Especial Universidades

Algunos apuntes para conseguir avanzar en la encrucijada

Consejos y recomendaciones para afrontar la dura decisión de escoger nuestra carrera universitaria

Las ferias y eventos son una buena ocasión para conocer a fondo nuestras opciones

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Aunque conviene recordar que ninguna decisión es irreparable y que siempre hay nuevas oportunidades, la elección de una carrera universitaria sí es un momento importante en nuestras vidas, una encrucijada que se plantea cuando solo se tienen 18 años. Estamos empezando a convertirnos en adultos y tenemos que enfrentarnos a la compleja cuestión de qué queremos hacer durante nuestro futuro y cuáles son los retos profesionales que nos gustaría afrontar. Entran en juego numerosos factores como la empleabilidad, los intereses, habilidades y gustos personales, la ‘presión’ y las expectativas de familiares y del grupo de amigos, la proximidad o el prestigio de un determinado centro educativo, la disposición a desplazarse fuera de tu ciudad...

Beatriz Malik, presidenta de la Asociación Española de Orientación y Psicopedagogía (AEOP), tiene claro que el punto de partida es que los estudios respondan y coincidan con los valores e intereses profesionales o aficiones del estudiante. La experta también recomienda sopesar las salidas profesionales que tiene la carrera, además de hacerla coincidir con un campo que resulte atractivo para el estudiante.

Proyecto de vida

Apreciaciones en las que también coincide Jimena Fernández, responsable del gabinete de admisiones de la Universidad Europea Miguel de Cervantes. «Esta decisión no sólo consiste en escoger qué titulación va a estudiar el alumno, sino en elegir algo que realmente les guste para poder desplegar todo su potencial en una titulación que se adapte a sus intereses y que será un proyecto de vida», asegura. Fernández explica que, en el caso de su universidad, recomiendan a los alumnos que se tomen el tiempo necesario para buscar qué estudios les gustaría cursar. «Un buen consejo es escribir en una lista cuáles son las habilidades, destrezas, asignaturas y hobbies que se les dan bien», comenta esta experta.

La OCDE recomienda tener un orientador por cada 250 alumnos y en nuestro país tenemos 1 por cada 750 de media

«Se trata de un conjunto de decisiones que debemos de tratar de que vayan alineadas entre sí», dice Juan José Juárez, senior project manager de la Fundación Bertelsmann, quien coincide con las otras dos expertas en varios de los consejos, pero que además recomienda a los estudiantes preguntarse si los estudios son actuales y si van encaminados a cubrir las necesidades del futuro próximo.

«Hay que hacer un ejercicio de introspección. Cómo te ves dentro de cuatro años, trabajando en qué, haciendo qué y a partir de ahí buscar títulos acordes», dice Gema Quintero, profesora de derecho del trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad Carlos III. Consejos como los anteriormente descritos por los expertos, explica Juárez, son esenciales para tener unos criterios claros a la hora de navegar entre una oferta formativa tan amplia como la que existe hoy en día. «Actualmente tenemos más de 3.700 grados universitarios y 170 título de Formación Profesional (FP) entre los que elegir», comenta.

1 de cada 4 estudiantes que inician carrera abandona en el primer o segundo año

A los estudiantes que no están seguros de qué elegir, Malik les aconseja que se hagan preguntas como qué me motiva, qué me apasiona, si priorizo el prestigio de una profesión, su posible remuneración económica, las oportunidades de viajar y qué habilidades me gustaría desarrollar, entre otras. Juárez considera que hay tres fuentes básicas de información: el autoconocimiento, el mundo laboral y la oferta formativa. Estas tres claves son imprescindibles para que después del bachillerato podamos saber qué tipo de materias nos interesan, qué profesiones marcarán el mundo laboral en el futuro y cuáles son los estudios que encajan con estas dos cuestiones.

La elección de los estudios superiores es una decisión clave, como hemos comentado. Esta situación hace que muchos jóvenes sientan una gran presión y que no pueden fallar en su elección. De hecho, es habitual que personas que tenían muy claro qué estudiar se den cuenta de que no les motiva. Para este tipo de personas, Fernández, de la Universidad Europea Miguel de Cervantes, aconseja que en el momento de elegir sean consecuentes con sus sentimientos, pero que no hay problema en cambiar de carrera si se dan cuenta de que no les conviene. «Estudiar algo que no te llena, te desvincula de tus objetivos y, al final, pierdes el foco. Lo que se supone que será tu pasión, se convierte en una rutina vacía», comenta.

