Pádel

Paquito Navarro: «Hubiera sido feliz como futbolista, pero me atrapó el pádel»

El sevillano, que ha vuelto a rozar el número uno, aspira a ganar el Máster final antes de iniciar en 2018 un nuevo asalto al trono infinito de «Bela»

Paquito Navarro posa para ABC días antes del Master final del WPT ALBERTO FANEGO
Emilio V. Escudero

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Es una mañana cualquiera en un club de pádel de las afueras de Madrid. Al fondo de la cafetería, sentado solitario en una mesa, Paquito Navarro (Sevilla, 1989) apura un café para entrar en calor. Si no fuera por los parches de la chaqueta, que le convierten casi en un hombre anuncio, nadie diría que ese chico de aspecto jovial es una de las mejores palas del pádel mundial. El deportista recibe a ABC a dos días del inicio de la fiesta final de la temporada en el World Pádel Tour (WPT) y lo hace con una sonrisa. Su seña de identidad tanto dentro como fuera de la pista. Aunque 2017 ha sido su mejor año en el circuito, no le ha alcanzado para atrapar ese ansiado número uno que Fernando Belasteguín seguirá ostentando por décimo sexta temporada consecutiva pase lo que pase este fin de semana en el Estrella Damm Máster Final de Madrid.

—Imagine que esta entrevista la van a leer unos extraterrestres, dígales quién es Paquito Navarro...

—¿Como si no me conociera nadie? Pues si eso es lo que pasa de verdad... (se ríe). Pues soy un chico normal, un deportista que hace lo que le gusta y se dedica al pádel. Soy un privilegiado porque me gano la vida con este deporte que me apasiona. Juego y me divierto en la pista como cuando era un niño.

—¿Y puede uno ganarse la vida con el pádel?

—Sí, actualmente, sin tener que tener un trabajo externo, se pueden ganar la vida los mejores 15 ó 20 jugadores de pádel sin problema.

—¿Sin pensar en el futuro?

—Eso ya depende del puesto que ocupes en el ránking, pero ya le digo que tampoco podemos irnos a las islas Bahamas a vivir cuando nos retiremos (bromea). Yo lo que espero es que esto crezca mucho y que a mí me queden muchos años aún como jugador, aunque está claro que cuando el pádel se acabe habrá que seguir trabajando, porque esto no es el fútbol o el tenis todavía.

—¿Soñaba con esto cuando era un niño?

—¡Qué va! De niño, el pádel era una diversión. Era mi deporte favorito junto al fútbol. Disfrutaba cada minuto que estaba en la pista sin importar el resultado. Ahora, ese hobby se ha convertido en trabajo y veo todo de manera muy diferente, pero si echo la vista atrás veo al mismo niño ilusionado que comenzaba a coger una pala de pádel. Si me hubieran dicho entonces que veinte años después iba a estar aquí, siendo profesional de ese deporte y viviendo de ello, no me lo hubiera creído.

—Ha pasado ya mucho tiempo desde entonces y ha cambiado mucho el pádel...

—Sí. Yo soy de esos que nos llaman «jóvenes viejos» del deporte. Chicos que comenzaron muy temprano y que llevan ya muchos años en activo. Llevo desde los cinco o seis años jugando y, a pesar de que solo tengo 28 años, en el circuito soy de los veteranos y de cómo era y cómo se vivía este deporte cuando llegué al circuito y de cómo es ahora va un mundo.

—¿A qué se refiere?

—Por ejemplo, ahora la gran inmensa mayoría de los jugadores del circuito vienen ya directamente del pádel. Como es un deporte tan nuevo y tan joven, antes muchos jugadores venían del tenis, que tiene ciertas similitudes, pero no tiene nada que ver y a día de hoy eso es muy raro. Se nota mucho el jugador que viene del pádel. Hay muchas variantes técnicas y tácticas, elección de golpes, que solo aprendes con el tiempo y sobre una pista de pádel. Ahora están llegando todas las jóvenes promesas y todas son «nativas» del pádel.

