Gustavo Reneses - Babilonia en Guagua

El escaparate

Seguimos en debates estériles como si de un Barça-Madrid se tratara, sobre la belleza o falta de idiomas de uno u otro candidato. Sobre el pelo, la coleta, la calva, la arruga o el maquillaje

Gustavo Reneses
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En estos días azules comienza un mes que promete ser raro. Por lo general, diciembre siempre ha sido un mes que se da a ello, es mes de cierres y balances, de ebrias celebraciones con cualquier excusa, de reencuentros familiares -no siempre afectivos-, y esta vez se le suma la campaña electoral que arranca en unas horas y que busca posaderas para sentarse en la poltrona nacional.

Otra cosa no, pero conversación tendremos para rato, a la dicotomía perfume/corbata se le suman las apuestas por ver quien la tiene más larga. La nariz, se entiende, después de estos quince días de prometer lo imposible con tal de rascar un puñado de votos, lo de Pinocho va a quedarse corto.

Y es que los seres humanos somos un animal que no sólo tropieza dos veces con la misma piedra, sino que si hay que hacerlo quince veces, se hace.

En este caso volvemos a caer en lo de mentir y dejarnos mentir en la quincena previa a meterla doblada. Entiéndase la papeleta en la urna.

En este caso algunos electables, ya se han puesto en marcha volviendo a prometer decenas de miles de empleos. Que sean de calidad y con dignidad para los trabajadores, es otra cosa. Se vuelven a prometer millones de euros para resolver muchas cosas, aunque ya se verá de dónde se rascan –y cómo se devuelven-. Y el respetable aplaude como si no hubiera un mañana.

Uno puede pecar de ser poco nostálgico, pero lo de los reyes magos aparte de caer unas semanas después, una vez pasado el ecuador de la pubertad no tiene mucha gracia. Aunque algunos todavía no se han enterado y juegan a ser mágicas majestades por unas semanas. O mágicos presidentes de república, en este caso la magia es invariable al sistema de gobierno. Todo sea por montarse. Encima del escaño también. A ser posible.

Una campaña electoral, es un balance, un análisis certero y una propuesta que sea realista y que sirva de compromiso entre personas. Lejos quedan los escaparates del Precio Justo, pero a muchos no les importa y se lanzan “a jugar”, cuando la prudencia y la ética aconsejan que éste, precisamente no es el momento.

El cortoplacismo y la autocomplacencia siguen de moda, ante eso, cualquier esfuerzo por tomarse en serio a los millones de parados, a los desheredados del sistema, a inmigrantes y emigrantes, a los dependientes, a los estudiantes o la maltratada masa laboral de autónomos, cae en saco roto. Todos ellos quedarán en el olvido cuando se jure el escaño delante de la biblia y de un crucifijo. Por que hasta en eso, seguimos siendo un país anclado en el oscuro costumbrismo.

Seguimos en debates estériles como si de un Barça-Madrid se tratara, sobre la belleza o falta de idiomas de uno u otro candidato. Sobre el pelo, la coleta, la calva, la arruga o el maquillaje. Nadie pide responsabilidades sobre las promesas vomitadas delante de un micrófono, ni sobre la ejecución de un brillante trabajo al frente de lo público ni, mucho menos, un compromiso con la dignidad de las condiciones vitales de la ciudadanía.

Buenos días, y por si no volvemos a vernos: Buenos días, buenas tardes y buenas noches.

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