Diario de campaña

Juncker y el fin de fiesta

Aunque al independentismo naíf le cueste comprenderlo, la Unión Europea es un club de Estados que se defienden entre ellos, y en los Estados el cumplimiento de la Ley es básico

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, junto al presidente de la Generalitat, Artur Mas
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, junto al presidente de la Generalitat, Artur Mas - efe

La Comisión Europea ha aclarado, por escrito firmado por su presidente, que «la determinación del territorio de un Estado miembro está únicamente establecida por el Derecho constitucional nacional, y no por una decisión de un parlamento autonómico contraria a la constitución de dicho Estado». Después de tantas especulaciones y conjeturas, Juncker sentencia con su nota el fin de fiesta del soberanista. Aunque al independentismo naíf le cueste comprenderlo, la Unión Europea es un club de Estados que se defienden entre ellos, y en los Estados el cumplimiento de la Ley es básico y fuera de la Ley sólo hay delincuentes.

Por ello lo que ayer no supo responder Rajoy en una entrevista radiofónica tiene muy fácil respuesta: el drama de operar al margen de la Ley es que te quedas sin su protección. Además, una independencia ilegal y que atenta contra la Constitución, es fundamentalmente un ataque a la ciudadanía. A diferencia del paisanaje, la ciudadanía es una ley, y cada independencia cercena en alguna medida la ciudadanía de los que se separan. Si esta independencia es unilateral e ilegal, la cercena totalmente.

Tal como no es lo mismo un refugiado que un sin papeles, ni un fugitivo que un exiliado; del mismo modo que no se puede comparar a un criminal que huye de la justicia de su país a un perseguido que pide asilo, tampoco es lo mismo un ciudadano español que se va a vivir a los Estados Unidos que un golpe de Estado para separar a Cataluña de España, ni pueden compararse sus consecuencias, ni puede apelar a la Ley quien se la salta.

Si Cataluña se independiza, sus ciudadanos quedarán involucrados en un proceso ilegal y delictivo, de modo que el producto resultante jamás podría reclamar el amparo de una Ley de la que él mismo se ha situado al margen. Por esto es tan importante que los que no quieran perder sus derechos los defiendan con uñas y dientes, siempre democráticamente. Y por esto, también, una intervención incluso militar del Estado en Cataluña, en caso de alzamiento secesionista, no podría ser visto como un acto agresivo, sino como la legítima defensa de los derechos, las libertades y la ciudadanía de los catalanes.

Si Cataluña se independiza de España, ni Europa ni ningún país civilizado va a reconocer esta independencia. Y no porque Cataluña sea más o menos viable, rica o amable, sino porque La Civilización se basa en las personas y los gobiernos que cumplen con las leyes, y todo lo demás es barbarie.

Toda la actualidad en portada

comentarios