«Se puede vivir del pádel si eres una de las mejores parejas, pero tampoco está la cosa como para irse a vivir a Bahamas cuando nos retiremos»

—¿Cómo recuerda aquellos años en los que empezaba a dar sus primeros palazos?

—Como le digo, ha cambiado mucho todo... Yo empecé en una pista pequeña, de muro y con el suelo de cemento. Mi primera pala era de madera... Tenía como cinco o seis años y jugaba en Almería, en la pista de la urbanización donde veraneaba con mi familia. Allí veía jugar a mis padres y yo quería unirme a la fiesta porque veía que se lo pasaban muy bien.

—¿Y no le daba también por el fútbol?

—Claro, como todos los niños. Me encantaba jugar de delantero, pero tengo los cables cruzados, porque aunque al pádel soy diestro, al fútbol era zurdo muy cerrado. Era el típico delantero que no usaba la derecha ni para subir al autobús. Tenía cierto talento, pero hay tantos jugadores y tan buenos que no hubiera llegado a nada.

—¿Es de esas personas que se le dan bien todos los deportes?

—No me considero un virtuoso de otros deportes. Sí que me gustan y juego a todo lo que me echen. Me encanta. Pero todo en la vida es una comparación y si me das una raqueta de tenis, paso la bola al otro lado, pero ni por asomo podría ganarle a un jugador de tenis profesional.

—Y en esos sueños de niño, ¿pesaban más los de jugar en el Betis o los de llegar a ser profesional del pádel?

—Me gustaban ambas cosas, pero en mi colegio no te podías apuntar a la escuela de fútbol hasta los 15 años y a mis padres les gustaba más el ambiente del pádel que el del fútbol, así que empecé antes a competir al pádel y me enganché. Lo disfrutaba mucho, ganaba algún torneo y aposté por el pádel. Hubiera sido feliz siendo futbolista, porque es un deporte que me gusta mucho y que adoro, pero me atrapó el pádel.

—¿Por qué se habla en 'argentino' en el World Pádel Tour si se disputa en España en su mayoría?

—Pues porque es un deporte casi nuevo, que se inventó en la década de los 80 y que viene de Argentina, donde hasta hace unos años se jugaba el circuito profesional. Hay una nueva camada de jugadores está empezando a llegar ahora y en la que hay muchos españoles ya. De hecho, si miramos al ránking, las jóvenes promesas son en su mayoría españolas. De aquí a cuatro o cinco años la balanza se va a equilibrar mucho. Es algo lógico y natural, porque si los mejores jugadores y los mejores técnicos están aquí, lo lógico es que los mejores jugadores sean de aquí también. En unos años recogeremos los frutos de esa cantera.

«Cada vez se habla más inglés en este mundo y eso también es bueno, en el sentido de que se globalice el deporte y se atraiga a aficionados y patrocinadores»

—Y no sería ideal, que se empezara a hablar en 'inglés' en el circuito...

—Ojalá ocurra eso pronto. Se están dando muchos pasos en ese sentido. Estamos sembrando la semillita para que sea así. Ahora vengo de jugar el Europeo en Portugal y lo han disputado 16 países solo de Europa, que era algo impensable para el pádel. Cada vez se habla más en inglés en este mundo y eso también es bueno, en el sentido de que se globalice el deporte y se atraiga a más aficionados y patrocinadores. Antes, cuando ibas a estos torneos, siempre había un español nacionalizado inglés que jugaba por ese país o un argentino que lo hacía como francés. Esta vez no, cada vez son más jugadores autóctonos de esos países y, lo que es más importante, que no vienen del tenis si no que son nativos de este deporte. Está creciendo, va a su ritmo, pero está creciendo.

—¿Qué imagen se trae de las exhibiciones que se hacen fuera de España y las pruebas del WPT?

