Ciclismo

La botella de Rioja que unió al Reynolds en el Tour 83

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Celebra la estructura ciclista de Movistar su 40 cumpleaños y en Madrid se reúne una representación del equipo español de siempre (Reynolds, Banesto, Baleares, Caisse d'Epargne antes que Movistar) en los Desayunos de Europa Press. Están Eusebio Unzué, alma mater junto a José Miguel Echávarri, Pablo Lastras, 24 años en el equipo -primero ciclista y ahora director-, el insustituible Pedro Delgado, el campeón del mundo Alejandro Valverde y el hombre con el que empezó todo, el inimitable Ángel Arroyo, segundo en el Tour 1983 y vencedor de dos etapas.

« Soy exciclista y autónomo, porque los autónomos estamos dejados de la mano de Dios», se presenta Arroyo, natural de Barraco, el pueblo abulense que mayor densidad de ciclistas célebres ha dado al pelotón. Chava Jiménez, Carlos Sastre, el vecino Paco Mancebo... Hace mucho frío en Madrid y más frío hace en Ávila. A Arroyo solo lo cubre una camisa blanca. Está en su salsa, feliz de reencontrarse con su pasado.

Arroyo se pone a recordar cómo fueron aquellos inicios del Reynolds en el Tour de 1983. « Fuimos por Chico Pérez (experiodista de ABC ) e íbamos con los carrillos preparados para que nos diesen en la cara. En una de las primeras etapas se iba tan deprisa que tuvimos dos caídas al inicio. De repente, Perico Delgado nos dijo. Mirad, si es la pancarta del kilómetro cero. Estábamos en la neutralizada. No había empezado la etapa....».

Delgado ríe con ganas y recuerda. «Los españoles éramos como ciudadanos de segunda en el Tour. Teníamos la autoestima muy baja. Cada vez que había una caída en el pelotón, los europeos nos señalaban. Era culpa nuestra o de los colombianos. Llegábamos al hotel derrotados cada día».

Eran las etapas llanas del Tour, las de los rodadores «los culogordos», según Perico. «La etapa del pavés a mi me pareció una calzada romana -cuenta Arroyo-. Yo me escapé con Dominique Arnaud porque siempre era optimista. Llegue a pensar que el pavés era lo mío (Arroyo era un escalador descomunal al que apodaban «El Salvaje»).... Al acabar la etapa en el velódromo yo terminé en el campo del fútbol, como si me hubieran echado a los leones, lleno de arañazos, de cortes en el maillot...».

No es difícil imaginar las penurias de aquellos pioneros en el Tour, en autobuses sin aire acondicionado. Un equipo hundido con Tasio Greciano, Hernández Úbeda, Laguía o Pedro Delgado en cada cena. No así con Ángel Arroyo, la alegría de la huerta. «Arroyo nos animaba a todos en cada cena. Llevaba unas botellas de Rioja y nos servía una copa de vino para animarnos -explica Delgado-. Cuando bebíamos nos arengaba y nos sacudía la modorra . "A estos nos lo comemos mañana", "Vamos a por ellos que se puede", y cosas así».

Se acabó el llano, llegó la montaña y los españoles asaltaron el Tour. Arroyo fue segundo detrás de Laurent Fignon y Pedro Delgado fue uno de los protagonistas destacados, autor de la victoria que cayó en 1988.

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