Fernando Conde - AL PAIRO

Va a haber tortas

«El hecho de ser la novia pretendida por varios no sólo no asegura un buen casamiento, sino que muchas veces aboca irremediablemente a una soltería mortecina y de por vida»

Fernando Conde

En estos últimos días se está recordando mucho –especialmente desde esas filas socialistas que ven con nitidez la paja en el ojo ajeno– aquel pacto que, en Castilla y León, llevó al CDS a gobernar en coalición con el PP de Aznar. El final de aquella legislatura fue un réquiem para la formación política creada por el expresidente Suárez. Y se recuerda, aunque no se diga expresamente, por lo que de aviso a navegantes tiene para el partido de Albert Rivera ahora que toca reeditar pactos de gobierno en media España. El hecho de ser la novia pretendida por varios no sólo no asegura un buen casamiento, sino que muchas veces aboca irremediablemente a una soltería mortecina y de por vida. Hacen bien Tudanca y los suyos en advertir a Igea de tal hecho, pero a poco que el líder naranja medite sobre el asunto, debería caer en la cuenta de que, de gobernar en coalición con el PSOE –y salvo que éste estuviera dispuesto a cederle la presidencia de la Junta–, el efecto devastador para su partido sería exactamente el mismo: muerte por fagocitación.

De ahí que, con esas mimbres no resulte extraño, aunque sea sobredimensionar sin rubor el reflejo de los votos obtenidos en las urnas, que Ciudadanos Castilla y León pida, para llegar a un acuerdo de legislatura con el PP, el oro y el moro. Así, entre sus demandas estaría la de la potestad de poner –y quitar– a la mitad del gobierno. Pero no cualquier mitad, sino una mitad bien medida que incluiría las consejerías de Sanidad y Educación, como piezas de caza mayor, y de menor, dos o tres consejerías más de menor enjundia.

Sin duda ese es el objetivo del estratega Igea, en lo que no puede interpretarse de otra forma que no sea una clara intención de lograr una bicefalia de facto y de acción dentro de un gobierno en el que unos consejeros reportarían al presidenciable Mañueco (pongamos que el patito feo de Hacienda, la madrastra de Empleo, la siempre insatisfecha Agricultura, la marchitada de Medio Ambiente y la sistemáticamente maltratada Cultura y Turismo), y otros al vicepresidenciable Igea (las citadas de Sanidad y Educación, más Economía, Familia e Igualdad, y… –ahora llega cuando la matan–). Falta de repartir una y el sagaz lector ya habrá adivinado que no es otra que la de Presidencia, a la que tradicionalmente se adscribe la portavocía de la Junta y el famoso plan de medios. Y por esa es por la que se batirán el cobre hasta la extenuación. Porque cualquier político sabe que el mensaje es lo fundamental y que de lo que se cuente y de cómo se cuente depende muchas veces la supervivencia futura. Va a haber tortas.

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