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segundo 'annus horribilis'

Iñaki Urdangarin cumplió el martes de la semana pasada 45 años con el agua al cuello. La Justicia le tiene acorralado, se ha quedado sin trabajo y ha perdido a su padre
23.01.13 - 13:39 -
Habría sido un descuido inaceptable que se viera por televisión la fotografía de Iñaki Urdangarin que el Rey tiene enmarcada en su despacho. En el discurso de Nochebuena y en la entrevista que le hizo Jesús Hermida la cámara enfocaba la otra estantería, la de las reproducciones de barcos de vela y las fotos de los Príncipes de Asturias y la pequeña Leonor el día del bautizo. En la pared de enfrente, la que no apareció, don Juan Carlos guarda los recuerdos de boda de sus hijos. De los tres.
El enlace de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin en Barcelona, en 1997, fue una fiesta monumental con 1.500 invitados. El martes de la semana pasada, en su chalet de Pedralbes, había poco que celebrar, porque en la casa del yerno del Rey que suene el teléfono significa malas noticias. Urdangarin (Zumarraga, 1968) cumplió ese día 45 años a la espera de que un juez decida sobre su futuro y en un estado anímico «malísimo». «Está muy preocupado por lo que se le viene encima», advierte la periodista Rosa Villacastín.
El fiscal quiere acusarle de delitos penados con entre 7 y 26 años de cárcel -supuesto desvío de unos 6,1 millones de las administraciones balear y valenciana entre 2004 y 2007 al Instituto Nóos, falsedad documental, blanqueo de capitales...-. Pero antes tiene que superar otro escollo, el de la fianza. La Fiscalía y las acusaciones particulares reclaman un aval de más de 8 millones de euros para él y su exsocio Diego Torres, pero el abogado de Urdangarin, Pascual Vives, la ha recurrido.
«Es un momento duro, pero el cumpleaños más difícil fue el anterior. Ahora tiene que estar ya un poco vacunado. Y es que encima pueden ocurrir cosas peores», recuerda Fernando Rayón, profesor de Periodismo Económico en la Universidad San Pablo CEU de Madrid y experto en la Casa Real. Así que éste vendría a ser un cumpleaños de tránsito, de calma tensa. El cierre a otro annus horribilis, y van dos, que han dejado en el duque de Palma una huella evidente. «Se nota el desgaste». Porque al destierro público -el último acto al que asistió Urdangarin en representación de la Casa Real fue el desfile del 12 de octubre de 2011 y en diciembre de ese año La Zarzuela emitió un comunicado en el que se le apartaba de la agenda oficial por su comportamiento «no ejemplar»- se han añadido otras circunstancias que por sí solas podrían dejar tocada a cualquier familia.
Juntos en Nochebuena
Ha perdido un envidiable trabajo en Telefónica que le proporcionaba unos ingresos de 1,5 millones de euros al año: aunque la compañía le renovó el contrato este verano -con la oposición de parte del Consejo, que se quejaba de la pérdida de clientes a cuenta del escándalo- él pidió una «excedencia temporal», así que viven del sueldo de la infanta Cristina en La Caixa -en 2004 cobraba 90.000 euros-. En mayo falleció su padre, Juan María Urdangarin, a los 79 años. Y aunque lleva meses colgado el cartel de "se vende", no consiguen deshacerse del chalet de Pedralbes. Piden 7 millones de euros y no se trata solo de cambiar de casa y de aires: necesitarían el dinero para pagar la fianza -el juez Castro decidirá la cuantía-.
Los problemas de él son también los de ella, porque la infanta Cristina y su marido son uno solo. «Ellos siguen juntos pase lo que pase. Ella está enamoradísima, así que nada de divorcio», apuesta Rosa Villacastín.
- O sea, que el "divorcio" es solo con la Casa Real.
- Esa relación tampoco se ha roto nunca. En noviembre Iñaki Urdangarin fue a ver al Rey al hospital y con esa foto se hizo visible que hay más contacto con la familia de lo que parece. Y en Nochebuena los duques de Palma cenaron con los Reyes, con la infanta Elena, con las hermanas del Rey... Eso que dicen algunos de que pasaban y no se miraban unos a otros es una estupidez. Estuvieron todos juntos, en dos mesas, y comieron un buffet frío.