El papel de la orientación

Lo ideal sería que los jóvenes llegaran a este momento crucial con buena parte de los deberes hechos, o al menos, con alguna ideas claras de cuál podría ser su camino y qué senderos podrían acabar convirtiéndose en auténticos vericuetos. En esa tarea cobra especial importancia las tareas de orientación profesional que pueda recibir durante los años de formación secundaria y bachillerato. Sin embargo, Juárez, de la Fundación Bertelsmann, explica que en España tenemos un déficit de orientadores que provoca que los jóvenes no reciban la guía y el apoyo suficiente para saber qué hacer con sus estudios. «La OCDE recomienda tener un orientador por cada 250 alumnos y en nuestro país tenemos 1 por cada 750 de media», comenta.

Mayor inversión

El resultado de esta falta de orientación, sumada a otros factores, es que aproximadamente 1 de cada 4 estudiantes que inician estudios universitarios en España abandona en el primer o segundo año, explica el experto. «Este fracaso en el proceso de elección de carrera supone un elevado coste para los alumnos, sus familias y la sociedad en su conjunto», comenta el senior project manager de la Fundación Bertelsmann, quien afirma que es necesario invertir más en orientación para tener un proceso estructurado, continuo y de calidad que reduzca estos niveles de abandono.

Algunos expertos recomiendan el modelo alemán o el finlandés, con un marco legal claro

Desde la Asociación Española de Orientación y Psicopedagogía, Beatriz Malik apunta que hay una gran diferencia en la forma de enfocar el asesoramiento de un instituto a otro, lo que lleva a resultados muy diversos. «Se suelen trabajar aspectos como el autoconocimiento del alumnado, la exploración del entorno y del mundo laboral, las profesiones emergentes, la toma de decisiones y la planificación de la carrera», comenta la profesional. En ese aspecto, el apoyo que recibe el estudiante depende de los recursos de cada institución educativa, el ratio orientador/alumnado y de las situaciones que se den en el instituto concreto o en su entorno.

«Muchas veces los y las orientadores tienen que dedicar su tiempo a ‘apagar fuegos’, a ayudar a resolver problemas que surgen en el día a día y abordar otras cuestiones, restándoles tiempo para trabajar aspectos más específicos relacionados con la orientación profesional o desarrollo de la carrera a lo largo de la vida», comenta Beatriz Malik sobre algunos de los problemas que enfrentan los institutos a diario.

Mirar al exterior

Para Juárez, el sistema de orientación español podría aprender mucho de Alemania, donde la Formación Profesional se ve como una opción muy positiva, o de Finlandia, donde hay un sistema que se apoya en un marco legal claro y estable que permite que profesorado, alumnado, familias y empresas sepan a qué atenerse. «En primer lugar necesitamos un marco integral y estable, actualmente no tenemos una norma o decreto que establezca de manera concreta y entendible por todos que se debe de hacer a nivel de orientación en cada uno de los 4 años de la ESO, en el bachillerato y en la FP», dice Juárez, quien explica que la resolución de esta situación está siendo abordada por Xcelence, una propuesta de la Fundación Bertelsmann para una orientación de calidad.

Un factor de mejora es vincular la orientación a los contenidos de las asignaturas

Desde la Asociación Española de Orientación y Psicopedagogía, Beatriz Malik no recomienda replicar el modelo de otro país, sino que sería partidario de analizar las propuestas que existen en el extranjero e intentar adaptarlas al contexto español. Por el momento, la experta considera que parte de la solución pasa por dotar de más profesionales de la orientación a los institutos, además de vincular la orientación con los contenidos de las asignaturas, entre otras propuestas. «Es necesario aumentar el número de personal formado en orientación. Y a largo plazo, crear estructuras de orientación profesionalizadas, multinivel pero intercomunicadas», recomienda por su parte Gema Quintero, profesora de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad Carlos III. Estrategias para mejorar unos servicios esenciales y claves para no partir desde cero cuando el estudiante se enfrenta a su gran encrucijada de los estudios universitarios.

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