Rugby

Santiago Santos, seleccionador: «Clasificarnos para el Mundial es crucial para desarrollar el rugby español»

La selección se juega este domingo ante Portugal su vuelta a la máxima competición 23 años después de disputarlo en Gales 1999

Santiago Santos, seleccionador español de rugby, posa para ABC Guiillermo Navarro

Miguel Ängel Barbero

Santiago Santos (60 años) es un perfecto conocedor del rugby español. Después de una brillante etapa como jugador en los años 80 y 90, que le llevó a ser 45 veces internacional, colgó las botas en Inglaterra y enfiló otra vida no menos notoria en los banquillos. Alcanzó el de la selección nacional absoluta en 2013, después de unos años en los que la Federación había intentado llegar a lo más alto del rugby internacional de la mano de técnicos extranjeros.

¿Qué aportó usted al equipo, quizá un mayor conocimiento de la idiosincrasia española?

Aquí siempre hemos tenido grandes técnicos, sin importar cuál fuera su procedencia. Cada maestrillo tiene su librillo y yo, sin querer compararme a nadie, sí que tengo una amplia visión del rugby español en su conjunto desde todos los puntos de vista. Este es un deporte muy complejo, con muchas aristas, y conocerlas todas ayuda mucho para poder transmitírselas a los jugadores y así alcanzar el éxito. Creo que mi principal mérito ha sido saber transmitir a los jugadores lo que significa la selección española y la importancia que tiene para nuestro rugby.

Precisamente ese éxito se cifraría en clasificarse para un Mundial por segunda vez en la historia. Se jugó el de Gales, en 1999, y hoy se puede conseguir de nuevo si se vence a Portugal en el Central de la Complutense.

Lo primero que quiero indicar es que no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo. Ahora no estamos pensando en la clasificación para Francia 23, sino en ganar el partido ante los lusos. Son un rival muy duro, que ya nos ganó el año pasado, y ante quien no podemos confiarnos.

Por supuesto, pero eso no quita que se pueda imaginar lo que supondría para el rugby español llegar a la máxima cita internacional, con una repercusión inimaginable. ¿Sería un antes y un después para el rugby nacional?

Sin ninguna duda. Estar en el mismo torneo de los mejores del planeta nos serviría para mejorar en el plano deportivo, para tener una mayor repercusión mediática, para aumentar el número de licencias, para conseguir más patrocinadores, para lograr más atención de las instituciones... no cabe duda de que sería crucial para nuestro desarrollo. Pero, como digo, ahora no pensamos en eso sino en ganar a Portugal.

Hace cuatro años, España ya estuvo a punto de clasificarse para Japón 2019, pero una serie de acontecimientos desgraciados (un partido surrealista en Bélgica y unas irregularidades administrativas lamentables) dieron al traste con todas las ilusiones. ¿Se han olvidado ya de todo eso?

Por supuesto, desde que comenzó este nuevo ciclo mundialista hemos estado muy centrados en nuestro objetivo y todos hemos remado en la misma dirección. No voy a negar que sufrimos mucho con todo aquello y que mucha gente perdió la fe en nosotros, pero eso nos hizo mucho más duros. Han sido cuatro años en los que hemos crecido en la adversidad. Ahora contamos con un grupo de 50 jugadores en el que hay diversas líneas de trabajo en función de las posiciones y las capitanías. Todos nos sentimos importantes y partícipes de lo que hacemos. Los equipos de rugby son organismos muy complejos y los liderazgos son más importantes que en otros deportes. Estoy muy orgulloso de todo este colectivo, que sabe sufrir y donde el ambiente es inmejorable.

¿En qué se parece la selección que jugó entonces en Gales y la que podría hacerlo en Francia el próximo otoño, veintitrés años después?

Bueno, insisto en que primero hay que clasificarse... Luego, más que a la propia selección de cada momento, yo analizaría los contextos. Porque el rugby de ahora ya no es como el de antes. Ha cambiado muchísimo tanto en la forma de jugarse como en sus estructuras. Oficialmente se adoptó el profesionalismo en 1995 y los equipos de elite llegaron al Mundial de 1999 con esa condición mientras que nosotros seguíamos siendo semiamateurs, por decirlo de alguna manera. Nosotros teníamos grandísimos jugadores y muy buena voluntad, pero estábamos muy lejos de los mejores. Y si lo trasladamos a hoy en día la brecha sigue siendo la misma, pues los grandes son súper profesionales mientras que nosotros lo somos a un nivel inferior. Solo hay que ver que los equipos de asistentes que llevan son casi más amplios que los de jugadores, pues viajan con una veintena de personas, entre analistas de vídeo, entrenadores, preparadores físicos, médicos, fisios... Es decir, que nos siguen aventajando en medios y en calidad, por supuesto. Sabemos que estamos lejos de esa hiperprofesionalización de los equipos ‘top’, pero nuestra la ilusión sigue siendo la misma porque vemos que estamos más cerca que antaño. El carácter español siempre está ahí.

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