La elección de Kevin Durant removió a principios de julio el mercado de la NBA. El alero se decantó por abandonar Oklahoma City y fichar por los Warriors, en una decisión que situará todos los focos en el Oracle Arena y que le obligará a ser un referente del equipo a partir de la próxima temporada.

Un liderazgo que se pondrá a prueba durante los Juegos Olímpicos, donde Durant deberá encabezar a la selección estadounidense ante la ausencia de pesos pesados como LeBron James o Stephen Curry. Las dos estrellas de la pasada final de la NBA son las más destacadas de una lista de ausencias que también tiene entre sus integrantes a LaMarcus Aldridge, Chris Paul, Westbrook o el retirado Kobe Bryant.

Sin ellos, en la última aventura de Mike Krzyzewski al frente de la selección, los estadounidenses intentarán revalidar el éxito de las últimas citas olímpicas y hacerlo sin pasar apuros. En ese plan, Durant cumplirá un papel principal, como lo hizo ya en el Mundial de 2014 disputado en España.

Entonces, en una situación similar, fue el mejor del equipo americano, al que llevó al oro hasta darse al conocer al gran público. Ese que no sigue habitualmente la NBA y al que los brazos infinitos de Durant le pillaron por sorpresa. No será el caso ahora, sobre todo después del terremoto que ha causado en todo el mundo su fichaje por los Warriors.

Durant, que ya sabe lo que es subir a lo más alto del podio olímpico en Londres, será la cabeza visible de un equipo con grandes jugadores como Carmelo Anthony, Klay Thompson, Draymond Green o Kyrie Irving, que contará también con algunos “mortales”, como Harrison Barnes.