de poemas, cuando (...) supe que Luis Mateo Díez estaba también en Madrid y me puse en contacto con él. A partir de ahí surgió una amistad entrañable».

Desde entonces, ambos han recorrido caminos literarios paralelos. Publicaron en 1972 sus primeros libros, en ambos casos de poesía (Señales de humo, Luis Mateo Díez, y Sitio de Tarifa, José María Merino) para desarrollar después una extensa obra, fundamentalmente narrativa, y en la que abunda tanto el relato corto como la novela.

Ambos leoneses y afincados en Madrid, las coincidencias personales y profesionales van mucho más allá, y con Juan Pedro Aparicio (también leonés de nacimiento y madrileño de adopción) han formado una fructífera terna de la que ha surgido un heterónimo colectivo. Y libros conjuntos: Cuentos del gallo de oro, Cuentos de la calle de la Rúa, Sabino Ordás: Las cenizas del Fénix y Palabras en la nieve, que rescata la tradición oral leonesa del filandón: la reunión de amigos y vecinos en las noches de invierno, en torno a la lumbre. Una constumbre que recrearon en la película homónima de Chema Sarmiento y, posteriormente, en otros escenarios, sin renunciar a su esencia: contar historias.

Los dos publicaron en 1972 su primer libro (de poesía) para desarrollar después una extensa obra narrativa

Lo último que han compartido Luis Mateo Díez y José María Merino es un congreso internacional organizado por la Saint Louis University-Madrid y la Universidad de Alcalá, celebrado la pasada semana bajo el título «El arte de contar» y dirigido por las profesoras Ángeles Encinar y Ana Casas. Ha sido, según recogía expresamente el título, un «homenaje» a los dos autores, que también comparten su condición de miembros de la Real Academia Española. Durante dos días, profesores de universidades de toda España (Salamanca, Zaragoza, León, Murcia, Madrid, Barcelona, Sevilla, Cádiz, Las Palmas, País Vasco, Valladolid...) y de otros países (Estados Unidos, Portugal, Inglaterra, Italia, Polonia, Alemania, México) y estudiosos de la obra de uno y otro, o de ambos, han diseccionado su creación.

Con Aparicio han formado una terna de la que han surgido un heteronómino y libros conjuntos

«Más que un homenaje ha sido una reunión de gentes muy variadas y de muy distintos sitios que han estudiado nuestra obra, una coincidencia universitaria en que se programa una reunión donde confluyen todos ellos. Tanto Merino como yo hemos tenido desde hace tiempo muchos seguidores estudiosos de nuestra obra, hay tesis y tesinas en universidades españolas, europeas y americanas... Es satisfactorio y estimulante», explica Luis Mateo Díez. «Uno oye distintas versiones sobre la obra de las que quizá no se había dado cuenta, pero eso es lo bueno, que se pueda suscitar una interpretación que no estaba prevista», señala José María Merino.

Responden por separado y parece que hubiesen pactado las respuestas. Los dos se muestran de acuerdo en que han recorrido caminos paralelos, aunque su literatura haya tomado derroteros distintos. «La de Luis es profundamente simbólica y la mía tiene más que ver con lo fantástico, aunque a veces también con lo simbólico. Son dos obras diferentes pero complementarias, se puede decir. Luis más ceñido a un territorio y a infinitos personajes, porque tiene una maestría para crear personajes increíble, lo mío más relacionado con el mundo onírico y fantástico, pero son obras que pueden convivir perfectamente», reconoce Merino. «Hay dos carreras literarias paralelas, hay un punto de referencia común y una larga amistad. Pero somos dos escritores, como ha revelado el congreso y la cantidad enorme de conferencias, muy distintos; con opciones personales, mundos propios y maneras de escribir muy diferentes», corrobora Díez.

Pero por encima de afinidades y diferencias literarias, se impone la amistad. Cuando las obras del autor de La orilla oscura llegan a las librerías, el creador de Celama ya las conoce bien, y viceversa. «Desde hace mucho tiempo he leído muchos originales de Merino antes de publicarlos y él siempre ha leído mis cosas, y nos hemos dado opiniones muy sinceras, no buscando una sociedad de halagos mutuos, eso no lo hemos tenido nunca. Merino y yo siempre hemos tenido esta conexión crítica particular y un conocimiento muy profundo de la obra del otro. Y la amistad, que es un bien maravilloso; lo que hemos tenido es la suerte de ser amigos».

Han recorrido caminos paralelos, aunque su literatura hayan seguido distintos derroteros

Por si quedase alguna duda sobre esa complicidad personal y literaria, Merino avanza que su colega y amigo desde hace más de cuarenta años tiene a punto un nuevo libro, donde volverá a demostrar esa maestría suya para crear personajes. «Lo que más nos une es la amistad, llevamos muchísimo tiempo siendo amigos y, efectivamente, en esa amistad se han ido tejiendo cosas compartidas, como la recuperación de Sabino Ordás, con Juan Pedro Aparicio, y proyectos que han ido estrechando esa amistad», añade.

La rivalidad del mundillo literario nada tiene que ver con ellos, ni entienden que se dé entre otros. «Nosotros somos más apacibles en ese sentido, si encima de tener que dedicar tu tiempo a escribir y pensar, aunque es algo muy placentero, estás dominado por los resentimientos, no se podría aguantar...», subraya José María Merino. «Quizá somos dos casos de gente sin esas pasiones torcidas, envidiosas. Somos creadores apacibles. Somos autores prolíficos, hemos tenido lectores cómplices, estudiosos que nos han leído generosamente, y hemos sido consecuentes con el reto personal que tenemos sobre lo que hacemos. Estamos más interesados en lo que escribimos que en lo que pueda pasarle a lo que escribimos. Lo que no se contradice para nada con la ambición literaria. Literariamente somos ambiciosos; personalmente, gente normal», apuntala Mateo Díez.

Y en esas están. José María Merino «enredado en todo el proceso de presentación» de Musa Décima. Luis Mateo Díez a las puertas de publicar Vicisitudes. Dos títulos más en dos trayectorias intensas, ambiciosas y amistosas.

Ver los comentarios