Sordera selectiva

De un tiempo a esta parte tenemos al político pluriempleado, lo explotamos por encima de sus posibilidades sin la menor compasión. En las ruedas de prensa les toca comparecer y a la vez realizarse las preguntas a ellos mismos. Eso si no es una «declaración institucional» de estas que han puesto de moda para no tener que contestar preguntas porque «sólo se admiten gráficos».

En los debates electorales ocurre igual, que los candidatos, como se demostró anoche en RTVE, también tuvieron que hacer de moderador. Fueron políticos y periodistas a la vez. «Celebro que me haga usted esa pregunta…», se felicitaban y después respondían a otra cuestión completamente distinta que se debían de haber formulado ellos solos. Si el periodista indagaba sobre los malos índices de natalidad en la región, los candidatos confiaban en que será buen año de lechugas. Si por el contrario preguntaba sobre el futuro laboral de los jóvenes para que no tengan que marcharse a Madrid, el servidor de lo público contestaba que qué bonito es el acueducto de Segovia. Todo así.

Da igual lo que se pregunte porque los políticos siempre responden otra cosa. El truco quizá sea hacer muchas preguntas a ver si con suerte en alguna responden a lo que de verdad interesa. Y digo que con suerte porque los que más trabajan últimamente son los políticos de Vox, que hacen de político y a la vez de censor. Es curioso que se quejen y hasta judicialicen que no se les invitara al debate de ayer –no tienen grupo parlamentario propio y la ley únicamente exige que debatan los partidos con al menos cinco procuradores o el cinco por ciento de los votos–. Pero cuando los medios preguntamos algo estos días en Vox esquivan el tema –el que sea–. Ignoran al periodista y hacen oídos sordos porque muchas ganas de debatir no tendrán en realidad.