Unionistas-Real Madrid

Fútbol de antaño junto al tartán

La directiva de Unionistas suplió con entusiasmo la falta de medios en Las Pistas salmantinas

Los jugadores del Unionistas celebran su gol ante el Madrid AFP
Rubén Cañizares

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Gradas de cemento, para los aficionados, los periodistas y también para las autoridades de ambos equipos anoche presentes en Las Pistas. Emilio Butragueño, máximo representante del Real Madrid en Salamanca, miraba con melancolía todo lo que veía a su alrededor. Él mejor que nadie sabía lo que era jugar en un estadio de estas características, y disfrutarlo como aficionado. Emilio vivió y jugó en este fútbol, y se adaptó como un hincha más a las peculiares condiciones de Las Pistas . El palco solo se diferencia del resto de la grada por una pequeña valla de algo menos de un metro de altura que delimitaba la zona respecto a la de los hinchas. Eso sí, el director de Relaciones Institucionales ya tiene una edad y una jerarquía, y el cojín y la manta para soportar el gélido contacto de su cuerpo con el cemento, formaron parte de outfit durante los noventa minutos.

El campo de fútbol de Unionistas presentó un lleno absoluto, como no podía ser de otra manera. Dos horas y media antes ya entraban niños y adolescentes a la carrera buscando el mejor lugar acorde a su categoría de entrada. No había tickets numerados. El que primero llegaba elegía su sitio . Una hora antes del inicio Las Pistas ya estaba a reventar. Fútbol de otra época.

El frío, dos grados al inicio del choque y cero al acabar, tampoco fue impedimento para que los 4.000 seguidores de Unionistas vivieran una noche mágica. En calor entraban animando a los suyos, y con una pequeña barra situada en el acceso de la grada techada. Allí, aparte de agua, refrescos, café y algún que otro snack, había pizzas familiares (a 10 euros) de una conocida marca de servicio a domicilio, patrocinador del equipo charro. Ese era también el cátering de los integrantes del palco. Pizza de jamón york, bacon y queso. También circularon algunos canapés durante el descanso.

El césped, otro de los protagonistas de Las Pistas, estaba seco, con bastantes zonas quemadas por el frío, los hoyos tapados con arena y algunas «minimontañitas», como la del área que defendió Areola en la primera mitad. Justo en la zona central de la misma el piso subía y bajaba como un badén en mitad de una carretera.

Alrededor del campo, las famosas pistas de atletismo donde diariamente se entrenan profesionales y aficionados y donde Javier Sotomayor batió en dos ocasiones el récord del mundo de salto de altura. La primera, el 8 de septiembre de 1988, alcanzó los 2,43. La segunda, el 27 de julio de 1993, llegó hasta los 2,45, marca que aún hoy sigue estando en la cima de esta especialidad atlética. Una placa en el fondo sur, junto a la portería, homenajea este doble capítulo histórico del atletismo vivido en Las Pistas.

Sabor añejo

En sus entrañas, su humilde gimnasio de siempre, con maquinaria y pesas del siglo pasado, fue vaciado para utilizarlo de improvisada zona mixta . Otro lugar habilitado como gimnasio, más específico para los futbolistas de Unionistas, también fue tuneado para la rueda de prensa de los entrenadores. Unas sillas de plástico para los medios y una mesa de madera para los técnicos. Ahí, las palabras de Zidane de elogio a sus jugadores tras el triunfo del Madrid en Las Pistas pusieron fin a una eliminatoria con sabor añejo que transportó al Madrid durante un día al fútbol de blanco y negro.

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