CASTILLA-LA MANCHA

Los médicos rurales, los grandes olvidados en la lucha contra el coronavirus

Estos profesionales sanitarios han sido la punta de lanza contra el Covid-19, al contener al virus en los pueblos para no colapsar los hospitales, a pesar de la escasez de recursos

Última hora del coronavirus

Imagen de archivo de un consultorio médico en un pueblo ICAL
Mariano Cebrián

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Todos los días, cuando uno enciende la televisión y la radio, las noticias del coronavirus son las que abren todos los informativos. Pero las imágenes o la mayor parte de los testimonios son de personas y trabajadores, sobre todo sanitarios, de los grandes núcleos urbanos. ¿Acaso a los pequeños pueblos de la España vaciada no ha llegado el Covid-19? Desde luego que sí, y han sido los médicos rurales de esas zonas los que han contribuido a que la crisis sanitaria no haya ido más lejos, aunque su papel haya quedado difuminado por las grandes cifras.

Un ejemplo de ese buen hacer lo representa Antonio González Cabrera (Córdoba, 1956), que llegó en 1979 desde su Andalucía natal con un contrato de tres meses a San Pedro (Albacete), enclavado en la Sierra de Alcaraz, donde lleva ya 41 años ejerciendo de médico de atención primaria. Eso sí, por más que ha pasado el tiempo, no ha perdido su acento del sur y, aunque tiene 64 años y estaría a punto de jubilarse, lo tiene claro: «Yo no pienso retirarme. Moriré en los escenarios, como los grandes artistas».

Este profesional, con una larga trayectoria a sus espaldas, dice que no ha vivido nada parecido a lo que ha visto durante la pandemia del coronavirus, aunque después de unas semanas de ajetreo ahora ve la luz al final del túnel. «Hoy por hoy -asegura a ABC- no estamos mal porque la bajada del número de casos la estamos notando en las consultas de atención primaria y progresivamente se va entrando en una cierta normalidad, sin que sea total, ya que seguimos con la teleconsulta y hay algunas prestaciones médicas a pacientes con otras patologías pendientes de recuperar».

Aún así, los médicos rurales siguen exigiendo más recursos y más medios porque, a juicio de González Cabrera, «la atención primaria ha sido la hermana pobre de la sanidad desde la crisis económica de 2008, cuando se recortó más en este ámbito que en la asistencia hospitalaria. Durante estos años hemos capeado el temporal, pero hasta que no hemos sufrido una crisis sanitaria como la que estamos viviendo ahora no ha sido tan evidente».

Cree que si ahora la atención primaria va a tener el papel de red centinela contra el coronavirus para evitar un rebrote van a necesitar más recursos, aparte de más material de protección, pero sobre todo más personal para rastrear y detectar los posibles casos que vayan surgiendo, y para hacer un seguimiento de cada uno de ellos.

Antonio González Cabrera, médico en San Pedro (Albacete)

Un problema añadido de estas zonas donde ejercen los médicos rurales es que tienen que atender a un gran número de población envejecida, que son el blanco más fácil. Hasta esta semana, además, según cuenta este médico rural que ejerce en San Pedro, los profesionales sanitarios no han recibido los test y la metodología para detectar casos positivos, algo que se ha podido hacer ya en una residencia de mayores tanto a los residentes como a los trabajadores.

«Si hubiéramos podido disponer de los test y de las pruebas PCR (siglas en inglés de Reacción en cadena de polimerasa) cuando se inició la pandemia, se habrían evitado muchos casos», manifiesta el doctor González Cabrera. Aun así, cree que «es un error pedir un test masivo a toda la población, ya que tienen que ser selectivos; otra cosa es que se atienda masivamente a todos los casos». Además, y muy importante, señala: «La realización de un test la tiene que decidir un profesional sanitario, y no un político».

«Se quejan de que hay gente a la que no se le ha hecho ningún test, pero es que hay gente a la que se le ha hecho hasta cinco. Por lo tanto, esto no es una cuestión del ministro ni del presidente, sino que tienen que ser los técnicos los que decidan y no debe haber injerencia política en las decisiones sanitarias. Otra cosa es la coordinación entre los dos ámbitos, que sí que es necesaria para tomar llevar a cabo las medidas oportunas», subraya.

El doctor González Cabrera ha tenido que atender durante estas semanas unos 40 casos, un número parecido al que hayan tenido sus compañeros del centro de salud de San Pedro , municipio albaceteño que cuenta con una población de unos 1.200 habitantes. Sin embargo, ahora sólo está haciendo el seguimiento de dos personas.

