Poca ejemplaridad, el jardín de Iglesias y el recuerdo de Landelino Lavilla
El Congreso pasó ayer examen al Gobierno por primera vez en el estado de alarma
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La sesión de control al Gobierno arrancó ayer puntual en el Congreso de los Diputados , a las diez de la mañana, con un recuerdo especial para quien fue su primera autoridad entre 1979 y 1982. Su actual presidenta, la socialista Meritxell Batet , quiso dedicar unas sentidas palabras a Landelino Lavilla , fallecido el lunes a sus 85 años.
«Muchas de las mejores cualidades de lo que es hoy esta Cámara y la democracia se las debemos a él, a su saber, a su trabajo y a su legado», dijo la presidenta del Congreso, en un alegato pronunciado ante un hemiciclo, por cuarta vez consecutiva, prácticamente vacío. Fue la primera vez desde que se decretó el estado de alarma que se celebró una sesión de control.
Batet prometió un homenaje «en cuanto resulte posible», cuando regrese la normalidad y la pandemia del coronavirus quede atrás en el tiempo. Ayer, el adiós a Lavilla se unió al de los más de 18.000 muertos que se ha cobrado ya esta tragedia. Para ellos hubo también tributo y los diputados volvieron a guardar un minuto de silencio antes de embarcarse en sus habituales rifirrafes.
La novedad de ayer fue la oferta de mascarillas a todos los parlamentarios que quisiesen hacer uso de ellas. Un mes después de que España entrara en estado de alarma por la expansión del coronavirus, el Congreso por fin las puso a disposición de los diputados. Fueron muy pocos, sin embargo, quienes decidieron utilizar ese material de prevención. Ninguno en el banco azul del Gobierno, en la bancada del PSOE ni entre los grupos parlamentarios independentistas.
Como ya sucedió el miércoles de la semana pasada, la vicepresidenta segunda de la Cámara Baja, la popular Ana Pastor , fue la que se tomó más en serio la necesidad de ofrecer una imagen de ejemplaridad a los ciudadanos portando tanto mascarilla como guantes en el interior del Salón de Plenos. En la bancada del PP también se volvió a ver al secretario general del partido, Teodoro García Egea , con guantes desechables.
Otros, en vez de las facilitadas por la institución, optaron por llevar la suya propia. Como la «customizada» de Macarena Olona ( Vox ), verde y con una bandera de España; o la de tela de Txema Guijarro ( Unidas Podemos ). Sí fue generalizado su uso entre ujieres, taquígrafos y limpiadores.
Las tres caras de Iglesias
No cambió, pese a todo, la riña y el intercambio de golpes de un lado a otro del hemiciclo. Los aplausos que siguen a cada bando hacen menos ruido, pero se suceden. El protagonismo lo acapararon el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez , y el líder de la oposición, el popular Pablo Casado , pero el vicepresidente Pablo Iglesias supo también reclamar su propio foco.
Departió con el número dos del PP, García Egea, con Olona y con el portavoz de ERC , Gabriel Rufián . Con todos empleó el mismo tono, pero su fondo fue distinto hacia cada uno de ellos . Vistió americana de moderado y habló bajo, como el profesor que quiere obligar a su alumno a hacer un esfuerzo por escucharlo.
A Egea, un día después de haber atacado a la misma Jefatura del Estado desde el Gobierno, le recomendó que su partido «vuelva a la Constitución» y que evite competir con Vox por ver «quién dice la mayor barbaridad». A Olona, que le acusó de intentar «imponer en España el modelo chavista venezolano» y de tratar de «controlar la opinión pública» con la «prostitución de TVE», directamente prefirió ignorarla. Pero llegó su cara a cara con Rufián y el lobo vestido con piel de cordero se vistió de hermana de la caridad. Tuvo tiempo hasta de presumir de su «suerte» por tener «jardín» en casa. Vallecas está olvidada.
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