La ceremonia de la firma del tratado de adhesion de España a la CEE se celebró en el salón de Columnas del Palacio Real el 12 de junio de 1985
La ceremonia de la firma del tratado de adhesion de España a la CEE se celebró en el salón de Columnas del Palacio Real el 12 de junio de 1985 - EFE

España en la UE: un saldo netamente favorable

Pese a que aumenta el euroescepticimo, los españoles saben que pertenecer a la Unión Europea ha resultado beneficioso

En 31 años, nuestro país percibió más 150.000 euros en fondos de cohesión

De los 483 kilómetros de autovía en 1986 se ha pasado a 14.000 en la actualidad

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En plena campaña previa al referéndum en el que los británicos decidirán si desean permanecer en la Unión Europea o salir de ella, se daba a conocer hace diez días un estudio realizado por el Pew Research Center, con sede en Washington, sobre los niveles de euroescepticimismo en la población del Viejo Continente. Entre los datos más llamativos se encontraba que España es uno de los cinco países de la UE donde más han crecido, desde 2010, la visión negativa sobre Europa.

Un 47% de los ciudadanos españoles duda hoy de las ventajas de formarte parte de la UE

Que un 47 por ciento de ciudadanos españoles manifieste hoy sus dudas sobre las ventajas de pertenecer al club comunitario es algo que sorprende, si se tiene en cuenta el entusiasmo con que hace 31 años se acogió en nuestro país la firma del Tratado de Adhesión a la Comunidad Económica Europea (CEE), como se la denominaba entonces.

E incluso, posteriormente, con el apoyo del 76,73 por ciento de los españoles a la Constitución Europea que se sometió a referéndum en 2005.

Aquella ceremonia del 12 de junio de 1985, vivida en el salón de Columnas del Palacio Real simbolizaba el regreso de España a una Europa de la que había sido excluida durante el franquismo. La unanimidad con que los partidos políticos salidos de las primeras elecciones democráticas habían apoyado la petición formal de ingreso en la CEE reflejaban bien cómo los españoles eran muy conscientes de que su futuro pasaba por Europa, si querían que ese futuro estuviera marcado por la paz, la estabilidad, la democracia y el progreso económico.

España, el socio leal de la Unión Europea

La entrada de España en la CEE fue, junto con la pertenencia a la Alianza Atlántica, un momento clave en el anclaje a un mundo de valores que hoy quizás no pase por sus mejores momentos, pero que sigue teniendo una gran capacidad de atracción. Si España no se hubiera incorporado a la CEE, se ha dicho, estaría hoy -no sólo fíasicamente- mucho más cerca de África que de Europa.

Los beneficios que se han derivado para España de la pertenencia a la Unión Europea han sido innumerables, aunque la entrada no fue un camino de rosas. Hubo que superar difíciles obstáculos, desde el veto que durante tiempo mantuvo el presidente francés Valery Giscard Estaing hasta las duras reconversiones en los sectores siderúrgico o naval, además de someternos a la normativa comunitaria en materia de pesca o aceptar limitaciones para algunos productos agrícolas.

«Si España no se hubiera incorporado a la CEE estaría hoy mucho más cerca de África que de Europa»

Desde entonces, España se ha mostrado siempre en Europa como un socio leal, comprometido con todos los proyectos de integración puestos en marcha -incluido el gran avance de la Unión Económica y Monetaria-, frente a las actitudes más reticentes de países como el Reino Unido o Dinamarca, o a la desgana mostrada por otros socios como Grecia.

La llegada de España, junto con Portugal, en 1985, llevó, además, a lograr un mayor equilibrio Norte-Sur, e hizo volver la mirada de Europa hacia los vecinos de la otra orilla del Mediterráneo. Fue precisamente nuestro país el que, en 1995, impulso el proceso Euromediterráneo con la Conferencia de Barcelona.

Igualmente, el reforzamiento de la dimensión eurolatinoamericana. Los países de América Latina fueron pronto muy conscientes de que tenían en España a su aliado más firme para mejorar su relación política y económica con Europa, y el vínculo se concretó en las Cumbre UE—América Latina que se celebran cada dos años.

Un cambio de rumbo en política exterior

España se insertó en el mundo a través de la Unión Europea y desarrolló una política exterior que trataba de moverse en las coordenadas europeas, hasta el punto de que un español, Javier Solana, llegó a ser el «Mister Pesc», encargado de poner en marcha una política europea y de seguridad común.

En la vida diaria, los españoles hemos asumido el concepto de ciudadanía europea y hemos disfrutado, por ejemplo, de las ventajas de moverse libremente y con una única moneda, por turismo o por motivos de trabajo, por un espacio mucho más amplio que el que acotan nuestras fronteras.

José María Aznar, durante la sesión inaugural de la Convención de la Unión Europea cuando sustentaba la presidencia de la UE, en el año 2002
José María Aznar, durante la sesión inaugural de la Convención de la Unión Europea cuando sustentaba la presidencia de la UE, en el año 2002 - EFE

Desde el punto de vista económico, es obvio que el desarrollo de nuestro país no habría sido el mismo fuera de la UE. Sirva como ejemplo, que de los 483 kilómetros de autovía con que contaba España en 1986 se ha pasado a 14.000 kilómetros, al tiempo que se ha establecido una envidiable red ferroviaria de alta velocidad.

España ha sido uno de los principales beneficiarios de la Política Agrícola Común (PAC) y los fondos de cohesión que ha recibido de Europa superan ampliamente los 150.000 millones de euros, a través de distintos instrumentos financieros, como los fondos estructurales y el llamado Fondo de Cohesión.

Tres décadas de continuo desarrollo

A lo lo largo de más de tres décadas, nuestro país ha estado recibiendo fondos comunitarios, que han permitido un desarrollo espectacular hasta el punto de que, en ese tiempo, el Producto Interior Bruto se ha duplicado. Y si cuando ando España ingresó en la UE, la renta per cápita era del 72 por ciento de la media europea de los 12 miembros que entonces componían la CEE, hoy la situación ha cambiado radicalmente hoy. Con una Unión de con 28 miembros, España está en el 94 por ciento de la media, una media que llegó a superar en los años anteriores a la crisis económica.

Hasta 2020, España aún recibirá fondos europeos, pero hoy es ya un contribuyente neto en la Unión Europea, como consecuencia de la llegada de nuevos socios más pobres y de su progreso económico. A nadie se le escapa cuál es la situación real de España, las exigencias que recibe de Bruselas y el elevado índice de paro que padece, pero la perspectiva sería mucho peor si estuviera fuera de la UE.

En conjunto, en estos 31 años, España no sólo ha recorrido un sendero de éxito, sino que también se ha anclado de manera definitiva en Europa, una realidad nada desdeñable, especialmente hoy cuando aumenta la intensidad de los cantos de sirenas que acompañan a las turbias corrientes populistas.

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