Una FIDE débil y campeones caprichosos: un siglo de escándalos en el ajedrez

De Bobby Fischer y la escisión provocada por Kasparov al 'timo de Cazorla' y el pulso de Carlsen para cambiar el Mundial

Nepomniachtchi reta a Carlsen por partida doble

Magnus Carlsen, este fin de semana en Madrid Captura de un vídeo grabado por Saint Louis Chess Club
Federico Marín Bellón

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Hay pocos personajes históricos más caprichosos que un campeón del mundo de ajedrez. Para lograr el título hay que atesorar una inteligencia extraordinaria, ser un obseso del trabajo y tener la voluntad de un tirano. Los mayores campeones, los grandes genios, se caracterizan además porque no se conforman con ser los mejores: casi todos quieren cambiar las normas con las que llegaron a la cima. Casualmente, el acceso suele volverse más escarpado para sus sucesores. La transparencia y la democracia aún son asignaturas pendientes en el ajedrez mundial.

Magnus Carlsen es un campeón honesto, pero no está libre de los mismos pecados que sus ilustres predecesores. Todos llegan prometiendo justicia y luego, con la corona en la cabeza, idean cambios en el mecanismo de sucesión. El noruego quiere modificar el formato y lo quiere hacer ya: pretende una revolución que no se puede calificar como injusta, pero que supone una alteración fundamental de la tradición. Quiere que el duelo por el título alterne partidas de ajedrez clásico con otros ritmos más rápidos . Si no se siente escuchado o valorado, es posible que renuncie. Él perdería mucho, pero en esta partida de póker la FIDE parece el bando más asustado.

En sus próximas reuniones, la Federación Internacional podría aprobar estos cambios con la idea evidente de evitar la fuga del mayor talento actual del ajedrez, cuya popularidad no se puede comparar con la de ningún otro ajedrecista. Existe el problema de que estamos en mitad del ciclo, con el torneo de Candidatos a punto de terminar . De algún modo, sería cambiar las normas en mitad de la prueba.

Reformas para el próximo Mundial

¿Sería posible? Los jugadores involucrados, Magnus Carlsen y el ruso Ian Nepomniachtchi , ganador en Madrid a falta de una ronda, no han recibido todavía la propuesta de contrato. A eso se puede agarrar la FIDE: a los jugadores no se les cambiarían las condiciones, aunque esto puede ser solo un tecnicismo.

Ian Nepomniachtchi, aspirante oficial al título gracias a su victoria en Madrid F. M. B.

No se sabe cómo reaccionará el aspirante a la idea de Carlsen, si prospera. En cualquier caso, la improvisación es evidente en todo el proceso. Si hay consenso, al menos se evitará una nueva guerra mundial de los tableros, una constante en una organización que está a punto de cumplir un siglo de vida.

Una familia mal avenida

La FIDE (Fédération Internationale des Échecs) nació en París en 1924 , pero en sus primeros años los soviéticos seguían comiendo por su lado y apenas sirvió para algo más que crear un bonito lema. El 'Gens una sumus' sigue vigente, no siempre para bien: en efecto, son una familia en la que se cuidan unos a otros, se traicionan y, sobre todo, intentan que las herencias no se las lleve nunca alguien de fuera.

Hasta mediados del siglo pasado, cuando Alexander Alekhine se murió (o lo mataron) en 1946, con la corona todavía en su poder, la FIDE ni siquiera servía para organizar el campeonato del mundo de ajedrez. Después, no ha parado de cambiar de formato, de periodicidad y de lo que hiciera falta, porque los campeones siguen imponiendo su criterio. Como mínimo, lo intentan.

Mijail Botvinnik (izquierda) retuvo en 1951 la corona después de empatar con David Bronstein. En la penúltima partida, la historia pudo cambiar, pero el aspirante cometió un gravísimo error que algunos consideran poco casual

El primer campeón de la FIDE, el soviético Mijail Botvinnik , duró más de lo debido gracias a sus privilegios. Entre sus prebendas destacaban dos cláusulas dignas del boxeo: en caso de empate mantenía el título (lo que hicieron con David Bronstein fue un poco más allá, porque se cree que le forzaron de algún modo a no ganar), y en caso de derrota, el campeón tenía derecho a un duelo de revancha.

Durante décadas, el mundo solo vio campeones soviéticos. Eran los mejores y además se aseguraban que en los torneos de Candidatos siempre ganara uno de ellos. A la FIDE aquello no le parecía mal, hasta que Bobby Fischer demostró que una liga en la que la mitad de los jugadores son del mismo país está sujeta a toda suerte de chanchullos.

El estadounidense fue clave para mejorar el sistema, pero fue el rey de los caprichos antes y después de ganar el título a Boris Spassky , hace justo medio siglo. El ruso le permitió demasiadas cosas porque no quería perder la oportunidad de jugar contra el mito. Luego, Fischer siguió tensando la cuerda como campeón y la acabó rompiendo. Por una vez, la FIDE no pudo aceptar sus imposiciones. Anatoly Karpov recibió el título de campeón sin jugar y se tuvo que ganar la legitimidad por su cuenta. Como sabemos, aquello acabó mal para el americano, que terminó medio loco, perseguido por la Interpol y encarcelado en Japón, hasta que murió en Islandia en condiciones lamentables .

