Feria del Pilar, un paseo por la historia
De las broncas a Joselito y Belmonte y los triunfos de Paquirri, a la alternativa de El Tato
Un recorrido por lo sucedido en la Misericordia en 1917, medio siglo atrás y hace veinticinco años
Echar la vista atrás es el mejor ejercicio para disfrutar del presente y afrontar el futuro. En la plaza de toros de la Misericordia se han escrito páginas muy importantes de la historia de la Tauromaquia, y por ende de la historia de Aragón. En sus más de dos siglos y medio de vida, han convivido tardes de gloria y llanto, junto a días de sonoros fracasos. La Fiesta, el toreo en toda su dimensión.
Se cumple ahora un siglo de la reforma del coso zaragozano que le dio el aspecto exterior que todos conocemos. En 1917 se remodeló y se amplió su capacidad . La competencia entre los novilleros zaragozanos Herrerín y Ballesteros obligó a agrandar sus tendidos. Sin embargo, ninguno de los dos toreros vio culminar la obra. Herrerín murió en la plaza de Cadiz en 1914, todavía como novillero, y Ballesteros en la de Madrid, en abril de aquel año 17, cuando era uno de los toreros jóvenes llamados a ocupar un lugar de privilegio.
Las obras permitieron celebrar la Feria del Pilar de 1917, en un momento en que la afición zaragozana se encontraba aún bajo el impacto de la desaparición de sus dos ídolos.
En las cuatro corridas actuaron Joselito y Belmonte , acompañados por Saleri y Fortuna . En ninguna hubo un triunfo resonante, y pese a la oreja que cortó el pequeño de los Gallo a sendos toros de Concha y Sierra y Trespalacios, las protestas y las broncas se sucedieron a lo largo del ciclo. En la segunda corrida, los toros de Antonio Flores, fueron tildados de «novillejos», y las cosas se enconaron tanto que en último festejo, con toros de Miura, incluso aparecieron en los tendidos carteles contra Joselito y Belmonte. Era la temida afición de Zaragoza.
Si echamos la vista cincuenta años atrás, las cosas no empezaron bien con una corrida de Benítez Cubero, que para el crítico de ABC, Antonio Diaz Cañabate, eran «novillos». Antoñete y El Cordobés pasaron la tarde como pudieron y con el astado de más cuajo, Paquirri triunfó cortando dos orejas. Dos días más tarde, le ofrecieron la sustitución de Diego Puerta, herido, y le cortó las dos orejas y el rabo a un buen toro de Lisardo Sánchez.
Las broncas de la primera tarde aconsejaron cambiar la corrida de Amelia Pérez-Tabernero por una más seria de Urquijo para la segunda comparecencia de El Cordobés. Con un gran toro, Benítez cuajó una de sus mejores faenas de la temporada. Los máximos trofeos, salto de la rana incluido.
Del resto de aquella feria de 1967, hay que destacar la gran tarde del entonces novillero Miguel Márquez , que cortó cuatro orejas y un rabo compartiendo cartel con Carnicerito de Úbeda y Rafael Roca .
Y si seguimos avanzando en el tiempo, llegamos a 1992, hace un cuarto de siglo en una Feria que tuvo un marcado acento aragonés. Triunfó a lo grande el novillero Ricardo Aguín «El Molinero» , que se llevó tres orejas de una excelente novillada de Camacho y fue proclamado triunfador del Pilar.
En el mismo ciclo comenzó su andadura como matador de toros Raúl Gracia «El Tato» , que a la postre sería uno de los diestros más importantes que ha dado esta tierra. El Tato se doctoró con toros de Baltasar Ibán, con Niño de la Capea de padrino y Ortega Cano de testigo. Un trofeo y la buena impresión de que era un torero con futuro.
Ortega Cano salió a hombros aquel día y devolvió el triunfo dos días más tarde escuchando una sonora bronca la tarde en que Roberto Domínguez se despidió de Zaragoza, con una bueyada de Carlos Núñez.
Una prometedora tarde de Enrique Ponce ante una corrida de Cebada Gago y un éxito de los toros de Guardiola Domínguez, fueron otros hitos de la feria de hace veinticinco años.
