A los turistas chinos les gusta comprar marcas caras en el extranjero
A los turistas chinos les gusta comprar marcas caras en el extranjero - pablo m. díez

¿Cómo compran los turistas chinos?

Con más de 100 millones de viajeros al año que gastan 87.850 millones de euros, captarlos resulta fundamental para la economía española

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Ya son los turistas que más viajan y los que más gastan. Cada año, más de cien millones de chinos salen de su país y se dejan por todo el mundo unos 87.850 millones de euros, según las cifras calculadas por la Organización Mundial del Turismo en 2013. Una importante inyección de dinero que España, tercera potencia turística mundial, quiere aprovechar para salir de la crisis.

Pero, ¿cómo compran los turistas chinos? Conocer sus gustos y particularidades resulta vital para la economía española, que sólo recibe una pequeña cantidad de esa auténtica invasión turística china: 250.000 viajeros en 2013. Muchos de ellos, además, recalan en España como parte final de un itinerario que les lleva por otros países europeos, donde hacen sus primeras compras en capitales como Londres, París o Berlín.

La mayor parte de dichas compras son artículos de lujo, como bolsos de Chanel o Louis Vuitton, que, a pesar de su elevado precio, son en Europa mucho más baratos que en su país. Dando buena cuenta del infatigable espíritu comercial chino, incluso hay parejas de recién casados que aprovechan su luna de miel en el extranjero para pagarse el viaje comprando dos o tres bolsos de marca que luego venden en su país. De hecho, es habitual verlos haciendo cola en los puntos de devolución del IVA de los aeropuertos tras haberse gastado una fortuna en compras durante sus vacaciones.

Sin interés por el turismo de sol y playa que tanto abunda en España, y que necesita reinventarse para paliar la bajada de visitantes fuera de la temporada de verano, los viajeros chinos se decantan más por la cultura y las compras. Aunque sus salidas al extranjero son constantes por su gigantesco volumen de población, sus principales periodos de vacaciones son entre finales de enero y mediados de febrero, coincidiendo con el año nuevo lunar; en mayo, con motivo del Día del Trabajo, y en octubre, cuando se celebra el Día Nacional de China. En esas fechas, alejadas de la temporada alta del turismo en España, los viajeros chinos inundan los museos y tiendas de todo el mundo.

Además de las marcas caras que demandan, cuyos establecimientos están por todas las grandes ciudades, para captarlos resulta fundamental tener personal chino o que hable mandarín, pues muchos turistas de este país no dominan el inglés. En algunas perfumerías del aeropuerto de Barajas ya trabajan dependientas españolas de origen chino para atender a los clientes que hacen sus compras de última hora antes de tomar su avión de regreso.

Para los comercios también es crucial dotarse de datáfonos que acepten el sistema de pago de Union Pay, el más extendido entre los usuarios de tarjetas de crédito en China, por encima incluso de Visa o American Express.

Conociendo la afición china a las marcas famosas, muchos de sus «outlets» (grandes centros comerciales que ofrecen descuentos y saldos de otras temporadas) ya ponen a disposición de los turistas autobuses con guías que hablan mandarín para llevarlos a sus establecimientos, por lo general a las afueras de las grandes ciudades.

Más ochos y menos cuatros

Al igual que hacen las tiendas en China, es recomendable que los comercios marquen sus precios con números terminados en ocho, que simboliza la fortuna, y eviten el cuatro, que es sinónimo de mala suerte porque se pronuncia de forma similar a la palabra muerte: «si». Aunque parezca un detalle menor, los chinos son uno de los pueblos más supersticiosos del mundo y se dejan llevar por estas costumbres. Siguiendo con esta obsesión por la suerte y la numerología, también les encanta el juego, prohibido en su país, y son clientes asiduos de casinos y tragaperras.

«Los chinos son uno de los pueblos más supersticiosos del mundo. Se debe tener en cuenta»

Muy apegados a sus tradiciones y con un fuerte espíritu nacionalista, los chinos valoran enormemente que los extranjeros hagan el esfuerzo de adaptarse a sus costumbres y reconozcan el auge de su país como superpotencia gracias a su crecimiento económico. Por eso, es buena idea incluir en las tiendas letreros en mandarín junto a otros idiomas, como inglés, francés, alemán, árabe, ruso o japonés.

De igual modo, los hoteles deberían poner a su disposición en sus habitaciones dispensadores de agua caliente para calentar té, que beben de forma habitual, y ofrecer botes de «noodles» (tallarines) instantáneos, que seguramente les recordarán a su país. Aparte de estos pequeños detalles de cortesía, los chinos disfrutan probando otras gastronomíasy se muestran sumamente curiosos con las delicias culinarias de cada país, por suerte sin ahorrar en gastos.

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