El ‘efecto Illa’ dispara al PSC con un triunfo que no le basta para recuperar el Govern

Salvador Illa consigue 34 escaños y anuncia que se presentará a la investidura

Comparativa de los resultados de las elecciones catalanas de 2021 y 2017

¿Cuál ha sido la participación en las elecciones y por qué ha sido tan baja?

Vídeo: Atlas

David Morán

Al final no ha estado demasiado errado el CIS de Tezanos y, punto arriba punto abajo, ha acabado por dar por bueno el movimiento que llevó al presidente del Gobierno a encomendar a Salvador Illa la tarea de dar la batalla por Cataluña: un 23,9% de porcentaje de voto es lo que le adjudicaba el barómetro preelectoral de enero y un 22,99% es lo que finalmente cosechó anoche Illa, el primer candidato del PSC en ganar unas elecciones en Cataluña desde 2003.

Con las encuestas en la mano y agotado ya el ciclo Iceta, tanto el PSOE como el PSC decidieron que el entonces ministro de Sanidad sería era la mejor palanca de cambio y la opción más acertada a la hora de plantar cara al independentismo. Un valor seguro, vamos. Nacía así el llamado ‘efecto Illa’, eficaz operación de marketing político que se puso en marcha en cuanto el candidato en ciernes cambió la gestión de la pandemia por el fango electoral.

Pues bien: mes y medio después de aquello, el llamado efecto Illa se ha revelado como una suerte de reposición, con algunos matices, del ‘efecto Inés Arrimadas’ en 2017.

A saber: concentración de voto, vistosa remontada en número de escaños y una victoria electoral que, a la hora de la verdad, puede no servir para demasiado. Otra conquista que podría quedar en nada, como el triunfo de Cs hace tres años. Máxime después de ver cómo ERC ha desairado por activa, por pasiva y, como diría el propio Illa, también «por perifrástica», cualquier posibilidad de reeditar un tripartito de izquierdas, y que los republicanos podrían reeditar cómodamente su alianza con Junts. Un 13,86% de los votos Espoleado por Pedro Sánchez y por la proyección mediática de casi un año lidiando con el coronavirus, Salvador Illa ha recogido el PSC de Iceta con 17 escaños y un 13,86% de los votos y lo ha devuelto a la zona alta de la tabla con 33 escaños y 22,99% del pastel electoral. La alta abstención ha dejado el número de votos prácticamente igual: 606.659 en 2017 y unos 640.000 anoche.

Con todo, mientras que Iceta puede presumir de cartera ministerial, a Illa se le intuye un futuro de banquillo y oposición. O eso o un pacto a regañadientes con quienes ha dicho repetidamente que jamás pactaría, promesa que le ha permitido recuperar buena parte del voto prestado a Cs y taponar posibles fugas por otros flancos. En cualquier caso, y fiel a lo que había anunciado, Illa aseguró ayer de forma solemne que se presentaría a la investidura.

«Como dije, si ustedes ponían los votos nosotro pondríamos el cambio» aseguró. Esa será, pase lo que pase, la próxima parada de un Illa que entró en la carrera electoral con mal pie, después de haber negado hasta el último momento que fuese a apearse del ministerio para subirse al carro electoral.

«El candidato que vamos a presentar va a ser Miquel Iceta, que es la persona que está en mejores condiciones para abanderar el cambio que necesita Cataluña», dijo Illa sólo un día antes de que Sánchez lo ungiese oficialmente como candidato. Un gesto que levantó alguna que otra suspicacia y que el resto de partidos aprovechó para minar repetidamente la credibilidad del exministro Illa, el primer candidato con serias opciones de ganar unas elecciones catalanas desde que Pasqual Maragall se impuso a Artur Mas por la mínima en 2003. De ahí que Illa se convirtiese pronto en el objetivo a batir; el político recién llegado de Madrid al que lo mismo se le afeaba una errática gestión de la pandemia que se le recriminaba en directo y ante las cámaras que fuese el único candidato que rehusó realizarse un test de antígenos antes del debate a nueve de TV3. Al candidato de los socialistas catalanes todo aquello le sirvió para diseñar un nuevo eslogan electoral («del todos contra Illa al contra Illa vale todo» dijo), pero sus explicaciones no acabaron de convencer a nadie y alimentaron el fantasma de la vacunación indebida.

Nada que no pudiese arreglar un capote de Moncloa negando la mayor y, sobre todo la sobreactuación de los partidos independentistas a la hora de dejar escrito y firmado que, «sea cual sea la correlación de fuerzas surgidas de las urnas, en ningún caso se pactará la formación de gobierno con el PSC». Un nuevo acicate, el enésimo ya, para un candidato que se reivindicaba como alternativa al ‘procés’ y que si algo ha repetido durante la campaña es que, de ser presidente de la Generalitat, con él «no habrá tripartito, ni independencia, ni procès». «El cambio ha llegado a Cataluña para quedarse. La victoria de hoy es un gran paso pero sólo es un primer paso. El cambio es imparable. Tardaremos más o menos, pero es imparable», aseguró Illa, para quien la victoria del PSC es una oportunidad inmejorable para «reencontrarnos».

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