Expertos simbolizan en el movimiento comunero el germen de los parlamentos autonómicos actuales

Abogan por «aprovechar la rebelión comunera, que fue moderna en su época, para presentarla como un sistema de reparto del poder y representación de las instituciones»

El presidente de las Cortes de Castilla y León, Luis Fuentes, inaugura la jornada "El Parlamentarismo antes y después del Movimiento Comunero" ICAL

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Varios expertos, entre los que se encontraban representantes institucionales y estudiosos, pusieron este miércoles en valor que el movimiento comunero, surgido hace cinco siglos, es el origen del parlamentarismo actual . Así lo aseguraron los presidentes de los parlamentos autonómicos de Madrid y Castilla-La Mancha, además del profesor Eduardo Fernández y el economista Ramón Tamames, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, quienes simbolizaron y remarcaron la relevancia de la revuelta que tuvo lugar en numerosas ciudades de Castilla y que sirvió para elevar la «participación del pueblo».

En este sentido, recoge Ical, abogaron por «aprovechar la rebelión comunera, que fue moderna en su época, para presentarla como un sistema de reparto del poder y representación de las instituciones» . De este modo se puso de manifiesto en la jornada 'El Parlamentarismo antes y después del Movimiento Comunero', inaugurada por el presidente de las Cortes de Castilla y León, Luis Fuentes, y que se enmarca en la conmemoración del V Centenario de la Guerra de los Comuneros en 1521.

En el foro, celebrado íntegramente por vía telemática, participaron sus homólogos de Castilla-La Mancha y Madrid, Pablo Bellido y Juan Trinidad , respectivamente, además de los profesores Eduardo Fernández y Ramón Tamames .

Así, Pablo Bellido reconoció que la revuelta comunera «ha tenido muchas interpretaciones en la Historia, e incluso apropiaciones». Recordó que tiene origen y fin en la ciudad de Toledo, con la figura de María Pacheco, una«verdadera defensora del movimiento comunero, la última que huyó y que falleció sin el perdón del rey». «Fue un momento en que las mujeres tuvieron relevancia aunque la Historia las haya tapado», defendió.

También sostuvo que «no es casual el nombre de Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha», sino que es una «clara referencia» al movimiento de cinco siglos atrás. Bellido señaló que «todas las interpretaciones sobre la rebelión son muy respetables», pero «independientemente de los intereses que contenía aquel movimiento, es el antecedente de los parlamentos autonómicos». «Nuestro papel debería ser huir del presentismo, de por qué este movimiento tuvo empaque y quedarnos con la estela y herencia tremendamente aprovechable para el parlamentarismo y articular las políticas actuales», explicó.

Por ello, resumió, «frente a otras 'Españas'» reivindicó la «nuestra, la de la Transición, de encuentro, y este movimiento centenario, idea del parlamentarismo, que busque que las cámaras sean espacios de concordia y búsqueda de diálogo». «La debilidad es la confrontación y la fortaleza saber pactar», anotó.

Por su parte, el presidente de la Asamblea de Madrid, Juan Trinidad, habló de dos puntos sobre su percepción del movimiento. Por un lado, algunos lo definen como «interpretación de una rebelión medieval, sin más, de defensa de derechos que se creían que se estaban perdiendo ante la llegada de Carlos I». Pero destacó el segundo punto, «la rebelión moderna». «Había ciudades que querían ir un poco más allá. Es la parte más interesante de este movimiento en el marco del parlamentarismo tal y como lo comprendemos hoy. Esa parte moderna es la sensación de comunidad, que iba más allá de la ciudad. Es el germen de soberanía nacional, de generación de nación. Es la gran aportación de esta rebelión al parlamentarismo actual», insistió Trinidad.

Desde un punto de vista más histórico trató el movimiento comunero el profesor Ramón Tamames, quien recordó que hace cinco siglos las Cortes «ventilaban cuestiones como la moneda, los tributos, las relaciones, la nacionalidad a foráneos, etc», y eso era así porque en el «momento de las Comunidades de Castilla había problemas muy importantes». Así, explicó que en 1518 las Cortes de Valladolid observaron “que el nuevo rey venía con pretensiones importantes y con la idea de recaudar para financiar su viaje a Alemania, donde le habían nombrado emperador”.

