Santa Paciencia, ora pro eis

Barcelona Actualizado: Guardar
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“Lo peor es la espera previa, los días o las horas anteriores. Tal como sueltas amarras parece ocurrir un milagro, pues la tensión se va aflojando, te metes ya en modo regata real, tocando cabos, preparando velas, comprobando el reloj para saber cómo vas de tiempo para el tiro de salida….” Es una declaración inventada, pero no tanto. Aunque no sea literal ni de persona concreta, es una recopilación de muchas de ellas, cuando surge una de las típicas y tópicas preguntas en vísperas o unas horas del inicio de una regata, ya sea oceánica o de boyas costera. A mis admirados motoristas supongo que cuando arrancan para dar la vuelta de calentamiento debe sucederles lo mismo. La felicidad es soltar amarras.

Viene a cuento porque ahora mismo tenía la Mini Transat y a Bruno Gracía en mente. Uno de esos flashes repentinos, que me ha llevado a ver si de una vez empezaba esta edición, y de paso superar el síndrome de la pantalla en blanco, otrora conocido como síndrome del folio en blanco, ese de tener que escribir si o si y no ser capaz de poner una letra…

Me bajo de la rama y vuelvo al troco. El 12 de octubre estaba programada la salida, pero batiendo records se ha ido aplazando, por culpa de las borrascas que asolan Finisterre. La culpa es de un anticiclón clavado en Centroeuropa que les impide pasar más al norte, y baña la zona con generosos suroestes.

Cuando lea estas líneas (eso ya les sonará), creo, espero y deseo que hayan partido de Douarnenez, tras más de dos semanas aplazados. No se trata de un esperar flotando en mar o en el bar del club en una regata de boyas. Ha sido tal la movida, que el director de regata ir dando previsiones a días vista, permitiendo que muchos patrones volvieran a casa hasta recibir el aviso de alerta y regresar pitando ante una posible fecha de salida

Siendo la flota que es –mayoritariamente joven y con pocos recursos- el trastorno de planes no es poca cosa. Tiempo para sufrir el tobogán anímico y rascarse los bolsillos. Por suerte, los que tienen mil detalles pendientes de terminar en el barco, que no son pocos en esta flota, han tenido tiempo de sobras para solucionarlos, pero de cualquier modo, jugar a reportero preguntándoles boli o grabadora en mano sobre sus nervios o impaciencia previos a la salida podría conllevar un empujoncito desde el pantalán y encontrarte flotando.

Si hay esperas que matan, no dudo que esta sea una de ellas.

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