Selección española

Gavi, de extravagancia a principal

El azulgrana, la apuesta más arriesgada de Luis Enrique, deslumbra con la selección

Gavi, durante el España-Portugal en el Benito Villamarín EFE

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A diez minutos para el final del España-Portugal, el Benito Villamarín retumba con una estruendosa ovación. Se retira del campo Gavi, el indiscutible héroe de la jornada. Camina despacio, dolorido por un golpe en el gemelo que empieza a provocarle calambres, y devuelve el aplauso mientras se le escapa una media sonrisa.

En su sexto partido con España llega la confirmación internacional de un chaval aún adolescente, en un estadio que conoce bien y con la grada poblada de familiares llegados desde Los Palacios y Villafranca, el pueblo que le vio nacer no hace aún 18 años. Solo hay alguien igual de feliz que toda esa gente. Junto al banquillo, Luis Enrique da la enhorabuena a su futbolista con un abrazo. Gavi ha sido, con seguridad, la apuesta más arriesgada del asturiano durante su etapa como seleccionador. Fue tildado de frívolo, de apostar por las excentricidades e incluso de tráfico de influencias, pues Gavi está representado por Iván de la Peña , uno de los grandes amigos del seleccionador. Hoy nadie puede cuestionar el acierto en la decisión que tomó Luis Enrique. «No es un jugador que solo corre, lucha y que es top a nivel defensivo», analiza el seleccionador. «A nivel ofensivo y con balón es un jugador muy especial, un interior puro capaz de recibir entre las líneas, de perfilarse para atacar a los defensas, de dar un último pase... Tiene gol, ya lo veréis en el futuro, golpeo con las dos piernas, remate de cabeza y un poderío físico abrumador. Con su edad, es un jugador único».

Semejante ristra de halagos no evita que el asturiano se ponga serio e intente frenar la euforia: «Indiscutible no es. Indiscutibles en la selección española hay pocos».

Aún causa extrañeza cuando, al anunciar cada convocatoria, Luis Enrique nombra entre los centrocampistas a Pablo Martín Páez Gavira. No es hasta después de una brevísima pausa cuando el técnico completa el nombre con el apodo y despeja las dudas de los más profanos. No fue así la primera vez. Entonces la sorpresa fue general. Luis Enrique reclutaba a un chaval que apenas había disputado 200 minutos en Primera repartidos en cinco partidos, solo dos de ellos como titular. Lo hacía, además, en una convocatoria importante, la que debía disputar la Final Four de la pasada edición de la Nations League . «Podría ser un poco pronto, sí, pero viendo cómo ha competido cuatro ratitos, porque ha sido eso, no tengo ninguna duda de que puede ser muy importante», justificaba entonces Luis Enrique. El técnico asturiano no frenó ahí y colocó a Gavi de titular en la semifinal ante Italia, en la revancha de la semifinal de la Eurocopa. El chico lo bordó. «Hablamos de un caso nada normal. Está jugando como en el colegio, como en el patio de su casa», reiteraba el seleccionador.

En aquel debut a Gavi le tocó marcar a uno de los grandes ídolos de su infancia, Marco Verratti . No se arrugó, e incluso llegó a encararse con él después de un lance, con el mismo arrojo con el que el jueves, por ejemplo, fue al choque contra Pepe, un central que le saca 22 años y unas cuantas cabezas.

Renovación enquistada

«Con Gavi tengo una sensación, quizás porque lo conozco desde hace muchos años, de que todavía es un desconocido en el fútbol español, incluso para mucha gente que lo tiene cerca», concluye su análisis el seleccionador, una declaración que muchos toman como un toque de atención al Barcelona, enredado con la renovación del centrocampista. «Yo no critico a nadie. Digo lo que veo y lo que siento, y lo puedo decir muy alto y orgulloso. Gavi es un desconocido en el fútbol español porque no se ve esa faceta con balón, solo al chico que pelea y lucha».

Gavi ha entrado en el ecosistema de la selección con el pie derecho. Más allá de la devoción absoluta que le tiene Luis Enrique, el carácter del chico ha calado también en el grupo. Aunque no es el más locuaz de los internacionales, dentro del campo se transforma. Juega como entrena y no se corta en el meter el pie también ante los más veteranos. Fuera del terreno de juego, donde también camina con los cordones de las zapatillas desatados, se encuentra cómodo rodeado del resto de jugadores del Barça. Como a tantos otros, Busquets lo abrigó bajo su manto al llegar, a Ansu lo conoce desde que eran dos críos y también ha hecho buenas migas con Ferran.

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