Castellanizar la administración

«Castellanizar una administración que habían saqueado los flamencos» era uno de los objetivos de las Cortes en aquella épica. Por eso, dijo, se ha considerado que las comunidades «tienen un concepto burgués, cuando Castilla era muy poderosa ya antes de 1.500». Fue a partir de esa época cuando comenzó un «cierto declive, con la potenciación de Sevilla», lo que levantó un «rescoldo de indignación de Castilla, que no soportó esos pasos del rey Carlos». De ahí que las Cortes «empezaron a tener menos importancia».

Con la llegada de los decretos de nueva planta, el Gobierno «era absolutista total y las Cortes ya no se reúnen más». Hasta 1.810 no renacen con las Cortes de Cádiz, «pero que tienen poco que ver con el parlamentarismo medieval«.

Igualmente, el profesor de la Universidad de León Eduardo Fernández, ya fuera de la política, recordó que en su ciudad el sentido de orgullo vinculado al parlamentarismo es importante desde que la UNESCO reconoció en 2013 el sistema más antiguo de Europa con los Decreta de 1188. Fernández señaló que las Cortes eran la «representación de imposición fiscal», y por eso, «poco se parecen a la función insustituible actual de los parlamentos de controlar al gobierno».

El expolítico leonés se despidió con una cita de Alonso Castrillo, precisamente en el propio año 1521, en el que señalaba que 'Por ninguna cosa es averiguado quien sea el ciudadano, sino por la participación del poder'. «Vaya frase, con ciudadano y poder juntos, y comparado con el poder absoluto de años posteriores», exclamó Fernández.

Absorción del legado histórico

Los ponentes también abogaron por absorber el legado histórico de las revueltas comuneras. Así, el presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha, pidió «aprovechar para presentar el movimiento comunero como un sistema de reparto del poder y representación de las instituciones, que huye de la visión descentralizadora». «Ojalá podamos trasladar este papel como palanca de futuro, de participación más abierta, presencia de la mujer y, en definitiva, que sea provechoso para el futuro». «Me lo impongo para Castilla-La Mancha, Beberemos del gran trabajo de Castilla y León, que es muy enriquecedor al respecto», valoró.

Al respecto, Juan Trinidad coincidió en la reflexión de su 'colega' manchego y no escondió la autocrítica sobre el «momento crítico de desafección entre la ciudadanía y el sector político». «No debemos perder esta perspectiva. No estamos ayudando mucho en los parlamentos», comentó Trinidad, quien señaló que en la Asamblea madrileña «a veces estamos nueve o diez horas y desgraciadamente lo que es noticia son las broncas». «Últimamente no se acuerdan medidas ni se dialogan; y eso se traslada a la sociedad, que asume como normal la confrontación política, y eso preocupa», asintió.

En este punto, Ramón Tamanes lanzó una propuesta para “reactualizar el parlamentarismo autonómico y nacional de forma razonable, mediante la disminución del número de componentes a un tercio de las cifras actuales”. Y recordó que él fue el que propuso que se llamara Asamblea de Madrid. Al respecto, y por alusiones, el presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha recordó que ya sólo cuentan con 33 parlamentarios, en el que es el “más barato de España”.

«Ni villanos ni defensores»

La jornada fue clausurada por el comisionado del proyecto 'El tiempo de la libertad. Comuneros V Centenario', el catedrático Salvador Rus. A su juicio, los comuneros fueron «personales de frontera que no eran ni villanos ni defensores de la libertad». «Nada de eso se ajusta a la realidad. Su primera gran lección es que actuaron unidos por unas ideas», defendió.

A su juicio, la rebelión «no fue contra Carlos, sino contra la forma de gobernar de una serie de personajes que rodeaban al rey y que entendían el poder como beneficio propio». De ahí que «fueran unos innovadores porque querían lo mejor para su reino y su rey» ¿Cómo? «Haciendo protagonista al pueblo, aumentando su participación activamente».

Rus invitó a entender las comunidades de Castilla «como una forma de organización y no como una disputa contra la monarquía, contra la que no se confrontó». «Fue siempre constructiva y unos y otros formaban parte de una realidad compartida, sin perder su personalidad, que es lo que caracteriza al ser humano», sostuvo, para concluir que los comuneros «fueron unos pioneros».

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