Vuelta a España

El mejor velocista gana en la Vuelta

Sam Bennett, que conquistó el maillot verde y dos etapas en el Tour, se gana el sueldo en el Deceuninck

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De Garray a Ejea de los Caballeros, el pelotón interpreta una de esas jornadas que quiebran el espíritu de la Vuelta. En la España vacía que transita de las provincias de Soria a Zaragoza, la tarde se vuelve previsible y nada ampara la posibilidad de mejorar el enunciado: una escapada de fugitivos con destino a ningún sitio, un amasijo de ciclistas lanzados a toda mecha conla meta a la vista y un esprint para mayor gloria de este gremio, que ya empieza a gozar de pocas oportunidades para brillar en las grandes rondas. En Ejea de los Caballeros, el éxito condecora a un apellido, el mejor velocista del momento, según quedó acreditado en el Tour. Gana Sam Bennett, poderorísimo en la remontada ante Jasper Philipsen.

Bennett es irlandés de pura cepa, pelirrojo, la cara llena de pecas. Irlandés como Sean Kelly, el enemigo extranjero que amenazó tantas vueltas de los ciclistas españoles en la década de los ochenta. Kelly enseña 21 victorias en las tres grandes, aunque fue en la Vuelta donde extrajo lo mejor de sí mismo.

Los irlandeses salen con cuentagotas de las escuelas de ciclismo de su país, pero son pata negra. Stephen Roche , aquel legendario campeón que le birló un Tour a Perico Delgado. O Dan Martin, el segundo clasificado de la ronda y vencedor en la Laguna Negra. Bennett pertenece a otra especie.

Sus dos etapas en el Tour, el maillot verde de la regularidad que le arrebató a Peter Sagan, y su tercer triunfo en la Vuelta (dos más el año pasado) lo impulsan al pedestal de los llegadores. En Egea casi le borra Philipsen, quien salió disparado de la última curva, cogió unos metros y dio la impresión de poder ganar. Pero la velocidad a la que se impulsó el irlandés, desaforado desde atrás, y bien situado por el mejor equipo del mundo, el Deceuninck, le otorgó otra victoria.

Fue una de esas etapas que no congenian con los nuevos tiempos del ciclismo. Los velocistas son una especie en extinción . La última edición del Tour siguió los preceptos que se han impuesto en la Vuelta, donde rechinan las etapas vacías de contenido montañoso porque no generan audiencias y duermen al espectador.

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