- ¿Este acercamiento significa que el Rey intercedería en caso de una condena a Urdangarin?
- No debería, y creo que no lo haría -opina Fernando Rayón-.
Sería lo más coherente después del cambio de rumbo que imprimió la Casa Real a su política de comunicación a raíz del "caso Urdangarin". «Al Rey se le ha recomendado que marque distancias, al menos de cara a la galería. Y en La Zarzuela la estrategia es adelantarse a lo que pueda pasar para que afecte lo menos posible a la popularidad y a la imagen de la institución, aunque luego la familia es la familia, claro».
- ¿Hizo bien en no abordar el tema Urdangarin en la entrevista de Hermida?
- No, ahí se desaprovechó una gran ocasión para que don Juan Carlos hablara de temas que preocupan a la opinión pública. Podía haber dicho algo sobre Urdangarin, aunque fueran lugares comunes, como que los jueces tienen que hablar y tomar una decisión... Habría sido una buena estrategia, incluso recordar el accidente de Botsuana, no pasa nada.
«Niños sin intimidad»
"No pasa nada, no pasa nada...". Algo así les dirán los duques de Palma a sus hijos: Juan Valentín (13 años), Pablo Nicolás (12), Miguel (10) e Irene (7). Pero esto no es Washington y a estas alturas algo deben sospechar. Por mucho que los profesores del Liceo Francés traten de mantenerles ajenos a todo lo que no sean los libros. «Los compañeros de clase habrán sido instruidos por sus padres para que no les digan nada y les traten bien. No les van a machacar ni se van a burlar, como ocurriría con cualquier otro crío. Pero pueden oír cosas por los medios de comunicación y preguntar en casa», advierte Lourdes Lavado, psicóloga del gabinete Albora-bide de Bilbao.
Para estos chavales, siempre tan formales y tan serios, los reporteros a la puerta de casa son el pan de cada día. «Tener una cámara detrás genera estrés a cualquiera, pero ellos han sido educados para guardar la compostura, no tienen intimidad». Por eso, cuando un fotógrafo pilló al mayor llorando en el asiento de un coche el asunto adquirió rango de debate nacional. Podía estar llorando por cualquier cosa, pero también porque no entiende que su padre tenga que echar a correr cuando ve acercarse una cámara.
Y ya van dos carreras. La primera, en enero del año pasado, cuando vivían todavía en Washington. Urdangarin iba a reunirse con su mujer y sus hijos en un cine, cuando una cámara de una televisión española le abordó. Su desesperada carrera llenó horas en los programas del corazón. En noviembre ocurrió algo parecido: el yerno del Rey aprovechó que había anochecido para salir a pasear al perro. Al encontrarse con la inesperada compañía de los periodistas huyó hasta ponerse a refugio en un coche.
«Esos niños han sido educados en la convicción de que no les va a pasar nunca nada, de que lo pueden todo. Y no tienen miedo». Si acaso sufran más el cambio de casa, de amigos y de colegio. «Venirse de Washington a Barcelona les ha tenido que afectar, porque es un cambio vital. El mayor era un niño cuando se fue a Estados Unidos y ahora es un adolescente que ha tenido que dejar amistades y una vida allí». Quizá por eso lloraba en el coche. Su padre no se lo puede permitir.
La Reina, la mejor valedora
La madre y las hermanas de Urdangarin están siendo el principal refugio para la pareja. Este verano pasaron juntos unos días en la playa de Biarritz. La infanta Cristina se dejó ver de la mano de su suegra. «Ella se está echando en brazos de la familia que le está dando calor», asegura Rosa Villacastín.
Cuando estalló el "caso Nóos" doña Sofía viajó a Nueva York para apoyar públicamente a su hija y a su yerno, en un gesto muy criticado. También asistió a la celebración del 13 cumpleaños de Juan Valentín, el pasado 29 de septiembre. Y arropó a la familia de Iñaki cuando falleció su padre, Juan María Urdangarin. La Reina y la infanta Elena acudieron al domicilio de los Urdangarin en Vitoria, pero no asistieron al funeral.
Nada que celebrar
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