«Si esa es la proporción normal, podemos decir que no ha sido una situación de desbordamiento, pero sí que nos ha pillado por sorpresa», señala. Lo que sí recuerda el facultativo es que a finales de enero y en febrero ya estuvieron viendo algunos casos de gripes extrañas que no las declararon como una alerta sanitaria porque ni ellos mismos sabían de qué se trataba. Por eso, su conclusión es la siguiente: «Lo más importante de todo esto es que aprendamos de la experiencia y estar preparados para que una nueva situación de este tipo no nos coja de improviso, para lo que son necesarios más medios».

Más inversión en sanidad e investigación

«Lo que no tiene ni pies ni cabeza es que los test que se han fabricado en Alemania para contener la pandemia hayan sido hechos en muchos casos por investigadores españoles que se marcharon de nuestro país porque aquí no se les dio ninguna oportunidad, cuando encima se formaron en nuestras universidades con nuestros propios impuestos. En fin, una pena», se queja.

En cualquier caso, Antonio González reconoce que los aplausos que suenan todos los días a las ocho de la tarde reconfortan muchísimo porque el reconocimiento de los ciudadanos a la labor que están llevando a cabo, no sólo los profesionales sanitarios sino todas los trabajadores implicados en esta pandemia, es «importantísimo». Además, dice que les anima para seguir adelante en su tarea, aunque lamenta que no se les apoyara más en la época de los recortes tras la anterior crisis económica.

Por eso, cree que los aplausos deberían convertirse en una reivindicación ciudadana para exigir más medios para sanidad y más inversión en investigación y desarrollo de ciencia y tecnología, para lo que se apoya en la diferencia en las cifras entre Alemania y España, ya que el Estado alemán destina un 3% con respecto a su PIB (Producto Interior Bruto), más del doble a I+D+i que en nuestro país, donde no llega ni al 2%.

Mario Ballesteros García, médico en El Real de San Vicente (Toledo)

Más de 300 kilómetros separan San Pedro de El Real de San Vicente (Toledo), donde lleva más de diez años ejerciendo como médico de atención primaria Mario Ballesteros . Pese a sus 39 años, está curtido ya en mil batallas y la experiencia adquirida durante estas semanas le ha servido también para sacarse un «máster» en medicina. Además, esta zona de sierra de la provincia de Toledo, que linda con la de Ávila, fue donde se dio el primer caso positivo de Covid-19 en todo el área sanitaria de Talavera de la Reina por una persona procedente de la Comunidad de Madrid y, aunque ahora no tienen ningún caso, han pasado una época bastante complicada debido a la pandemia.

En El Real de San Vicente han tenido que lamentar la muerte de tres personas por este motivo, todos contagios originados por personas desplazadas de Madrid. Actualmente han superado la enfermedad una veintena de casos y habrá en la zona básica de salud en torno a 50 pacientes en aislamiento preventivo por síntomas sospechosos. El número de fallecidos es notablemente mayor si se computan otros pueblos de la zona como Castillo de Bayuela o San Román de los Montes, donde se ha vivido una situación especialmente dramática en su residencia de ancianos.

«Ahora la situación es de calma tensa», afirma Mario a ABC, que indica que están precavidos, ya que siguen atendiendo a muchos pacientes, sobre todo población envejecida, por otro tipo de patologías, pero a los que se les está detectando el coronavirus por la falta de pruebas en semanas anteriores, cuando no disponían de medios suficientes.

En su opinión, «la atención primaria, no sólo la rural sino también en grandes núcleos urbanos, ha hecho una labor de contención del virus brutal, ya que miles de pacientes se han curado o no han tenido que pasar por un hospital, evitando así más contagios, gracias al trabajo desarrollado por estos especialistas médicos».

Profesionales que, además, han sufrido en sus propias carnes las consecuencias de la enfermedad porque la mitad de la plantilla sanitaria del centro de salud de El Real de San Vicente ha estado aislado con síntomas y el 20% de trabajadores han dado positivo. Un porcentaje que podría ser más alta, teniendo en cuenta que no se ha hecho pruebas a la mayoría de ellos, al no contar con test y PCR, critica el doctor Ballesteros.

Con lo que se queda es con el reconocimiento de la gente, que en su caso es mucho más cercano, ya que el vínculo con los pacientes en un pueblo es mucho mayor. «Sus aplausos son como un premio a nuestro trabajo», dice con orgullo. De hecho, subraya que «ser médico rural es una profesión muy vocacional, puesto que renuncias a muchas cosas para dedicarte de lleno a atender a tus vecinos».

Algo que, a su juicio, no ha sido reconocido por el gobierno ni por ninguna institución. De ahí que Mario concluya con la siguiente reflexión: «Somos los grandes invisibles de la crisis sanitaria . En el medio rural nos sentimos abandonados y este reconocimiento es mucho menor, ya que estamos en zonas muy amplias con poca población y muy envejecida, lo que viene llamándose la España vaciada, a la que no se tiene en cuenta porque representan pocos votos en las elecciones».

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