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reportaje

Hungría llora por el estadio del mítico 'Once de Oro' de Puskas

Nada podrá sustituir en el corazón de los magiares el lugar donde le endosaron un 7-1 a Inglaterra

Derribo del mítico Nepstadion de Budapest.
Derribo del mítico Nepstadion de Budapest. - AFP

Clasificada para su primera Eurocopa desde 1972, Hungría, que el sábado se enfrenta a Alemania en un amistoso, sigue digiriendo con problemas la reciente destrucción de su estadio nacional en Budapest, el lugar de las hazañas del legendario ‘Once de Oro’ de Ferenc Puskas en la época comunista.

El tiempo pasó factura y el recinto quedó anticuado. En los años 1950 podía acoger a 100.000 espectadores, pero en abril fue víctima de las máquinas de derribo para dar lugar en un futuro próximo a un nuevo estadio, que acogerá partidos de la Eurocopa 2020.

Según Zoltan Molnar, que trabajó durante 28 años en el viejo Nepstadion (el «Estadio del Pueblo»), nada podrá sustituir en el corazón de los aficionados el lugar donde los húngaros endosaron a Inglaterra su mayor derrota, el 7-1 en un amistoso en 1954.

«Era más que un estadio. Era el lugar en el que Hungría reinaba en el planeta fútbol», recuerda Molnar con emoción.

Tras el adiós a ese último vestigio, nada parece ya recordar, en su opinión, la época en la que el equipo de Puskas, Kocsis y Bozsik consiguió estar 31 partidos invicto de manera consecutiva y llegar a la final del Mundial-1954 (derrota 3-2 ante la República Federal Alemana).

Una edad de oro que contrasta con la trayectoria más reciente de la selección actual, obligada a pasar por una repesca para validar su billete a la Eurocopa de Francia, su primera gran cita desde el Mundial de México-1986.

Barroco estalinista

Rebautizado en 2002 con el nombre de Ferenc Puskas, en homenaje al mayor mito del fútbol húngaro, el Nepstadion había sido construido por un ‘ejército de voluntarios’ de 1948 a 1953, «por el pueblo y para el pueblo». Puskas estuvo en aquel proceso con una pala en la mano, al menos según las fotos difundidas por la propaganda.

Para el dictador húngaro Matyas Rakosi, este recinto de hormigón, ultramoderno para la época, debía mostrar la supremacía del mundo comunista sobre Occidente, como subraya el historiador deportivo Gergely Csoti.

Un reto cumplido al menos en parte: en 1957, el diario deportivo francés L’Équipe definió el lugar como «un modelo de perfección deportiva y arquitectónica». Sobre todo en comparación con el viejo estadio de Colombes de París, entonces decrépito y limitado a 60.000 espectadores.

Pese a su humillación, la selección inglesa volvió deslumbrada por las instalaciones de Budapest. El portero, Gil Merrick, comparó los vestuarios con «un palacio».

Quintaesencia del «barroco estalinista», con su mármol y las estatuas deportivas, el Nepstadion pagó su tributo a la Guerra Fría.

En 1953, el estadio abrió pese a que tercer nivel sólo estaba parcialmente terminado: el objetivo ese día era desmentir un rumor del órgano estadounidense Radio Free Europe, que afirmaba que el recinto no estaba operativo. Rakosi no se olvidó de incluir en los planes del estadio un refugio contra ataques aéreos.

Sueño olímpico evaporado

Pese a contar con ese estadio de lujo, Budapest no logró conseguir la sede de los Juegos Olímpicos de 1960, que fueron para Roma.

Según Csoti, la Unión Soviética habría maniobrado en secreto para el fracaso de la candidatura de Budapest, ya que «Moscú (sede del evento en 1980) no quería que los Juegos Olímpicos fueran a otro país del Este antes que a ella».

Una cosa es segura: Rakosi no contribuyó a ganar simpatías en el Comité Olímpico Internacional (COI). Durante la inauguración del estadio en un caluroso día de agosto de 1953, dejó fuera de su palco climatizado al presidente de la organización olímpica, el estadounidense Avery Brundage, por «capitalista».

Pero fue la defección de Puskas y sus compañeros en 1956, negándose a volver al país que acababa de vivir una de las principales revueltas del bloque comunista con su posterior represión, la que marcó el principio del fin del Nepstadion.

Los mejores futbolistas húngaros pasaron al Oeste y Puskas terminaría vistiendo los colores de España.

El régimen se distanció del deporte y abrió el estadio a otros usos. Allí, por ejemplo, dio un concierto la estrella del jazz Louis Armstrong en 1965 ante 80.000 personas.

En diciembre de 2006, el estadio sirvió para un último homenaje a Puskas, recién fallecido. Un acto religioso que contó con la flor y nata del fútbol europeo, entre ellos su excompañero del Real Madrid Raymond Kopa.

El nuevo estadio nacional húngaro, que albergará a 68.000 personas, estará terminado para la Eurocopa 2020, coorganizada por primera vez por 12 países, entre ellos Hungría.

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