Fútbol

Un Real Madrid de cal y arena

Su pobre imagen ante el Español, una más en una temporada de demasiados claroscuros

Rubén Cañizares

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El lenguaje gestual de un futbolista de primer nivel suele ser mucho más elocuente que cualquiera de sus, a menudo, inocuas declaraciones. El martes por las noche, en la zona mixta, las caras de los jugadores del Real Madrid y de Zidane , desfilando hacia el autobús con gesto serio y ceño fruncido, hablaban de un pospartido tenso en el vestuario visitante del RCDE Stadium. Pocas palabras y algún que otro reproche, con Isco como protagonista. Su pachorra a la hora de retirarse del terreno de juego, mediada la segunda mitad, no gustó a bastantes de sus compañeros, entre ellos Sergio Ramos. En privado, el capitán le hizo saber que con empate a cero y a falta de veinte minutos, no es normal irse andando del campo y hacer perder a su equipo un minuto que en el desenlace del partido puede llegar a ser muy valioso.

El de Camas no fue el único que dio un toque de atención. Varane, ante los medios, hizo un diagnóstico muy certero de lo que es esta temporada el Real Madrid : «Este equipo es capaz de lo mejor y de lo peor. Y no es sólo que tengamos días buenos o malos. Es que muchas veces jugamos diez minutos bien y otros diez minutos mal. No hay explicación. Nos falta constancia, sobre todo en la Liga, y la actitud no se negocia. Hay que darlo todo en cada partido».

Actitud cuestionada

La imagen del Real Madrid ante el Español no es nueva. Son muchos los encuentros en los que el equipo blanco ha dado síntomas de desidia, y por eso desde hace varias semanas solo tiene el cartucho de la Champions para evitar que la temporada acabe en suspenso. Sus tres eliminatorias coperas ante equipos de mucho menor nivel (Fuenlabrada, Numancia y Leganés), los partidos de Liga en Montilivi, Balaídos, Ciudad de Valencia o Cornellá, y su visita en Champions a Wembley muestra la cara más blanda y desganada de un equipo con el estómago lleno, que solo saca el talento y el orgullo en la competición continental, como se comprobó ante el PSG hace un par de semanas, en la ida de octavos de final.

Es el sino del Real Madrid 2017-18 , campeón de la Supercopa de España y de Europa, además del Mundial de clubes, títulos que suman, pero que no justifican la indolencia del día a día. El equipo blanco ha sido eliminado por el Leganés de la Copa, en cuartos y en su propio estadio, y está a catorce puntos del Barcelona, líder de la Liga, que pueden ser diecisiete si los azulgranas vencen esta noche en Las Palmas de Gran Canaria . En la balanza, esos tres títulos no compensan el desastre en los dos torneos domésticos y solo levantar la decimotercera en Kiev el próximo 26 de mayo haría buena la temporada, aunque no debería evitar la toma de serias medidas de cara al próximo curso.

Esta es la situación actual de un Real Madrid de cal y arena , que no es capaz de encadenar ni un mes de competición con cierta brillantez. Ni siquiera el impulso de la importante victoria de la PSG ha estimulado a un grupo de futbolistas con signos evidentes de agotamiento mental y grietas nunca vistas en la era Zidane. Y en cinco días, a París.

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