diario de la campaña / día 3

Compañeros de viaje

La independencia une en las manifestaciones de los festivos por la tarde, pero el independentismo solo en un segmento concreto y en una proporción muy escasa, es de derechas y de orden

Vista de la manifestación con motivo de la Diada de Cataluña
Vista de la manifestación con motivo de la Diada de Cataluña - efe

La independencia une en las manifestaciones de los festivos por la tarde, pero el independentismo solo en un segmento muy concreto y en una proporción muy escasa, es de derechas y de orden, compatible en sus planteamientos con el funcionamiento del mundo adulto y de sus instituciones.

Lo que las manifestaciones unen, el día a día lo desangra, y Esquerra Republicana contiene tics de extrema izquierda difícilmente compatibles con el tejido productivo catalán y con el vigor de nuestra economía. Es ridículo lo que se supone que España nos roba si lo comparamos lo destrozada que quedaría nuestra capacidad de crear riqueza si alcanzaran el poder estos chicos.

Y luego están las CUP, con su sinceridad anticapitalista que a nadie engaña, con su judeofobia y su antiamericanismo, su internacionalismo de todo a un euro; con su expresa voluntad de salir de la Unión Europea y su intención de fundar una república socialista. Hay que agradecerle muy especialmente al candidato Antonio Baños que nunca haya ocultado sus propósitos, porque todos podrán decidir si le votan con conocimiento de causa.

Baños, que es un tipo educado y culto, mucho más duro que David Fernández, su antecesor en el cargo, ha dedicado su vida a luchar contra todo aquello que Mas es y representa, y que no puede causarle más repugnancia. Si en el fondo del corazón de David Fernández había una «tieta» convergente –por mucho que fuera el enlace de Otegi en Cataluña y por ello en su submundo se le conociera como «el chófer de ETA»–, Antonio Baños está hecho de piedra y Mas se equivoca si cree que podrá manejarle, porque este hombre suele dejar muy poco espacio entre lo que dice y lo que hace.

Cosa muy distinta de lo que puede decirse de Artur Mas, que promete orden y estabilidad, y que no romperá la porcelana, cuando tiene en su candidatura personajes de la más extrema izquierda, como Carme Forcadell, Muriel Casals, Raül Romeva o Lluís Llach, con los que es imposible pactar ninguna política económica concreta que no sea demencial y tercermundista; y cuenta con las CUP como compañeros de viaje, para gobernar y hasta para redactar una Constitución, sabiendo que están en las antípodas de cualquier idea positiva y razonable de las cosas.

Mas ha buscado una estrategia personal para salvarse, en este cortoplacismo exasperante en el que con él se ha instalado la política catalana.

Y si alguna cosa tenemos comprobada los catalanes, comprobada a fuego y sangre, es que cuando nuestra derecha coquetea con el caos, el país sucumbe, conoce sus peores desastres y se llenan de cadáveres las cunetas de las carreteras secundarias.

Toda la actualidad en portada

comentarios