Czech y Fábregas intentan separar a Gabriel y Diego Costa
Czech y Fábregas intentan separar a Gabriel y Diego Costa - afp

Diego Costa divide a Inglaterra

La mitad de la prensa le critica y la otra le defiende tras su sanción por provocar a un rival a espaldas del árbitro

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Viejas historias del fútbol que crean escuela. En 1987, Cholito Simeone, de 17 años, se enfrenta en las filas del Vélez contra el Newell’s, donde juega un tal Tata Martino, de 26. El novato Simeone agobia al Tata con marrullerías. Harto, el veterano lanza un amago de codazo al chico, sin alcanzarlo. Simeone se tira, hace su teatrillo y el inocente Tata ve la roja.

Diego da Silva Costa estuvo a las órdenes de Simeone hasta julio del 2014, cuando el Chelsea se lo llevó del Atlético pagando su cláusula de 38 millones de euros. El argentino y el hispano-brasileño comparten escuela: provocar al contario para engañar al árbitro. El problema de Costa es que a diferencia del Simeone de los ochenta juega en una Premier que corrige a los árbitros a toro pasado según lo que revelan las cámaras.

Desde la temporada 2004-2005, 60 jugadores de la élite inglesa han sido sancionados tras los partidos al dictado de las imágenes. Costa va ya por la segunda vez que lo desenmascaran y se encuentra con una suspensión de tres partidos tras haber salido limpio del campo.

El primer incidente fue el pasado enero. Pisó a Emre Can, del Liverpool, y el árbitro no se enteró. Pero las cámaras sí y la Federación Inglesa lo castigó posteriormente con tres encuentros. La historia se repitió en el importante Chelsea-Arsenal del pasado sábado, en el que el equipo de Mourinho se impuso por un 2-0 que a la larga puede ser vital de cara al título. En el minuto 43, Costa, de 26 años, manoseó de manera sobrada y antideportiva la cara de Laurent Koscielny, defensa francés de los cañoneros. Sabedor de las mañas del delantero, Koscielny no perdió los nervios, pero su bisoño compañero Gabriel entró al trapo y se enzarzó en una discusión con Costa. El árbitro, Mike Dean, les sacó una amarilla a cada uno. Pero la bronca siguió y Gabriel acabó viendo la segunda amarilla y se fue a la calle. El inductor de todo el jaleo, Costa, se quedaba en la cancha pese su agresión a Koscielny, que no vio el árbitro.

Las imágenes de Costa agrediendo a su rival han sido desde el sábado el menú de las televisiones inglesas. Ante el clamor, finalmente tres jueces de la Federación le impusieron los tres partidos tras analizar la jugada en la pantalla. El Chelsea ha calificado la decisión de «extremadamente decepcionante». Mourinho, otro paladín de la escuela marrullera, ha salido con que hubo además “dos penaltis sobre Costa que no se pitaron”.

El bronco y efectivo ariete español -20 goles en la Liga la pasada temporada- divide la crítica británica. Un sector lo acusa de jugar siempre al límite de las normas y de suponer un desdoro para el «fair play» que se le supone al fútbol inglés. Pero curiosamente críticos deportivos de la prensa de izquierdas y de derechas, «The Guardian» y «The Daily Telegraph», coinciden en defenderlo apelando a que es «el guerrero callejero que todo entrenador querría tener en su equipo».

Por lo de pronto el guerrero verá desde la grada los partidos contra el Walsall, Newcastle y Southampton. Tendrá tiempo para meditar sobre la impunidad en la era de los circuitos cerrados de televisión.

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