Elecciones Andalucía 2022

¿Quién es Juanma Moreno Bonilla, candidato del PP y actual presidente de Andalucía?

Estaba desahuciado, pero consiguió echar al PSOE de San Telmo; ahora busca superar el histórico resultado de Arenas... y gobernar solo

La moderación ha sido pieza clave en su ascenso: Moreno es perfectamente consciente de que Andalucía no es Madrid

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Fernando del Valle

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Ya nadie le tose, pero su partido llegó a querer cortarle las uñas de los pies a la altura del gaznate. Hoy en día es todo un barón, y sin embargo no hace no tanto que le vilipendiaban quienes no comprendieron la apuesta de Soraya Sáenz de Santamaría, ejecutada por Mariano Rajoy («tú lo has querido»).

Juanma Moreno era un dirigente perfectamente desconocido en Andalucía pero hizo historia en 2018 al convertirse en presidente con un resultado históricamente penoso. Ahora las señoras se arremolinan a su paso de yerno ideal. Y puede estar a punto no sólo de revalidar el trono de San Telmo, sino de dar la vuelta al calcetín sociológico de una tierra que, cabra de Alfonso Guerra mediante, algunos pensaron que nunca dejaría de votar socialista.

En los siete años y pico que van desde su cuestionado nombramiento al frente del Partido Popular andaluz a un momento dulce como éste, Juan Manuel Moreno Bonilla (Barcelona, 1970), se ha podado las patillas cortijeras que portaba, ha perdido kilos por las carreteras, ha recortado su nombre para los carteles y ha dejado caer su segundo apellido. Nunca más el árbitro de regional preferente que algunos ridiculizaban. Sólo quienes quieren denostarle, como Macarena Olona en el primer debate de la campaña, se dirigen a él como «Bonilla».

¿Cómo ha conseguido esta inusitada reconversión? No es mala cosa recurrir a su discurso de investidura en enero de 2019 para explicarse algunas cuestiones. «Pueden los que creen que pueden; yo siempre creí», afirmó entonces citando a Virgilio. Desde que a su familia le tocara un segundo premio de la Lotería de Navidad en 1977 le ha acompañado la suerte, es cierto. Pero quienes mejor lo conocen afirman que la constancia es otra de las cualidades de las que tiende a no soltarse.

Juanma Moreno en Málaga EP

Ese tesón explica sin duda cómo Moreno, casado y con tres hijos, se ha labrado una carrera de libro en la política, de la que no ha salido desde que se afilió al PP con 19 años deslumbrado por un mitin de José María Aznar. Comienza entonces a forjar su faceta de líder. Y de generador de equipos. «Trabajar con él siempre ha sido fácil; es un tipo cercano, con el que se puede bromear y hablar y te hace ver perfectamente cuándo quiere que se respeten sus espacios de intimidad y seriedad», dicen desde su equipo. «Nunca un mal tono, una mala palabra; mucho más efectivo cuando decía 'date con la bronca por echada'», sugiere otro antiguo colaborador.

Crea entonces una asociación universitaria que le permite convertirse en vicedecano de la Universidad de Málaga. En el partido, además de liderar a los cachorros populares malagueños, andaluces y luego las Nuevas Generaciones de toda España, su retahíla de cargos públicos se inicia como concejal de Celia Villalobos en el Ayuntamiento de la capital de la Costa del Sol, para pasar a ser luego parlamentario andaluz, diputado (por Cantabria) y secretario de Estado, amén de fontanero de Génova.

Salto al vacío

En 2014 consumaría su salto al vacío más valiente: con el viento a favor y la familia radicada en Madrid, atravesar Despeñaperros para tratar de cambiar el rumbo de su tierra, Andalucía. A lomos de un partido roto y envuelto en mil batallas. «Nieto de jornaleros e hijo de emigrantes», no paraban de repetir entonces los panegiristas del nuevo líder para demostrar su extracción humilde. Una característica necesaria para venir a plantarle cara al socialismo imperante.

En efecto, la familia de Moreno había regresado a Málaga cuando él contaba pocos meses de vida tras varios años en la emigración barcelonesa. Con los ahorros, más el postrer pellizco de la Lotería, sacó licencia para un taxi y también abrieron una pequeña tienda, en la que él ayudaba y donde también hacía los deberes por las tardes.

No fue suficiente alardear de modestia. A punto estuvo de despeñarse, de ganarse el destierro tras perder su primera contienda con Susana Díaz con el peor resultado del PP desde 1990 (hasta ese momento). Después de derrumbarse estrepitosamente, también, su apuesta personal por Sáenz de Santamaría en las primarias de su formación.

En la orla de su instituto

Cualquiera habría caído en un «Lapsus Psíquico», como el nombre de uno de los grupos en los que actuaba de vocalista en su adolescencia. Pero recordemos que otra de esas bandas fue «Falsas Realidades». Quizás había margen para la esperanza en el cambio. Quiso volver a intentarlo.

Lo consiguió. Quien más y quien menos coincide en que ponerse el traje de presidente y crecer varios centímetros en estatura política fue solo uno. Que ha ayudado su papel institucional durante la pandemia. Y esta vez sí parece caminar no sólo a la reelección sino hacia la victoria electoral.

«Juanma es tenaz, pero también es clave que ha seguido siempre como es él: moderado, sin aristas y poco amigo de extremismos»

Las encuestas vaticinan que puede rozar la mayoría absoluta, superando los históricos 50 diputados que obtuvo Javier Arenas en 2012, pero que no le sirvieron para nada. El propósito ahora es otro. El mejor de los resultados y sobre todo el que permita gobernar solo.

No sólo puede ser la cabezonería. «Juanma es tenaz, sí, pero otra clave es que ha seguido siendo siempre como es él: moderado, sin aristas, poco amigo de extremismos y gran convicción en lo que hace y por dónde deben ir las cosas», dice a ABC uno de sus colaboradores. «Es verdad que no ha cambiado con respecto a la persona que era en 2014, pero ahora proyecta mucha más confianza», afirma otro.

La moderación, en efecto, es otra de las piezas que cimentan el 'milagro'. Enemigo de batallas culturales, Moreno ha preferido priorizar la gestión. Demostrar que la alternancia puede ser positiva de por sí y hacerlo además desde unos postulados que molestaran a cuanta menos gente mejor. Consciente, como ha afirmado alguna vez, que Andalucía no es precisamente Madrid, ideológicamente hablando.

Feliz por lo conseguido y expectante ante lo que puede estar por venir, a Juanma Moreno ahora lo que más le pesa es no poder estar más tiempo con su familia. Con sus tres hijos y su mujer, la granadina Manuela Villena. «Siente que se está perdiendo unos años tremendamente especiales en el crecimiento de sus críos», cuentan.

Lleva una agenda «excesivamente exagerada», hay quien se queja, que le lleva a dormir mal y además le permite pocos despistes de su actividad. Como mucho, los tres días a la semana en que hace ejercicios de tonificación para mantener el tipo. Está empeñado en comer sano, y hace apología de ello.

Pese a todo, compensa. Y con creces. «Tendrías que ver sus ojos cuando se le acerca alguien y le dice, como pasó hace poco, que está vivo gracias a la atención que recibió en el Hospital Militar de Sevilla cuando un Covid muy bruto lo tenía casi desahuciado», relatan desde su guardia de corps.

«En su hoja de servicios siempre quedará haber hecho que los andaluces dejen de ver como una anomalía que gobierne un PP que gestiona con brío, baja impuestos y no desmantela los servicios sociales», remacha otra persona que lo conoce desde su bisoñez política.

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