Ignacio Miranda - Por mi vereda

Aire no nuestro

«Los drones de Montoro sobrevolarán nuestras cabezas y bienes, tanto urbanos como rústicos, hasta el próximo mes de noviembre»

Ignacio Miranda
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Ahora que dejamos atrás las nieblas, con la atmósfera impoluta por efecto de los temporales de lluvia y viento, ocupan sus hangares en perfecto estado de revista los drones que próximanente surcarán los cielos de 326 municipios de Castilla y León para detectar construcciones que no tributan, contratados por la Dirección General del Catastro. Igual que el bergantín de Espronceda volaba por los mares viento en popa a toda vela, Hacienda continúa su fiebre recaudadora por medio de estos aparatos para tomar imágenes aéreas actuales, remitidas después a los ayuntamientos con el fin de poner al día el censo del IBI.

Temidos como el velero del poeta de Almendralejo, los drones de Montoro sobrevolarán nuestras cabezas y bienes, tanto urbanos como rústicos, hasta el próximo mes de noviembre.

Este ojo que todo lo ve desde el aire posee especial sensibilidad para pillar pequeñas edificaciones de nueva planta que pueden haberse levantado sin licencia: cobertizos, casetas de herramientas, cocheras, merenderos, tenadas, apriscos, zahúrdas, caballerizas, gallineros y, sobre todo, piscinas. Lo de estas últimas suena a fijación, cuando no son más que albercas para refrescarse en pleno estío y bien prácticas para que los helicópteros llenen sus bambis cuando sofocan incendios. Parece mentira que don Cristóbal, oriundo de Jaén, de la España seca, no repare en semejante ventaja medioambiental.

Durante la anterior campaña, la cosecha alcanzó en Castilla y León los 164.000 inmuebles regularizados. En Zamora, por ejemplo, se descubrió que casi el 22 por ciento de las propiedades revisadas contaban con construcciones que no pagaban el impuesto correctamente. A veces, la foto aérea se equivoca. Incluye pérgolas y barbacoas, o confunde un estanque de tencas con una piscina. En esos casos el sufrido ciudadano puede reclamar. Porque el «Aire nuestro» que cantara Jorge Guillén lo es cada vez menos. Nos toca compartirlo con los drones delatores. Nos tienen más controlados que a los Pujol.

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