Especie cinegética

Lobos, sobre su gestión España

A pesar del aumento de sus poblaciones, el futuro de esta especie no está garantizado, ya que su mera existencia genera posiciones enfrentadas

Según el último censo (2014), el número de lobos en España ronda los 2.400 ejemplares Antonio Herrero Carretero

José Luis López Schummer

En los últimos días se ha vuelto a discutir sobre el nivel de protección que necesita ellobo ibérico . Quiero afirmar con rotundidad que el lobo ibérico es una especie que no está amenazada, e incluso existen varias comarcas donde su número es tan elevado que supone un serio problema para el ganado o la fauna salvaje de la zona. Por este motivo, debería revisarse la prohibición de su caza al sur del Duero .

La discusión sobre el número de lobos ibéricos levanta airados debates porque muchos quieren minimizar su número para prohibir definitivamente su caza o incrementar su grado de protección. En el año 2014 se hizo el último censo y la cifra que se repite con mayor frecuencia es la de 2.400 ejemplares y 297 manadas , sin contar los lobos solitarios, cifra que se ha rebasado ampliamente en los últimos años; y en nuestros días medran al norte del Duero y están colonizando además vastas regiones al sur de este río (su número allí se ha duplicado y provoca ya el 80% de los daños a la ganadería). Esta expansión demuestra que el modelo de conservación elegido por España está funcionando bien y que cambiarlo por motivos ideológicos más que científicos sería un disparate.

Motivos de la expansión

Esta expansión se debe a cuatro motivos básicos: en primer lugar, al abandono del campo y la consiguiente emigración a las ciudades . El segundo motivo es el incremento de ungulados silvestres en el norte de España. En tercer lugar, la práctica erradicación del uso de veneno en las sierras ibéricas. Y, en cuarto lugar, su gestión como especie de caza que ha permitido su valoración como recurso a conservar. A pesar de ello, su futuro no está garantizado, ni mucho menos, ya que, como pasa con los grandes carnívoros del planeta, su mera existencia genera posiciones enfrentadas.

Por un lado están los ganaderos o propietarios , que tienen todo el derecho del mundo a reclamar protección para su cabaña y el aprovechamiento cinegético del lobo.

En el lado contrario estamos todos aquellos que queremos que los grandes depredadores puedan seguir vagando libremente por el mundo. A pesar de la aparente confrontación de estas posturas, es obvio que ambas deben convivir, pero debe quedar claro que nosotros no podemos imponer a los pobladores del mundo rural esa presencia no deseada de grandes carnívoros, y habrá que aceptar que estas especies no pueden habitar a sus anchas en toda la geografía y que su población debe ser controlada.

Desde la comodidad de una casa, es bien sencillo ponerse el traje de conservador de la naturaleza; pero cuando junto a tu cabaña ruge un león o cuando uno de tus hijos ha sido devorado por un tigre o docenas de ovejas han sido comidas por los lobos, la protección de estas especies pasa de inmediato a un segundo plano.

Aportación económica

La solución pasa por que estas especies «compren» su derecho a seguir viviendo en el campo y para eso hace falta dinero . La cuestión es quién está dispuesto a ponerlo.

Al final, ese dinero lo pueden poner solo la Administración pública o los particulares , bien sea a título personal o bien a través de asociaciones. El dinero que manejan los Gobiernos proviene de la recaudación de impuestos y los limitados recursos suelen ser empleados para otros fines. Así que hoy por hoy, solo hay dos colectivos capaces de aportar dinero para la conservación: las asociaciones de protección de la naturaleza y los cazadores. El gran error es pensar que estos dos colectivos deben enfrentarse; al revés, ambos tienen un mismo objetivo, que es la conservación del lobo y deben cooperar por el bien de la naturaleza y luchar juntos contra los traficantes de animales, los furtivos o la destrucción del hábitat de estas especies.

La prohibición de la caza no garantiza la conservación de una especie ; al contrario, son muchos los ejemplos. Baste recordar la práctica aniquilación del rinoceronte negro, perseguido por su cuerno; o la del tigre en la India, cuyas poblaciones han pasado de 20.000 a 2.000 ejemplares al prohibirse su caza.

En los países en los que se caza, los animales aportan una cantidad económica que garantiza su supervivencia , «pagan» para seguir siendo tolerados. Si un nativo recibe dinero o trabajo gracias a la existencia de elefantes, leones o lobos en su comarca, tendrá interés en protegerlos; si no es así, roturará los campos, introducirá ganado y matará a los animales salvajes. Esto seguramente no será compartido por todos, pero es una posición realista basada en rigurosos datos científicos.

Sé que la caza del lobo es un tema polémico , sé que para muchos conservacionistas es una especie de tótem o bandera sagrada; pero si de verdad queremos que la especie prospere, debemos mantener y autorizar su caza deportiva. No hay otra solución y el que no lo quiera ver debería recorrer un poco más las sierras de España, hablar con sus gentes y ver lo que ocurre allí cada día del año.

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