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El caso Götze: volver a casa tras fracasar

El regreso del mediapunta germano a Dortmund evoca toda una estirpe de jugadores que regresaron a los clubes donde se hicieron grandes tras no triunfar en sus aventuras lejos de ellos

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El calor que aporta un club en el que el jugador se sienta querido, respetado y valorado no encuentra parangón en los mecánicos gigantes del fútbol europeo. La presión a soportar aumenta, las exigencias no son las mismas y no todos rinden igual cuando de un día para otro pasan a ser un jugador más dentro de un megacolectivo de estrellas, acostumbrados como estaban ellos a ser la única en su equipo de origen.

Es esta situación la que temporada tras temporada lleva a un buen puñado de futbolistas a regresar a «su casa». Tras protagonizar traspasos rutilantes, rodeados de grandilocuentes focos que los encumbran como los herederos de quien quiera que fuese el «crack» que un buen día ocupara una demarcación similar en el conjunto al que llegan, incumplen unas seguramente exageradas expectativas y terminan volviendo a buscar el cariño que los hizo grandes en su club de origen. Mario Götze y su vuelta a Dortmund suponen solo el último ejemplo.

Son dos las situaciones habituales que derivan en el regreso del hijo pródigo. El primer grupo lo forman jugadores «de la casa», canteranos de casta que crecieron en el fútbol al mismo tiempo que lo hacían en su club y que, tras probar suerte fuera, comprendieron que ningún otro escenario les daba lo que su equipo de origen. Sería éste el caso de futbolistas como Asier Illarramendi, excelso en la Real e insulso en el Madrid; Iago Aspas, desapercibido en Liverpool pero ídolo en Balaídos; Aritz Aduriz, que si bien no fracasó en sus aventuras lejos de Bilbao, no explotó en ningún sitio como a su vuelta al Athletic; o Nuri Sahin, que regresó como Götze al Dortmund tras su fiasco en el Madrid .

El del mediapunta alemán, después de tres años de plena intrascendencia en Múnich, es un ejemplo más de la degradación de un futbolista desorientado cuando se le saca de su hábitat: se fue por 37 millones y fue reemplazado por Henrij Mkhitaryan, y vuelve por 27 para ocupar la vacante que deja el armenio tras fichar por el Manchester United de Mourinho.

El otro caso es el de aquellos jugadores que encontraron en un equipo un contexto específico favorable para que sus cualidades se vieran perfectamente potenciadas. Sucedió también en el Borussia Dortmund con Shinji Kagawa, que volvió a la cuenca minera del Ruhr tras no despuntar en el United; en el Shakhtar Donetsk con DmitroChigrinskiy y su desconcertante paso por el Barcelona de Guardiola (que lo había puesto por las nubes); o en el Atlético de Madrid con Filipe Luis, secundario a las órdenes de Mourinho en el Chelsea.

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