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Voleibol

Jaqueline Carvalho, madre coraje

El espejo en el que se miran muchas brasileñas: triunfó en su deporte y tuvo un hijo para regresar a la competición y volver a ser grande

Decir Brasil es decir fútbol, baloncesto y voleibol. La posibilidad de jugar en los cientos y cientos de kilómetros de playa del país ha fomentado el liderazgo en un deporte, el voleibol, que de la playa se traslada a las pistas para formar el mejor equipo del mundo. Jaqueline Carvalho es uno de esos talentos forjado en Recife. Nacida el día de año viejo de 1983 en esa ciudad, en 2005 conquistó en el Grand Prix de Sendai su primera medalla de oro internacional. Comenzó así una carrera repleta de éxitos que la ha llevado a ganar los oros olímpicos con Brasil en Pekín 2008 y Londres 2012. El último gran objetivo de su vida deportiva es recibir la tercera medalla de oro olímpica en su país, en Río 2016.

Durante muchos años, la esbelta morena, 1,86 centímetros de altura y 70 kilos de peso, ha sido considerada la Mejor Recepción del mundo. Ese galardón se le concedió ya en el Campeonato del Mundo 2006, celebrado en Japón, donde perdió la final ante Rusia. La mejor receptora del universo, que también juega de punta en los últimos tiempos, ha trazado su carrera con ese claro referente: los oros olímpicos. El voleibol brasileño ha elegido con inteligencia lo que es importante y su selección ha disputado Mundiales y Grand Prix con la meta olímpica como centro de su trabajo. Tras conseguir el oro en el Grand Prix Calabria 2006, la plata en el Mundial Japón 2007 y el oro en el Grand Prix Yokohama 2008, Jaqueline celebró su primer oro olímpico en Pekín 2008. Ya había logrado una de las grandes metas desde que empezó a jugar a los siete años en Recife.

Se casó en 2009 con Murilo Endres, otro jugador de voleibol. Jaqueline María ha sido un espejo en el que mirarse para muchas mujeres brasileiras. Es un portento físico que ha sabido complementar su vida privada con la alta competición de una manera que es un ejemplo para otras muchas jugadoras de todos los deportes. Plata en el Mundial de Japón 2010 y en el Grand Prix de Ningbo celebrado el mismo año, en 2011 quería tener un hijo y decidió interrumpir su trayectoria profesional. Un aborto, en mayo, cortó su deseo. Volvió a jugar al voleibol. Retrasó su deseo de ser madre. Festejó el Grand Prix de Ningbo 2012. Y ese año, en Londres, obtuvo su segundo oro olímpico.

Con dos oros en los juegos, a los 28 años, quiso por fin tener descendencia. En julio de 2013 anunció que esperaba un bebé. El 20 de diciembre 2013 dio a luz a Paulo Arthur Carvalho Endres. Y dos meses más tarde, en febrero de 2014, volvió a entrenar para reiniciar su carrera. Trabajó duro para recuperar su poderío. Volvió a ser la de antes. Bronce en el Mundial de Italia 2014, ese año ganó de nuevo el Grand Prix, esta vez en Tokio. Jugadora del Minas en la Superliga Brasileña de Voleibol, la número ocho se ha preparado como nunca, porque los años no pasan gratis, para colgarse su tercer oroen unos Juegos. En su casa. Jaqueline quiere hacer más historia.

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