CÁDIZ CF

Alcorcón-Cádiz CF (1-2): Santo Domingo hace el milagro

El Cádiz aprovecha dos regalos del amigo Alcorcón para resucitar y reengancharse al triunfo seis jornadas después

José María Aguilera

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Cuando se masticaba la derrota como un puñado de arena entre los dientes. Cuando se torcía el gesto y se escupían improperios, maldiciones, entre los lamentos por acercarse a la tan temida mediocridad. Cuando los propios jugadores se exasperaban porque se sentían incapaces de competir... Santo Domingo hizo el milagro .

Laure se autoexpulsaba en una acción ridícula, con una falta indiscutible en banda y a muchos metros del área, y resucitaba a un Cádiz CF entregado, sin ese espíritu que tanto le costó imprimir a Álvaro Cervera. La garra, el despertar, amarraban el punto. Hasta dulce por lo inesperado.

Pero había tiempo para más. Otro golpe de fortuna, un presente inesperado . El 'amigo' Alcorcón, el compadre vestido de amarillo, no cerraba el rechace de un córner y allanaba la autopista para el feroz contragolpe lanzado por un extramotivado Aketxe. La calidad del vasco, la pegada de Machís, hacían el resto. Triunfo monumental no por la brillantez sino por la épica y el momento , para voltear la dinámica de un plumazo.

Y todo comenzó con una revolución

Y todo comenzó con la revolución cerveriana. Absoluta. Y de las que preocupa. Tanto cambio de cromos y hasta de estilo a estas alturas indica más que algo no le gusta a que lo nuevo le encanta. José Mari y Álex, antaño intocables, mantenían sus posaderas en el banquillo junto a Lekic. En su lugar, Edu Ramos, Aketxe y Querol en punta.

La idea: robar y salir con velocidad, verticalidad máxima auspiciada por la potencia en los carriles de Machís y Salvi, con el vasco como catapulta y el nuevo ariete incordiando a los centrales. La realidad: nada, el vacío, la apatía. Salir a que pase el tiempo. No por gusto, sino porque el Alcorcón rápidamente se percataba del movimiento sobre el tablero y le sesgaba todas las opciones con el control del esférico, con la tan detestada posesión.

El mediocampo alfarero se imponía con autoridad ante un equipo que no competía . Siempre llegaba mal y tarde a la bola. El efecto Machís de Oviedo se diluía siete días después en Santo Doming o. Sin Vallejo, cuya presencia ya se antoja imprescindible , Cervera quería azuzar el duelo con sus variaciones iniciales pero el efecto anestesiante dormía pronto las intenciones de los dos. Ni uno ni otro arriesgaba, a la espera de que un error ajeno o una genialidad propia irrumpiera para poner el viento a favor.

Y las dos variantes caían del lado madrileño, con algunas posibilidades más porque al menos tenían la pelota. Galán driblaba a cámara lenta y con extrema facilidad a Garrido y Correa, y servía al corazón del área para que Dorca, sin oposición al menos que le incomodara, fusilara a Cifuentes. Y otra vez cuesta abajo.

El tanto alfarero cambiaba la escena. Tocaba mirar hacia adelante, aunque primeramente se debía recuperar el espíritu competitivo que necesita todo equipo para ganar. Y mucho más el Cádiz CF de Cervera. En la niebla todos se escondían. Faltaba un líder en el verde: sin José Mari, sin Álex, sin Vallejo...solo Garrido emergía para malograr la única acción peligrosa, un centro de Correa con el que languidecía la primera mitad.

Alcorcón-Cádiz CF: Segunda mitad

En minuto y medio, el cuadro gaditano generaba el triple de ocasiones que en ese insufrible primer asalto. Aketxe probaba al meta Jiménez con un disparo duro desde fuera del área, y a Salvi le faltaba contundencia por partida doble. Con similar el resultado, los amarillos presentaban un rostro distinto.

Ocurre que las flaquezas de este Cádiz CF desnutrido le impiden subir la montaña y con la piedra a cuestas. O nadar contracorriente. La viva imagen de esa impotencia, del quiero y no puedo, es el propio extremo sanluqueño, que dejaba su sitio a Lekic, pasando Querol a la derecha.

La reacción 'post-descanso' se difuminaba con el paso de los minutos. Al no encontrar premio, los ánimos menguaban. Cervera cambiaba el doble pivote, introduciendo a Álex y José Mari, pero el balón ya era de nuevo del Alcorcón. Regresaba a casa.

Y cuando todo parecía condenado a la más pura negrura, Laure, desconectado durante toda la mañana, derribaba a Lekic y veía la segunda tarjeta amarilla. Un error clamoroso que costaba tres puntos. La expulsión dejaba en superioridad a los cadistas en el último cuarto de hora y provocaba el asedio.

Un centro de Álex al área lo templaba con pausa Sergio para ceder a Aketxe, que se encontraba de nuevo con Jiménez. Pero Mauro remachaba en boca de gol el despeje del arquero y lograba la igualada . Un paso decisivo para creer, en el momento justo, con el Alcorcón entregado.

Nervio, entusiasmo. La roja y el tanto espoleaban a los de Cervera , que tocaban a rebato al encontrar un resquicio de luz donde sólo había oscuridad. Un testarazo de Querol se marchaba lamiendo el poste y Machís lo intentaba con un obús lejano que casi sorprende al rival.

El reloj marcaba ya la entrada al descuento. Las esperanzas menguaban, pues el esférico cambiaba de bando y se marchaba a córner, favorable a los locales. Se saboreaba como premio menor el punto. Pero de nuevo los alfareros torneaban otro regalo de proporciones escandalosas. No cerraban el rechace en el saque de esquina y Aketxe lideraba un contragolpe de manual, en solitario y con muchísimos metros por delante. Su precisión en el pase y la finalización de Machís desenvolvían el presente. Tres puntos con un valor infinito, exponencial por todo lo que le rodea. Un auténtico punto de inflexión.

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