Los «ángeles» asesinados por los maltratadores de sus madres
Ángela González, madre de la niña de 7 años que fue asesinada por su padre en 2003 - efe
CRÓNICA NEGRA

Los «ángeles» asesinados por los maltratadores de sus madres

Este año cinco menores han muerto a manos de sus progenitores o de los novios de sus madres. Son los olvidados de la violencia de género

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Este año cinco menores han muerto a manos de sus progenitores o de los novios de sus madres. Son los olvidados de la violencia de género

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  1. Olvidados

    Ángela González, madre de la niña de 7 años que fue asesinada por su padre en 2003
    Ángela González, madre de la niña de 7 años que fue asesinada por su padre en 2003 - efe

    «Papá siempre me pregunta con quién salimos, con quién duermes y si eres novia del padre de mi amigo». Son palabras de Andrea, asesinada por su padre en 2003 cuando tenía 7 años, en una visita acordada por un juez. Su madre había interpuesto más de 40 denuncias contra el maltratador, que las acosaba día y noche. La ONU ha condenado 11 años después a España por no proteger a la pequeña. No es la única a merced de verdugos que no tienen esa etiqueta solo por ser padres. Este año cinco menores han muerto a manos de sus progenitores o de los novios de sus madres. Son los olvidados de la violencia de género; aunque la ley ya los reconoce como víctimas directas, y no meros testigos, siguen estando desprotegidos. Es habitual que prevalezca el derecho del padre o la madre a la hora de adoptar medidas judiciales, penales y civiles. Son el instrumento de la venganza.

  2. ASTURIAS: DOS HERMANAS ASESINADAS:«Este volvió para armármela muy gorda»

    sergio lópez

    La muerte de un hijo es muy dura, pero más aún si te las asesinan y el asesino es su propio padre». Bárbara García no tuvo fuerzas para salir de la cama e ir a la misa por sus hijas. Solo escribió un mensaje en su perfil de Facebook para dar las gracias. José Ignacio Bilbao, su expareja, mató con una barra de hierro a Amets y a Sara, de 9 y 7 años, en San Juan de la Arena (Asturias), en la visita que tenía de dos horas, martes y jueves, el pasado 27 de noviembre. Bárbara le había denunciado en mayo de 2013 por vejaciones y había solicitado una orden de alejamiento tras acabar con una relación de diez años de convivencia. El juzgado de Pravia le denegó la medida de protección al considerar que no había agresiones físicas ni ella le tenía por un hombre violento. Según el TSJA «hizo constar expresamente que no quería que sus hijas cortasen la relación con el padre». Él se marchó al País Vasco, pero regresó este verano a Asturias al enterarse de que su mujer había iniciado una nueva relación. «Este volvió para armármela muy gorda», cuentan los cercanos a Bárbara que decía la mujer, preocupada por esta vuelta repentina. Él estaba en paro, alquiló un piso en San Juan de Arena y dos veces por semana recogía a las niñas del colegio y pasaba las dos horas estipuladas con ellas, a las que debía pasar una pensión de 75 euros mensuales que tampoco cumplía. Bárbara volvió a denunciarlo por impago.

    Al día siguiente de que Sara cumpliera siete años, las llevó a su casa de alquiler y acabó con ellas. Se ensañó con las dos criaturas, con una barra de hierro que había envuelto en papel de regalo, tal vez anunciándola como el regalo de cumpleaños. A continuación se suicidió arrojándose por un viaducto a más de cien metros de altura.

  3. MADRID: MADRE E HIJA EN UN POZO: Palizas infantiles y terror el fin de semana

    Mariam Alvarez

    A Leonarda Sánchez le cuesta hablar. Le puede la rabia y la impotencia. Su nieta Argelys, de nueve años, y su nuera Adolfina, de 32, fueron encontradas en un pozo de Zamora el 25 de noviembre. Habían desaparecido el 30 de junio cuando la niña tenía que haber aterrizado en Santo Domingo para visitar a su familia materna, a la que no veía desde que vino a España hace tres años. El novio de su madre, Raúl Álvarez, las mató a ambas en el piso de Vallecas (Madrid) en el que convivían los tres durante el fin de semana, ocultó los cuerpos en el pozo de una finca familiar y siguió con su vida.