El golpe para el crédito de la federación fue también tremendo, circunstancia agravada por los anecesores de Dvorkovich en la FIDE, el filipino Florencio Campomanes y el expresidente de la república de Kalmukia, Kirsán Iliumzhínov , un tipo que declaró en serio que el ajedrez era un invento extraterrestre.

Korchnoi y Karpov protagonizaron el campeonato del mundo más convulso de la historia, en 1978

El Mundial de 1978 fue un escándalo en sí mismo, con sectas, parapsicólogos y juego sucio. Algún día el público español podrá ver la película rodada en Rusia el año pasado, que cuenta los entresijos del duelo entre Karpov y Viktor Korchnoi en la ciudad filipina de Baguio. El guion parece escrito por la madre del primero, pero la producción es solvente y lo esencial de la historia se cuenta bastante bien.

En 1985, Campomanes protagonizó uno de los mayores escándalos vividos en el ajedrez, cuando s uspendió de forma unilateral la primera final entre Karpov y Kasparov . Entonces, el campeón tenía que ganar seis partidas al rival, sin que contaran las tablas. Después de cinco meses de agotadora lucha, el presidente de la FIDE apeló al desgaste físico y psicológico de los jugadores para justificar la suspensión. Los dos rusos protestaron airados. Karpov ganaba 5-3 pero parecía al borde del colapso, después de dos derrotas seguidas. A saber a quién perjudicaron más.

Por supuesto, en los siguientes Mundiales se empleó otro formato; ninguno dura demasiado. Ya con Kasparov como campeón, en 1993 se vivió el gran cisma del ajedrez mundial. Pese a su vitola de demócrata y a que vio antes que nadie que Putin no traería nada bueno, el 'hijo del cambio' hirió de muerte a la FIDE cuando creó en 1993 la PCA (Professional Chess Association) con ayuda del británico Nigel Short . Desde ese año se vivieron dos ciclos en paralelo, con consecuencias devastadoras para la FIDE, que todavía se pagan, mucho tiempo después de la reunificación, ya en el siglo XX.

«Corruptos y fraudulentos»

Hasta ahí, Kasparov tenía la coartada de que ayudó a echar a un dirigente nada limpio, como Campomanes, pero después él no se comportó mucho mejor. Alexei Shirov , la víctima del 'timo de Cazorla', sigue sin querer hablar de aquello, al menos mientras siga como jugador en activo. De momento, se limita a utilizar dos palabras, «corruptos y fraudulentos», para definir lo que ocurrió.

La victoria de Shirov contra Kramnik en 1998 fue tan confusa que no hay ni fotografías buenas, como si alguien hubiera querido borrar el engaño que sufrió el español

En 1998, el ajedrecista español de origen letón derrotó a Vladimir Kramnik en la final del Candidatos paralelo de la PCA. Aquello le daba derecho a retar a Kasparov por el título más prestigioso en ese momento, pero el ruso le puso todas las trabas del mundo, ya que creía que Shirov no era suficientemente mediático para conseguir buenos patrocinadores. Harto de esperar, Alexei se rindió y Kasparov no tardó en llegar a un acuerdo con su protegido. Kramnik derrotó luego por sorpresa a Garry, mientras Shirov comprobaba atónito que le habían robado una ocasión histórica y una cantidad nada desdeñable de dinero. Hubo juicio, pero no sirvió para nada.

Elecciones en la FIDE

Y llegamos a Magnus Carlsen, que también siente que el ajedrez y la FIDE le deben mayor consideración. El actual campeón e indiscutible número uno cometió la falta de tacto de sugerir que le aburren sus coetáneos y que quizá no defienda su título. Para la Federación de Arkady Dvorkovich , el mejor presidente de los últimos tiempos pero también un hombre señalado por sus vínculos con el Gobierno ruso, sería un contratiempo definitivo perder al número uno para su causa. Ha reclutado a Vishy Anand y, a cambio, ha perdido a Nigel Short, pieza clave en las últimas tres décadas.

Todo lo pactado podría irse al traste si las elecciones de la FIDE, que se celebrarán durante la próxima Olimpiada, el mes de agosto en Chennai (ciudad natal de Anand), no gana la candidatura de Dvorkovich. Tampoco pasaría nada nuevo: llegarán otros y cambiarán las normas.

De momento, lo único seguro es que Magnus Carlsen volará a Las Vegas para jugar el torneo principal de las Series Mundiales de Póker. Que nadie lo descarte para el triunfo. Sabe apostar fuerte y farolear como un maestro. Más raro fue cuando ganó un contable apedillado Moneymaker , origen del boom mundial del Texas Holdem.

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