Coronavirus: armados con mucha vocación

Recién licenciados en Medicina y estudiantes de Enfermería echan una mano para luchar contra el virus

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Enrique C. Fraile y Sara Arribas permanecían en sus casas esperando para poder elegir plaza para su formación como residentes y se presentaron para colaborar en Segovia

M. ANTOLÍN

Era el momento de arrimar el hombro y no lo dudaron. La situación era extrema, una crisis sanitaria sin precedentes provocada por un virus que se expandía con rapidez dejando muchas víctimas mortales a su paso. Y es que lo que podría parecer una película de ciencia ficción era desgraciadamente real y se necesitaban médicos, enfermeras y auxiliares para combatir al enemigo. Pese a su juventud y escasa experiencia, decidieron arremangarse y luchar en primera línea armados con mucha vocación, ilusión y ganas de ayudar. Recién licenciados en Medicina, con el MIR aprobado el pasado mes de enero , y estudiantes de enfermería de los últimos cursos se prestaron voluntarios y a día de hoy siguen haciendo frente al Covid-19 en puestos supervisados, pero que son muy importantes en esta lucha.

Prácticamente recién salidos de las aulas, se pusieron a disposición de Sanidad - ya son más de 4.000 profesionales voluntarios entre los que también hay sanitarios jubilados- y han saltado directamente a hospitales, centros de salud y residencias de mayores en una situación que en un principio les creaba vértigo, pero que en poco tiempo, y siempre con ayuda de personal con más años de trayectoria, supieron controlar para sumarse y apoyar como pueden al «ejército» sanitario de la Comunidad que está combatiendo la pandemia.

Seguimiento de los leves

Sara Arribas y Enrique Carlos Fraile permanecían en sus casas esperando para poder elegir plaza para su formación como residentes y se presentaron para colaborar en Segovia . Al poco tiempo recibieron la llamada de que su ayuda era bienvenida. Se colegiaron y desde entonces hacen la labor de seguimiento telefónico desde el centro de salud Segovia I a los pacientes con coronavirus que permanecen en sus domicilios con una sintomatología leve. En función de cada caso y siguiendo un protocolo de actuación marcado, llaman cada uno, dos o tres días para comprobar el estado de los enfermos y cómo se encuentran. «Ante cualquier duda, hay alguna persona de referencia con nosotros. Nos tratan muy bien y nos sentimos respaldados», explica Sara.

Los positivos ya han disminuido y el ritmo de trabajo también, pero al principio fue «trepidante». «Fue como hacerte mayor de repente», detalla, porque había ocasiones en las que se sentía «pequeña» en el que es su primer contacto profesional con la Medicina. Pero su vocación fue más fuerte que esas sensaciones y hoy está convencida de haber hecho lo correcto porque el lugar al que se le ha destinado «es un buen sitio para ayudar». «No molestamos y quitamos tarea», considera.

Samuel Vega está de apoyo en el triaje del Hospital Río Carrión de Palencia

La situación es hoy «un poco mejor», las personas a las que hacen seguimiento «llevan ya un tiempo» y «eso tranquiliza» porque «no es un grupo masivo como al principio», explica, por su parte, Enrique Carlos Fraile, que también colabora durante estos días en el centro de salud Segovia I . «Las personas con las que hablamos tienen dudas de si pueden contagiar o no y hay mucha gente mayor que se tranquiliza mucho cuando les preguntamos qué tal se encuentra», relata.

Es en esta labor en la que se ha dado cuenta del papel «importantísimo» que tiene la Atención Primaria. «Somos como un cortafuegos, es muy importante detectar los casos a tiempo y hacer así que no puedan ser más graves». «En la carrera no nos enseñan a enfrentarnos a una situación como ésta y al principio estaba un poco desubicado, pero me ha encantado entrar así en la Medicina», explica convencido de que ha escogido «la carrera perfecta» y de que está «ayudando en algo importante».

También en seguimiento comenzó a colaborar Samuel Vega, con el examen MIR también aprobado en enero . A las dos semanas pasó a apoyar en el triaje del Hospital del Río Carrión de Palencia -una labor que ya desarrolló en el primer destino-, donde detectan los posibles casos. Junto a otros diez jóvenes decidió prestar su apoyo en Palencia en estos momentos tan complicados. «Tenía ganas de echar una mano. Hemos estado siete años estudiando y sería muy frustrante no poder ayudar cuando más falta hace», asegura.

La adaptación a su primer contacto con la Medicina fuera de las aulas ha ido mejor de lo que esperaba. «Estamos siempre acompañados y nos han tratado muy bien». «Me ha servido para ir perdiendo el miedo, me está ayudando muchísimo y lo agradeceré cuando comience la residencia», explica convencido Samuel.

Sara Arias tiene pendientes asignaturas de los últimos cursos de Enfermería , pero cuando se enteró por una amiga de que los sanitarios de su rama «hacían mucha falta» se presentó para colaborar. «A lo mejor en algún sitio puedo echar una mano», pensó, y al poco tiempo recibió la llamada para incorporarse a una residencia de ancianos en Ortigosa (Segovia). Allí está realizando su «primera experiencia profesional» fuera de la carrera y se encarga de suministrar medicación y de las curas.

Varios sanitarios están de baja en el centro y los test realizados han mostrado que muchos usuarios han padecido la enfermedad, pero no han mostrado síntomas. «Pero creemos que lo más grave ya ha pasado y estamos más tranquilos», relata. El miedo al contagio no influye en su trabajo. «Estoy muy bien protegida», señala una joven que los primeros días sí estuvo «nerviosa», pero, con la ayuda que le han prestado, «en dos o tres días» controló la situación y aportó su trabajo a la lucha contra la pandemia.

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