    «Él le dijo a mi nuera que si lo dejaba me mataría a mí. Quizá también la amenazó con matar a la niña y a ella. Desde que lo conocí fue mi peor pesadilla». Leonarda no se quita de la cabeza que nadie le hizo caso. La mujer presentó una denuncia el 16 de enero en los Juzgados de Plaza de Castilla después de que su nieta le contara que el novio de su madre les pegaba y les gritaba. Tras las muertes, el juzgado en el que se interpuso aseguró que no habían podido localizar ni a Leonarda ni a su nuera. A ella le dijeron que se extravió; también que no se entendía la letras. La pequeña vivía de lunes a viernes en un colegio interna mientras su madre ejercía la prostitución en un club. Adolfina nunca denunció a su novio ni le contó a su suegra (su marido murió en un atraco en Santo Domingo, según la familia) que él las maltrataba. La niña sí. Se desahogaba con la abuela. «Me decía que le tenía mucho miedo, que era muy violento. Le advertí que no se le ocurriera tocar a la niña y entonces me amenazó a mí. Pero nadie nos hizo caso», murmura Leonarda. Su caso es uno de los cinco de la estadística oficial.

  4. MADRID: DEGÜELLA A SU BEBÉ Y HIERE AL OTRO HIJO: «Nunca me tomé en serio sus continuas amenazas»

    Jorge Diego Canepa, uruguayo de 32 años, le anunció a su exmujer Verónica Chávez que le tenía «preparada una buena». Ella no le hizo caso. La había amenazado muchas veces; le había pegado, la había obligado a mantener relaciones sexuales borracho. «Fueron cuatro años de infierno», contó luego, hasta el punto de que su hijo mayor, de solo cinco años, le preguntaba por qué no se iban de esa casa. Nunca lo había denunciado.

    El pasado 27 de abril, cuando tenía ya que haberle entregado a sus dos pequeños tras pasar el fin de semana con él, se encontró con el infierno. Jorge Diego había degollado a Lucas, de 19 meses, y le había clavado un cuchillo en la espalda a su otro hijo, David, de cinco años, en el piso de Carabanchel donde vivía tras marcharse de casa su mujer y los niños. David fue trasladado de urgencia al hospital con el propio cuchillo taponándole la herida y logró salvarse.

    «No quiero que mis hijos tengan la vida que llevan, descuidados, sin amor y al cuidado de tu hermano o madre», escribió el parricida en una supuesta nota suicida dirigida a su exmujer. Si tenía intención de quitarse la vida, no lo hizo. Ni en esa ocasión ni en los dos «simulacros» o tentativas que repitió en los calabozos policiales con una camiseta y un jersey tras ser detenido.

    Junto a la carta había dejado otra anotación en su libreta bancaria, en la que se halló una transferencia de 16.000 euros días antes del crimen. En esa libreta, solicita que le hagan llegar el dinero a sus padres.

    Los psiquiatras que lo evaluaron en prisión señalan que tiene una personalidad «dependiente, fóbica, agresiva, sádica y compulsiva». Verónica no aguantó más y lo abandonó, harta de que le pidiera perdón y le prometiera que iba a cambiar. Le permitía seguir viendo a los niños y eso que los mensajes de amenaza hacia ella eran continuos. «Me decía que no me iba a dejar ser feliz, que siempre iba a estar ahí...». La última vez el día antes de matar a su hijo.

    La mujer creyó que si se alejaba se acababa el peligro e, incluso, confesó que llegó a sentirse culpable de que él estuviera en tratamiento con antidepresivos.

    Pese a que Verónica no había denunciado a su marido jamás, la muerte del pequeño Lucas está incluida en la estadística del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad como menor víctima de violencia de género. La pregunta del experto Miguel Lorente, autor de «Anatomía de un maltratador» y «Mi marido me pega lo normal» sigue sin respuesta: «¿Justifica la paternidad biológica un régimen de visitas que pone regularmente a los niños a merced de un padre maltratador?».

  5. CÁDIZ: Una niña belga, drogada y asfixiada

    efe

    El 5 de marzo el dueño de un chalé de Sotogrande (Cádiz) encontró los cadáveres de su inquilina y su hija, de 9 años. La pareja de la madre, belga como ella y la niña, fue detenida horas después caminando por la calle. La pequeña fue drogada y asfixiada; la mujer tenía heridas por arma blanca en el cuello y en todo el cuerpo. Su novio aseguró que habían planeado la muerte de la cría y luego la de ellos dos por los problemas económicos que tenían y acusó a la madre de haber acabado con la vida de su hija. Él no se suicidó, aunque murió unas horas después en el calabozo de la Guardia Civil por un infarto, según la autopsia. Los agentes no creyeron su versión y sospechaban que se trataba de violencia de género, pero el caso está sin esclarecer. La pequeña no estaba escolarizada; llevaba un par de años en España, antes habían vivido en Málaga. El día en que se encontraron los cuerpos, madre e hija iban a abandonar la casa.

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