Coronavirus

El trabajo policial en la calle se impone a las soflamas políticas

La crisis del Covid-19 deja estos días postales que eran imposibles hace solo dos años

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La Unidad Militar de Emergencias, desinfectando un centro de menores en Badalona (Barcelona) Pep Dalmau

«Todos estamos en el mismo barco», coinciden en señalar, con expresiones similares, agentes de los tres cuerpos policiales que actúan en Cataluña. Lejos de las peroratas políticas, los Mossos d’Esquadra, la Policía Nacional y la Guardia Civil se afanan en luchar contra un enemigo común, el coronavirus . Y lo hacen, cada uno dentro de sus competencias, cumpliendo y cerciorándose de que se aplique el Real Decreto con el que el Gobierno declaró el estado de alarma. Ahora, que España y el resto del mundo viven una crisis sin precedentes en los últimos decenios, lejos parece quedar aquel otoño de 2017 en que el independentismo hizo saltar por los aires, entre otras muchas cosas, la confianza entre los tres cuerpos.

La crisis del coronavirus ha dejado estos días postales que eran impensables seguramente hace apenas dos años: una docena de patrullas de la Guardia Civil desplazándose en comitiva hacia una comisaría de los Mossos para homenajear a un agente de este cuerpo fallecido víctima del coronavirus . La imagen se repitió luego con los papeles intercambiados. Y también con la Policía Nacional como protagonista, pues ninguno de los tres cuerpos, lamentablemente, se ha librado de que el Covid-19 se haya llevado la vida de alguno de sus agentes.

El último trimestre de 2017, y sobre todo, aquel dispositivo del 1 de octubre para abortar el referéndum ilegal de independencia, abrió muchas heridas. El independentismo acusó a la Policía Nacional y la Guardia Civil de actuar de forma desproporcionada contra los votantes; la Justicia investiga si algunos agentes se excedieron en sus actuaciones. Y, por otra parte, los Mossos fueron señalados por su supuesta connivencia con los políticos secesionistas para facilitar el referéndum; el major José Lluís Trapero, de hecho, se sienta en el banquillo de la Audiencia Nacional por aquellos acontecimientos, y por los del 20 de septiembre del mismo año. El procés.

Con el paso de los meses aquel resquemor entre cuerpos policiales se ha ido limando. Se comenzó a plasmar con la asistencia a actos y ceremonias organizadas por las otras policías. Y llegó otro octubre, en este caso el de 2019. Las cosas cambiaron. Los antidisturbios de los Mossos, la Policía Nacional y la Guardia Civil trabajaron codo con codo para atajar la mayor oleada violenta que la capital catalana recuerda en las últimas décadas: los disturbios que aquella semana protagonizó el independentismo para protestar contra la sentencia del procés. Esa actuación conjunta en las calles barcelonesas supuso «un punto de inflexión», apunta la portavoz del sindicato de Mossos Sap-Fepol, Imma Viudes, en una conversación con ABC. «Eran imágenes de absoluta normalidad, pero que hacía tiempo que no veíamos», añade Viudes. El desafío secesionista provocó una sacudida dentro de la cúpula de los Mossos y en sus vínculos con las otras policías. Se habían resquebrajado las relaciones a nivel político y de altos mandos, pero no «en las escalas básicas» de los agentes de los diferentes cuerpos, según explica a este diario David Miquel, portavoz del Sindicato de Policías de Cataluña (SPC). Eso sí, salvo algunos casos de «agentes radicales de uno y otro lado», añade Miquel.

Ahora, que la colaboración es «de máximos», a diferencia de lo que ocurrió entonces, en esta lucha conjunta contra el coronavirus sobre suelo catalán hay otro protagonista: el Ejército . Sin embargo, la casuística es similar. Desde la Generalitat independentista se insiste en señalar que, si fuera necesario, se pediría ayuda a los militares; pero esa ayuda ya se ha tramitado. Sobre todo para la desinfección de los centros de menores y de las residencias de mayores; ayer se contabilizaban cerca de 90. A la vez, la consejera Vergés ha pedido al Ejército que, además de montar hospitales de campaña, mande también personal sanitario. La población catalana recibe al Ejército con la misma normalidad que en el resto de España. Los soldados ayudan a la población civil. Y, evidentemente, no preguntan por simpatías políticas.

También en el País Vasco

En el País Vasco, la fraternidad entre cuerpos policiales volvió a quedar patente la tarde el miércoles, cuando agentes de la Ertzaintza se detuvieron frente a la Delegación del Gobierno en Vitoria (Álava) para rendir honores al primer policía nacional fallecido por el coronavirus . Un homenaje emotivo pero no excepcional, pues una semana antes, otra comitiva de la policía autonómica trasladó su apoyo a los guardia civiles del cuartel de Sansomendi, también en la capital alavesa, tras confirmarse la muerte de otro agente de la Benemérita.

«Al final, lo que hay bajo los uniformes son personas», trasladan desde la Guardia Civil , un cuerpo que muestra su «eterno agradecimiento» a la Ertzaintza, si bien incide en que la relación entre agentes «siempre» ha sido buena. Un compañerismo que se extiende también al Ejército. «Lo más importante es la hermandad y la colaboración entre todos, que sirva para contener la propagación del Covid-19 », apunta a ABC Francisco Bellón, presidente de la Unión de Militares de Tropa (UMT).

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