—Se está repitiendo un patrón en todos los países a los que vamos. Yo creo que la primera vez que vamos da la sensación de que todo está en pañales, pero a la siguiente vez ya se ve un poquito más de gente en las gradas. Y al año siguiente, un poco más. Así, hasta que se llena de aficionados la grada. En Portugal vamos a más, pero también en el norte de Europa, en países como Suecia, donde se juega mucho. Y en el resto de países, está en pañales como ocurría en estos dos lugares hace años y estoy seguro de que de aquí a cinco o diez años esto va a ser un boom en Europa, estoy totalmente convencido.

—En lo deportivo, ¿cómo califica la temporada?

—Le pondría un notable alto, un ocho. Ha sido buenísima, deportivamente la mejor que hemos hecho. Hemos ganado cinco torneos, hemos hecho once finales y le hemos puesto las cosas muy, muy difíciles a los número uno que era algo que hacía mucho tiempo que no pasaba. El circuito ha estado más interesante que nunca y dejaremos el sobresaliente para cuando metamos esa puntilla final, ese número uno, que no sé si llegará algún día.

—¿Qué ha faltado para no haber dado ese salto?

—Detalles. Ganar algún partido que nos hemos dejado por el camino y que los número uno hubieran perdido alguno que sacaron adelante por poco. Esa diferencia mínima es la que nos ha separado del primer lugar del ránking. Cualquier otro año nos hubieran dado los números para ser los primeros, pero estamos ante una pareja que es muy solvente, que no tiene pinchazos y eso ha decantado la balanza.

«Ha sido Sanyo el que ha decidido que separáramos los caminos. Cuando alguien cambia es porque piensa que le va a ir mejor y él pensará que le va a ir mejor»

—¿Y si han estado tan cerca, por qué se rompe la pareja con Sanyo Gutiérrez?

—Se rompe porque esto desgasta mucho y al final pues hay que respetar las decisiones de todo el mundo. En este caso ha sido mi actual compañero el que ha decidido que separáramos los caminos. No voy a mentir, cuando alguien cambia es porque piensa que le va a ir mejor. Pensará que le va a ir mejor y le deseo toda la suerte del mundo y supongo que ese será el motivo por el que ha roto la pareja.

—¿Qué es lo que buscará ahora en su nueva pareja?

—A la hora de elegir compañero me fijo en dos cosas. Primero, si me ilusiona trabajar con él día a día para ir a los torneos a ganar y segundo, me gusta ponerme en la piel del rival y preguntarme qué pareja no me gustaría tener enfrente. Voy juntando mi nombre con el de otros posibles compañeros y cuando veo que formo una pareja que puede dar cierto «miedo» o que va a molestar a los rivales sé que es el camino adecuado.

—¿Y tiene ya decidido cuál es ese nombre?

—Sí, pero no puedo hablar de ello, por respeto a mi actual compañero.

—Y sin hablar de nombres, ¿qué le parece el spot de promoción del Máster, protagonizado Juan Martín Díaz? Dicen que es el discurso de una leyenda...

—(Se ríe). Me ha encantado. Es emotivo, emocionante y me parece muy divertido ese final en el que dice, «aprovechen chicos, porque el año que viene estaré yo». Es algo que solo se le permite, con gracia y buena fe, al gran Juan Martín. Para mí, él y Bela han sido los mejores de este deporte. Juan Martín ha sido mi ídolo, porque es especial y diferente a todo lo que se ve en el pádel.

—Díganos, ¿va a jugar al lado de una leyenda en 2018?

—Para mí, mis compañeros son todos leyendas (se ríe). Pero sí, jugaré con un jugador que reúne todos esos requisitos que le he comentado antes.

—¿Si le dieran una varita mágica, qué cambiaría para que el WPT mejorara?

—(Se lo piensa y se pone serio). Lo cierto es que se están haciendo bien las cosas, pero creo que la televisión puede volcarse más y también el resto de medios de comunicación deberían dar más visibilidad al pádel para que las empresas vean que este es un deporte rentable y se animaran a venir más. Hay algunas, como el grupo Damm, que se ha volcado mucho y es de agradecer, pero todavía falta bastante y aún se puede sumar mucho.

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