Cheikh Tidiane, el niño senegalés que cruzó África con un balón en los pies y mucha hambre en las manos

A pocos meses para cumplir la mayoría de edad, Tidiane demuestra la madurez que no le toca tener tras una historia sobrecogedora que hoy le regala días más felices gracias al SAMU y al Coria CF

Francis Muñoz, director deportivo del Coria, posa con Cheikh el día de su presentación Coria CF

Ignacio Liaño

Quienes tienen la fortuna de compartir la extraordinaria vida de Cheikh Tidiane Ndour (Senegal, 2002) dicen que es un niño responsable, un trabajador infatigable, un muchacho educado y formidable. Alguien que empatiza con quienes están a su alrededor, aun sabiendo que su infancia no tuvo una pizca de compasión con él. Cheikh se hizo adulto demasiado temprano en 2018, cuando cruzó con 15 años la frontera de Senegal con Mauritania para llegar lo antes posible a Tánger teniendo que dejar a su familia atrás. Unos 2.500 kilómetros, en total, sin contar territorio nacional, que ni el propio Google Maps se atreve a calcular. En Marruecos trabajó medio año para pagarse un billete en una patera sin saber si su embarcación llegaría algún día a su destino o jamás podría llegar a contar su historia en España. Hace dos años, el miedo no le dejaba dormir por las noches. Hoy sueña con ser futbolista.

La patera de Cheikh arribó a La Línea de La Concepción y, tras varios días allí, fue enviado a Arcos de la Frontera, de donde terminó escapándose. No era su sitio. Perdido por la tierra de los hermanos Murciano (Antonio escribió eso de «Si la vida es camino / caminaremos») pidió ayuda a un agente de la Policía Local al que le rogó que le llevara a Sevilla, donde él quería estar para dejar de deambular sin rumbo ni dirección fija. La Fundación SAMU, a través de su servicio a menas -menores extranjeros no acompañados-, le ofreció una nueva oportunidad en Dos Hermanas que la vida jamás le había dado y Cheikh la agarró con sus manos por su familia y por él.

El senegalés también recibió la gracia de Marina Duque, educadora del centro Miguel Mañara, una de las personas que conoce de cerca las risas y llantos de Cheikh: «Es muy bueno. Le ayudamos mucho, ya que el SAMU apoya a los niños en la toma de sus decisiones. La directora nos carta de libertad en ese sentido», subraya. «A veces, Cheikh me llama porque necesita que lo lleve a entrenar. Lo llevé a firmar con el Coria, por ejemplo. También le ayudo a hacer los deberes. O lo recojo porque se olvida de que a las 23.00 cierra el metro y sigue por ahí con sus amigos. Son favores que se les hace porque al final acabas cogiéndole cariño. Yo trabajo con personas, no tengo horarios», indica Marina, a la que aún le asombra todas las desventuras que habrá tenido que soportar su tutorizado durante su compleja travesía: «Él dice que lo ha pasado muy mal, que ha sido muy duro. Tenía un autobús que se buscó en África, pero una vez llegó a Marruecos, tuvo que buscarse la vida durante cinco o seis meses para ganar un dinero con el que pagó el viaje en patera».

Cheikh recuerda cada noche a su madre y los cinco hermanos que dejó en Senegal -más un sobrino que echa mucho de menos-, pero a través de whatsapp las distancias no pesan tanto como antes. «Ahora hace un FP de Electricidad y Electrónica en Dos Hermanas, pero él siempre ha querido ser futbolista. Estuvo jugando en Los Caminantes y en el Ibarburu, hasta que un día lo vio el director deportivo del Coria, Francisco Muñoz, y lo llamaron. Entonces tenía una oferta para ir a probar con el Rayo Vallecano, pero eran demasiados cambios en tan poco tiempo y dijo que no para terminar sus estudios», afirma la educadora a este medio, apuntalando el alto grado de madurez que demuestra Cheikh: «Viene de sufrir mucho y por eso tiene las ideas claras», añade.

Cheikh firma su contrato con el conjunto ribereño Coria CF

Entonces el Coria llegó a su vida y le abrió la puerta que tantas veces le habían cerrado. El club sevillano le dio la posibilidad de poder vivir en un piso junto a otros compañeros que provienen de otras ciudades, y Cheikh aceptó la oferta sin vacilar para seguir ganándose la vida por las mañanas, ya que por la tarde tenía que cumplir los entrenamientos, de momento, con el equipo juvenil ribereño que juega en Liga Nacional, aunque es cuestión de tiempo que acabe debutando en el primer equipo que milita en el Grupo X de Tercera división. Así lo asegura el propio Francisco Muñoz, responsable del área deportiva del club coriano: «Tiene dentro algo especial, así que, con un poco de suerte, y cuidándolo bastante, Cheikh podría encontrar una vía de solución con el fútbol en el futuro». El director deportivo relata cómo conoció al joven: «Un día salí a correr por Montequinto y lo vi jugando con otro chico. En una de ésas, le pregunté qué tal estaba. Me dijo que jugaba al fútbol, era muy tímido. Así que un día me acerqué a verlo jugar en Los Caminantes. Y le vi cosas», fija Muñoz. «Lo vi tres ratillos. Así que en cuanto me nombraron director deportivo del Coria, se lo ofrecí al club. Dije que teníamos al mejor jugador que podíamos ver esta temporada. Tras hacer las pruebas con el Liga Nacional, poco a poco fue cogiendo más confianza en su juego».

Un futuro por delante

El veterano entrenador reconoce que el objetivo de Cheikh es llegar lo más alto posible en el mundo del fútbol, pero con todo lo que ha vivido el senegalés, sabe que puede sentirse más que un campeón sin necesidad de vestirse de corto: «A cada jugador le hago una presentación en la sala de trofeos cuando lo fichamos. Allí se hacen dos o tres fotografías con el contrato, la camiseta, el escudo… pero las siguientes se las hacen con sus familias. Le noté frío aquel día, claro. Así que le dije: «No te preocupes, vamos a esperar a que venga Marina y te la haces». Y se la hizo con ella y con un amigo. Desde entonces, empezó a soltarse y hablar».

Teniendo 1,96 metros de altura, Muñoz se pregunta por qué no colocaban en posiciones más ofensivas a Cheikh en sus anteriores equipos: «Es muy atlético, tiene la fisonomía de un futbolista espigado, no es nada descoordinado. Juega de ocho. Yo lo considero un jugador de ida y vuelta, de área a área; muy versátil. También puede jugar de pivote defensivo o de nueve, pero para no volverlo loco, creo que su sitio es el carril del ocho. Quizá podría ser un Busquets», incide. Francisco Muñoz comenta que Cheikh estaba en la prelista de canteranos que harían la pretemporada con el primer equipo, pero por el protocolo de la Federación Española que limita la cantidad de jugadores, aún habrá que esperar para verlo debutar en Tercera división: «Después de todo lo que ha pasado, Cheikh tiene ganas de trabajar muchísimo, y las entidades están ayudando otro tanto. Son esenciales. Seguro que tendrá minutos cuando empiece la temporada», apostilla el director deportivo del conjunto del Guadalquivir. Habrá que citar de nuevo al poeta arcense y cantar aquello de «Tierra de donde venimos / por donde fuimos viniendo / por donde vamos, camino / de donde no volveremos», ahora que Cheikh sólo tiene que caminar por la verea de sus sueños.

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