Gobernar, sí... pero ¿con quién?

Carece de sentido diseñar un Gobierno virtual y provisional a base de presos preventivos y consejeros huidos para generar una profunda crisis política dentro de unos meses

CArles Puigdemont, el jueves duante una rueda de prensa desde Bruselas para valorar los comicios catalanes EFE
Manuel Marín

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Los delirios victimistas de Carles Puigdemont se daban por descontados con los resultados electorales del jueves, y su exigencia de que Mariano Rajoy se reúna con él fuera de España para «buscar soluciones» son un pésimo presagio que apunta a un nuevo chantaje del independentismo mientras siga huido y se arrogue la legítima representación de los separatistas. La jornada electoral arrojó innumerables claves, pero resultarán determinantes las siguientes:

1.- Habrá un Gobierno separatista con el independentismo como coartada, como aspiración y como negocio…, pero con la independencia unilateral como objetivo imposible de alcanzar. En el hipotético, y difícil supuesto, de que Puigdemont recomponga su nefasta relación actual con Oriol Junqueras, deberá convivir con la idea de que el «procés» está enterrado sin remisión. Sin aceptarlo con un amplio grado de resignación y asumiendo que le espera la cárcel, Junts per Catalunya debe ser consciente de que la única respuesta del Estado seguirá siendo el artículo 155.

2.- No olvidar el «factor penal». El 155 y el Código Penal van a permitir que, pese a la euforia independentista, no se visualicen estas elecciones como una suerte de plebiscito exonerador de delitos flagrantes. Los resultados electorales no borran conductas penalmente sancionables, ni modifican la sedición y la rebelión de la que se acusa a los instigadores del golpe de Estado previo al 1-O. Estas elecciones no serán un proceso de blanqueamiento de delincuentes por más mayoría parlamentaria que hayan consagrado.

3.- ¿Quién gobernará? De lograr un acuerdo político, Puigdemont y ERC deberán pactar también quién liderará la Generalitat. No tendría lógica alguna que fueran él o Junqueras toda vez que les acechan penas de prisión e inhabilitación aseguradas en cuestión de meses. Máximo, el próximo otoño. Carece de sentido diseñar un Gobierno virtual y provisional a base de presos preventivos y consejeros huidos para generar una profunda crisis política dentro de unos meses, que agrave además la ya de por sí delicada degeneración económica en Cataluña. Sería grotesco. En el PDECat hay quien percibe a Elsa Artadi, jefa de campaña de Puigdemont y su alter ego en la huida de Bruselas, como la «Arrimadas» del independentismo. Puede ser prematuro porque el secesionismo está hoy sumido en un caos organizativo notable. Pero si pretende gobernar, deberá jubilar a Puigdemont antes de que lo haga el Tribunal Supremo.

4.- El reciclaje de PP y PSOE. Las dos principales marcas políticas nacionales salen mal paradas de estos comicios. El PP, sin siquiera opción de conformar grupo parlamentario propio, queda como una formación residual, habiendo perdido el guión del mensaje en clave nacional en Cataluña. Albert Rivera e Inés Arrimadas se lo han arrebatado por un cúmulo de errores probablemente ajenos a la aplicación del 155. Carece de lógica que el PP sea penalizado por el 155… y a la vez Ciudadanos sea premiado por el 155. Algo no cuadra. A su vez, la ambigüedad del PSC vuelve a bloquear su crecimiento. Las expectativas «borgen» de Miquel Iceta eran solo un simulacro de propaganda artificial basado en un pronóstico vacío de contenido. Ciudadanos tiene derecho a instalarse en la euforia. Pero Cataluña no es España, y Ciudadanos es un partido nacido en Cataluña con una vocación nacional siempre sobredimensionada en las encuestas. A menudo hubo una enorme desproporción entre las expectativas generadas por Rivera y sus resultados reales. Ahora, la incógnita reside en determinar si el hundimiento del PP en Cataluña es extrapolable a otras autonomías. Rajoy cree que no… pero en el PP harían bien en tentarse la ropa con una imprescindible autocrítica porque no es poco lo que ha fallado.

5.- Podemos se desinfla. El mensaje de Pablo Iglesias no se ha entendido en Cataluña, y es previsible que, en cascada, se entienda menos aún en el resto de España. La lista avalada por Ada Colau fue quinta en Barcelona, tripliada en votos por la de Ciudadanos... Anochecen los días de vino y rosas para Podemos.

6.- Una reflexión inútil. ¿Por qué se da por hecho que ERC y PDECat, se presenten juntos o separados, son un todo, un combo político organizado para ganar? Y a su vez, ¿por qué no es posible que Ciudadanos, PSC y PP conformen una coalición previa presentando una única lista como alternativa sólida? Ensoñaciones absurdas aparte, la estadística y un simple examen de la proporcionalidad en la Ley D´Hondt otorgarían la Generalitat a esa candidatura unitaria. Por separado, es imposible sumar más que el independentismo.

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