Los poetas Jesús Maroto y Santiago Sastre suben por la calle Chapinería desde la Puerta del Reloj
Los poetas Jesús Maroto y Santiago Sastre suben por la calle Chapinería desde la Puerta del Reloj - A.P.HERRERA
100 NÚMEROS ARTES&LETRAS

Siempre nos quedará la poesía

Los poetas han sido pura dinamita entre la blancura imperfecta de las páginas de Artes&Letras

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Lo dice Jorge Edwards. Vivimos en un mundo árido,desbordado a menudo por fenómenos enfermizos, y la poesía, con esa sublime apariencia de inutilidad, es una manera de volver a lo esencial. Durante los seis últimos años, esa esencia del mundo se ha asomado por las ventanas de este Artes&Letras con múltiples rostros y, frente al frío del otoño, a la realidad adocenada, «los poetas han alzado su voz, ávida de calor, de hogueras, de luz» ( Andrés García Cerdán).

Pura dinamita, sí, entre la blancura imperfecta de estas páginas, ha sido la poesía; un grito, una bofetada, una caricia a deshora, un mágico susurro que se eleva sobre el ruido del tráfico y la rutina.

Del elegante Jesús Marotoy su larga ristra de poetas invitados a su sección Universos, a Beatriz Villacañas, hija del aire; o de Pedro Antonio González Moreno, el poeta que escribe con savia porque se le acabó la tinta, a Constantino Molina, que nos transporta al paraíso en el pico de un ruiseñor. Y tantos otros, como Santiago Sastre, que consuela dulcemente a los lagartos llorones de García Lorca.

Y allá lejos, ultramar, estará siempre Hilario Barrero, ojo avizor desde su apartamento en Brooklyn con vistas a Prospect Park y a la torre de Santo Tomé, en Toledo, contemplando las golondrinas enloquecidas en los atardeceres de verano.

Cuando todo esté perdido, siempre nos quedará la poesía. Dejadla cantar.

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